Especialistas explicaron que este tipo de violencia contra las mujeres se normalizó como un piropo venezolano. A las víctimas les cuestra demostrar esta conducta abusiva, ya que es un fenómeno que ocurre de manera esporádica.

Caracas. “Mami, tremendo papo”, escuchó Lismar* cuando caminaba con una amiga por una calle en el este de Caracas. Acto seguido volteó e insultó al hombre que tenía a su lado y a otros que reían.

Este la insultó de vuelta y la joven de 18 años aceleró el paso y se fue.

Aunque “nada más” se trató de un comentario, para Lismar esto se convirtió en un complejo que la llevó a evitar cualquier prenda que hiciera notar sus partes íntimas.

Por temor a repetir alguna vivencia similar, también empezó a evadir aceras en las que viera a grupos de hombres.

“Lo peor es que es algo que no se puede evitar. Vas por la calle y solamente tienes que aguantar que digan cosas sobre tu cuerpo y que muchas veces te desnuden con la mirada”, lamenta la mujer.

Foto referencial: Mariana Mendoza

María Luisa Campos, directora de la organización Resonalia, define este tipo de acoso como una conducta que proviene del trato indeseado que ocurre en el espacio público, que contiene una connotación sexual por una o más personas hacia las mujeres y que puede ser expresado de forma física o verbal.

La especialista recuerda que en un informe, hecho por la ONG que dirige, se menciona que el acoso en espacios públicos genera temor en las mujeres de ser víctimas en las calles y hace que cambien de comportamiento o busquen alternativas que debilitan su ejercicio ciudadano.

“Este cambio de comportamiento impacta en la sociedad, porque impacta cómo nos movemos, las decisiones que tomamos, la vestimenta y en términos muy grandes impacta nuestro ejercicio de la libertad”,

dice.

Acoso en espacios públicos en Venezuela

En Venezuela el artículo 19 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia define el acoso y hostigamiento como toda conducta abusiva que incluye comportamientos, palabras, actos, gestos, escritos o mensajes electrónicos dirigidos a perseguir, intimidar, chantajear, apremiar, importunar y vigilar a una mujer que pueda atentar contra su estabilidad emocional, dignidad, prestigio, integridad física o psíquica.

Quien incurra en este delito recibirá una pena de ocho a 20 meses de prisión. No obstante, cuando se trata de conductas abusivas, como el acoso en espacios públicos, no se puede denunciar.

“En la ley está muy bonito, pero aquí no se puede denunciar porque debe comprobarse que esta conducta abusiva es reiterativa y el acoso callejero es un fenómeno que ocurre en los espacios públicos de manera esporádica que se relaciona más con la violencia y pertenencia del hombre al espacio público”, explicó Jessica Paz, creadora del proyecto Calles Moradas.

Por su parte, Campos considera que en muchas ocasiones la viabilidad de hacer denuncias en estas circunstancias es baja por los datos que deben darse sobre el agresor, como nombre, o lugar donde vive.

En cambio sugiere la penalización social y económica de estas conductas, así como la elaboración de campañas que ayuden a las mujeres a tener reglamentos que reduzcan las posibilidades de sufrir este tipo de acoso.

Aunque en ocasiones se tienen pruebas es un tema al que se le resta mérito. La iniciativa Mérida Feminista dio a conocer una situación de acoso por parte de un hombre que se toca sus partes intimas en los alrededores de la residencia femenina de la Universidad de los Andes.

“La situación ha sido denunciada de manera reiterada a través de los cuadrantes de paz, sin obtener una respuesta oportuna y eficaz. Las estudiantes alegan que las denuncias han sido subestimadas por los funcionarios”, plantean sobre la denuncia con evidencias audiovisuales.

Educar al entorno

“Pero es que bajo ese concepto a las mujeres no se les puede decir nada. Ahora todo es considerado acoso”, respondió un hombre, de 50 años de edad, cuando se le preguntó su opinión sobre el acoso en espacios públicos a las mujeres.

Jessica Paz, quien también es activista de los derechos de las mujeres, resaltó que en Venezuela este tipo de violencia se ve como algo propio de la cultura venezolana.

“Se ve como algo del piropo, de la venezolano, de la coquetería. También he escuchado a personas decir que es un cumplido y exaltar la belleza femenina de la mujer venezolana, cuando es una forma de violencia, sometimiento y dentro de lo que cabe tenernos sometidas a este sistema”.

violencia de géneros
Foto referencial: Mariela Nava.

Es por ello que recalca la importancia de educar al entorno para que se reflexione puntos que afectan a las mujeres, tales como modificar sus horarios de salida y llegada para evitar riesgos de acoso u otros tipos de violencia, así como formas de vestirse, maquillarse, expresarse, o tener varios números de emergencia.

“Es más allá de señalar poner sobre la mesa todo este tema de por qué para nosotras es normal el sobrecuidado y el desgaste al salir al espacio público, que para los hombres no es así. Más allá de alentarnos debemos procurar prevenir y educar”,

argumenta Paz.

Un problema de género

Campos subrayó la importancia de ver el problema del acoso en espacios públicos con enfoque de género, ya que la posibilidad de que las mujeres sean víctimas de distintos tipos de violencia se múltiplica “al ser percibidas como mujeres”.

Las víctimas entrevistadas por la ONG responden que incluso durante robos temen que pueda ocurrir algún tocamiento indeseado, o agresión sexual, lo que le da otro tono a cómo las mujeres se mueven en espacios públicos.

“No es posible ver el tema de violencia que ocurre en nuestro país solo con una perspectiva policial o punitivita. Las políticas de seguridad que nosotras necesitamos son distintas a las de los hombres porque la violencia tiene afectaciones más graves porque en su mayoría terminan en la muerte”.

Pasos para denunciar el acoso:

En una nota anterior Crónica Uno visitó la Unidad de Atención a la Víctima del Ministerio Público, para conocer el procedimiento para denunciar acoso y cualquier tipo de violencia contra la mujer. Esta fue la información que ofrecieron los funcionarios:

  • Denunciar ante la policía comunal de la parroquia. Como medida de protección a la víctima el acosador o acosadora puede ser citado a firmar una caución.
  • En caso de que el acosador o acosadora violente la medida anterior, se debe acudir a la Unidad de Atención a la Víctima del Ministerio Público en su jurisdicción. Aplica si se trata del delito de instigación al odio.
  • En caso de acoso basado en violencia de género acudir a la fiscalía especializada en la defensa de la mujer del Ministerio Público.

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