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En Caucagüita, los niños y niñas construyeron su propia diversión

Estudiantes de quinto grado de la Escuela Negro Primero II participaron en el diseño y construcción de un parque en el plantel de 1129 alumnos, con apoyo y guía de tres ONG. Para especialistas, estas actividades son una forma de fomentar la ciudadanía y participación.

Miranda. Los niños y niñas se amontonan y defienden su lugar en la fila mientras esperan su turno para lanzarse por un tobogán de cemento. Algunos pasos más allá, otro grupo escala y se guinda de ambos lados de un pasamanos. Los niños quedan cara a cara para ver quién resiste más tiempo sin soltarse y caer al suelo.

Es 22 de junio de 2024 y todo es algarabía en el patio de la Escuela Básica Estadal Negro Primero II, ubicada en Caucagüita, estado Miranda. Sus estudiantes al fin juegan y disfrutan del parque que ellos construyeron y diseñaron, bajo guía y logística de las organizaciones no gubernamentales Trazando Espacios, Chamos e Impronta.

“Estoy muy alegre porque fue un sueño hecho realidad. Fue algo muy lindo… Cómo los niños disfrutaron, cómo jugaron, el día de la inauguración eso fue bello. Me dio mucha alegría… Di lo mejor que pude porque éramos un equipo”, sostiene José David Díaz, quien fue el maestro de obras durante la construcción.

Sentado en una de las bancas que construyó, con ayuda de vecinos del sector, el hombre de 34 años de edad muestra con una sonrisa los videos y fotos del día de la inauguración con los niños y niñas corriendo. Dos de ellas son sus hijas, quienes ayudaron a pegar piedritas en una de las paredes que ahora tiene un mosaico que los estudiantes diseñaron.

Los lavamanos reciben el agua del tanque que recolecta (y purifica) de la lluvia. Foto cortesía José David Díaz.

Padres, madres, profesores y residentes de la comunidad también participaron en la construcción que duró tres meses. Ellos ahora se sientan en las bancas de y cemento bajo la sombra de una mata de aguacate para supervisar el recreo en medio de gritos de emoción de los niños que van de una atracción a otra, en un plantel que tiene 1129 estudiantes entre educación inicial y primaria.

Durante la obra también se instalaron bebederos, lavamanos y un tanque con sistema de recolección y filtración de agua de lluvia para el consumo de todos en el plantel, ante la falta del servicio corriente por tuberías.

“No es lo mismo que yo llegue como ingeniero a decirte lo que a mí me parece que deberías tener en ese espacio público (…) a que tú como comunidad que vives ahí y que haces vida en ese espacio me digas lo que tú quieres tener ahí. Cuando involucras a la comunidad desde el inicio, aseguras la longevidad del proyecto. Aseguras que la persona lo cuide, que se adueñe, que sienta identidad por este lugar”, dijo María Alejandra Álamo, ingeniera civil y gerente general de Trazando Espacios, una ONG “enfocada en enseñar y construir ciudadanía a través del desarrollo de la identidad y el sentido de pertenencia”.

De acuerdo con el artículo 80 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Lopnna), todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a opinar y ser escuchados. Mientras que el artículo 81 indica el derecho a participar “activa y plenamente en la vida familiar, comunitaria, social, escolar, científica, cultural, deportiva y recreativa, así como a la incorporación progresiva de la ciudadanía activa”.

Desde sus salones, los alumnos de quinto grado, de entre 10 y 11 años de edad, recibieron clases de escala, proporción y diseño de patrones. Con los brazos extendidos hacia arriba, al frente y a los lados cantaban “altura y profundidad, nos falta longitud. El metro es la herramienta y usamos el centímetro”, para aprender de medición e instrumentos.

Con manos manchadas de pinturas, marcadores y pega, los niños diseñaron cuatro maquetas en las que plasmaron sus ideas para el parque. Cortando cartones, paletas, cartulinas, anime, acrílico y otros materiales de reciclaje, crearon banquitos, murales, columpios, escaleras, pasamanos y mosaicos. Tras una votación, decidieron cuáles elementos y diseños plasmarían en escala real.

Con el fin del año escolar, ya no hay colas para usar las atracciones | Foto: Shaylim Castro.

Para Fernando Pereira, educador y fundador de Cecodap —una ONG enfocada en la defensa de derechos de niños, niñas y adolescentes—, este tipo de actividades prácticas son maneras de ejercer ciudadanía en medio de una sociedad que suele estigmatizar las capacidades de los niños.

“El derecho a la participación para los muchachos, además de ser un derecho, es un derecho bisagra, que abre la posibilidad de poder estudiar en mejores condiciones. Es un derecho que abre la puerta a otros derechos. La ciudadanía es un proceso que se inicia desde los primeros años en la medida que tú vas teniendo un entorno que te respeta, un entorno que te escucha”, explicó.

Por su parte, Marysabel Rodríguez, investigadora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (CDH-UCAB), sostuvo que involucrar a los niños permite que ellos pongan en práctica la tolerancia, la toma decisiones y la negociación, escenarios que también se presentarán en la vida adulta. Además añadió que involucrar a la comunidad fortalece su sentido de identidad y la autonomía de la misma, haciendo que tanto padres y niños cuiden “en demasía” lo que hicieron.

La hija mayor de Díaz, Gabriela Díaz, de 10 años de edad, dice que los padres trabajaron con mucho amor en la construcción. “Y aprendí que hay que cuidar cada área de nuestro colegio”, expresó.

De lunes a sábado, la comunidad trabajaba. Mientras los niños diseñaban, seleccionaban y pegaban las piedritas y cerámicas de colores para los mosaicos, pintaban o medían paredes, padres y obreros de la comunidad abrían huecos, ponían vigas y cabillas, soldaban metales y creaban grandes barquillas de cemento que ahora sostienen el tobogán, la atracción favorita de Gabriela.

En donde ahora hay un pasamanos, una pasarela para llegar al tobogán, bancos, lavamanos y bebederos, antes había solo un terreno lleno de tierra. Los niños que antes se sentaban en pasillos o usaban la cancha de básquet a la hora del recreo, ahora se escapan de la cola para el almuerzo para jugar en el parque, según contó Fausto Guerrero, quien ha sido el director del plantel por 14 años.

“El cambio ha sido radical. Representa ese espacio de recreación que querían. Ahora nadie quiere salir de aquí, ya no usan la cancha… Ellos dicen que esto es de ellos, porque lo plasmaron ellos, que ellos son parte de esto”, añadió Guerrero desde la escuela con 34 secciones a su mando.

La hermana menor de Gabriela, Deilimar Díaz, de 8 años de edad, dice que lo que más le gustó de la construcción fue poner las piedritas para el mosaico y compartir el tobogán. “Se sintió bien [participar en la construcción] porque tenía a mi papá al lado. Me sentí muy alegre porque mi papá había construido algo”, dijo.

En marzo de este año inició la construcción del parque | Foto: cortesía José David Díaz
Participar se aprende participando

Según un documento de Orientación sobre la Participación de Niños, Niñas y Adolescentes de la Unicef, las oportunidades para ser escuchados deberían iniciar temprano en la niñez para sentar las bases de la expresión y la participación activa en la toma de decisiones, también para apoyar el crecimiento y desarrollo de los niños.

Entre los beneficios indica que los niños y niñas desarrollan habilidades como el pensamiento crítico, la capacidad de comunicación, el liderazgo, la autoconciencia, la resolución de conflictos, la competencia intercultural, el trabajo en equipo y la toma de decisiones, además de una sensación de logro y una mayor confianza en su propia capacidad para marcar la diferencia.

“Si los niños y los adolescentes no comienzan a ejercer la participación ciudadana desde la niñez vamos a tener adultos analfabetos desde el punto de vista como ciudadanos. A participar se aprende participando y a ser ciudadano se aprende justamente a través del ejercicio ciudadano”, opinó Pereira.

Participar en asambleas escolares, consejos comunales, condominios, tomar y cuestionar decisiones, aprender de los errores, elegir o revocar representantes estudiantiles son maneras de ejercer el derecho en comunidades y centros educativos.

El presidente Nicolás Maduro, durante la presentación de su Memoria y Cuenta en enero de este año, dijo que en 2023 la matrícula escolar era de más de ocho millones de estudiantes que cursan estudios en 28.000 instituciones, escuelas, liceos y universidades públicas.

La Encuesta de Condiciones de Vida, un estudio independiente realizado por la UCAB, ubicó la matrícula en 7,6 millones de estudiantes de 3 a 24 años de edad, de los cuales 40 % tienen asistencia irregular, ya que muchos se ven forzados a salir a trabajar para ayudar sus familias.

Trabajadores embotellan el agua potabilizada del tanque para consumo | Foto: Shaylim Castro.

Según la Lopnna, el Consejo Nacional de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes es un instituto autónomo con la finalidad de garantizar y promover los derechos colectivos de dicha población y ser voceros de su intereses.

Al preguntar de qué manera promueven el derecho a la participación de niños, niñas y adolescentes en el país, Darline Manrique, miembro de la Gerencia Nacional de Abordaje y Socialización del Consejo, sostuvo: “vamos a los colegios y comunidades y dónde nos soliciten las instituciones”. Además de tener actividades educativas, formativas, de orientación y recreativas. Añadió que las personas pueden visitar la cuenta de Instagram del instituto (@idenna_oficial), sin publicaciones desde el 2021, y @protegidos.idenna2024, para informarse de las actividades que llevan a cabo.

Una trabajadora social del Consejo Municipal de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del municipio Libertador en Caracas, que pidió anonimato al no tener permiso para hablar con la prensa, dijo que en los consejos comunales del país hay voceros de protección de los niños que buscan “involucrar a los niños e incentivarlos” a participar en propuestas, aunque hasta el momento no les ha llegado alguna.

Rodríguez, la investigadora de la UCAB, resaltó la importancia de que las instituciones públicas sean receptivas con las comunidades, aunque estas también deben ser proactivas para informar y promover los mecanismos de asistencia y participación que ofrecen. Mientras que los consejos comunales “parecieran estructuras de una extensión del Estado… son más como una extensión de los funcionarios públicos más que comunidades organizadas para los intereses de la comunidad”, explicó Rodríguez.

Con las vacaciones escolares, ya no hay niños que hagan cola para lanzarse por el tobogán. En las bancas, bajo el cobijo de la mata de aguacate, se sientan algunos representantes a charlar.

Díaz, el maestro de obra, dice que una de sus hijas solo puede balancearse por segundos antes de caer del pasamanos. “Yo le digo que siga intentando. Me responde que todos los días lo va a intentar hasta que logre pasarlo completo”, mencionó con una sonrisa.

  • Este reportaje es resultado de la beca de producción periodística para promover el conocimiento sobre el derecho a la participación en Venezuela, otorgada por Espacio Público y Crónica.Uno. La edición estuvo a cargo de María Victoria Fermín K, coordinadora de la Unidad de Contenidos Especiales.

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