Esta celebración trasciende un acto religioso; marca un hito en la sociedad venezolana. Fotografía: Armando Díaz.

María Isabel Giacopini, coordinadora de la Cátedra Libre de la UCV, materia que continua el legado del primer santo venezolano, explica que el doctor José Gregorio Hernández introdujo el microscopio a la medicina venezolana y enseñó su uso y manejo. También cultivó y coloreó microbios.

Caracas. José Gregorio Hernández (JGH) fue un médico de rigor científico y de una entrega profesional que trascendió la consulta. Fue pionero en la auscultación rigurosa, en el uso de los primeros sueros y en la aplicación de los principios de asepsia y antisepsia que apenas comenzaban a revolucionar la cirugía.

María Isabel Giacopini, coordinadora de la Cátedra Libre José Gregorio Hernández de la Universidad Central de Venezuela (UCV) explica que en un país donde la medicina era rudimentaria y la formación se estancaba en el siglo XIX, él curó el dolor e introdujo la ciencia a la práctica médica venezolana.

“Su consultorio en Caracas era como un pequeño templo donde el diagnóstico no se basaba en la intuición, sino en la observación, la escucha y el entendimiento”,

menciona a Crónica Uno.
Foto: Tairy Gamboa

La profesora señala que la vocación del doctor iba más allá de la técnica. José Gregorio Hernández atendía a todas horas, sin importar condición social. Para los más pobres, su servicio era gratuito y si el paciente no podía comprar la medicina él la costeaba.

Giacopini enfatiza que este rasgo de servicio social no lo hacía por caridad, sino por una extensión de su sentido ético, que lo obligaba a enfrentar la enfermedad como un fenómeno biológico y como algo social que combatía con la herramienta científica disponible para la época.

En ese día a día de su consulta fue donde se forjó el mito del “médico de los pobres”, no por los milagros, sino por la excelencia médica, la humildad puesta al servicio de los necesitados, una filosofía que aún hoy interpela al sistema de salud venezolano. De hecho, la académica sostiene que “por su medicina humanista y sensibilidad hoy JGH sube a los altares”.

Foto: Luis Morillo

El inicio de la medicina moderna

Giacopini recuerda que el ingreso de JGH a la Escuela de Medicina de la UCV fue en 1882. Allí destacó por su talento y dedicación al igual que por su conducta ejemplar.

Añade que el 29 de junio de 1888, cuando él recibió su título de médico, el entonces rector Aníbal Dominici sentenció una frase que hoy suena a profecía: “Venezuela y la medicina esperan mucho de ti”.

El compromiso de JGH con la sociedad hizo que regresara a su natal Isnotú, estado Trujillo. Sin embargo, la medicina que aprendió no tenía espacio, dado que la región dependía de curanderos. Por ello se trasladó al orienten del país, en busca de un desarrollo, pero la expectativa no se cumplió y regresó a Caracas.

En 1888 se graduó de médico en la UCV.| Fotografía: Armando Díaz.

Según Giacopini la necesidad de JGH se alineó con un proyecto de Estado. El presidente de Venezuela (1888-1890) Juan Pablo Rojas Paúl asumió el Ejecutivo con la convicción de que el país debía superar el atraso e iniciar una era de modernidad en la medicina.

Rojas decretó la introducción de nuevas asignaturas en la UCV, conforme a la evolución de la ciencia, y fundó el Hospital Vargas.

Para impulsar el cambio, el gobierno seleccionó a JGH. El médico viajó a Francia con el encargo de formarse en áreas vitales nuevas para Venezuela: histología normal y patológica, microscopía, fisiología experimental y bacteriología.

Giacopini subraya que este viaje no solo transformó la práctica de Hernández, sino que sentó las bases para la institucionalización de la ciencia en el país.

El primer laboratorio experimental

Según Giacopini el viaje fue definitorio. A JGH le propusieron quedarse en Francia, pero él no quiso. Y trajo a Venezuela todos los equipos, materiales y reactivos requeridos para poner en el país las técnicas y procedimientos adquiridos. “Él volvió a dar cumplimiento a la labor que le fue encomendada”.

A Hernández le propusieron quedarse en Francia, pero él no quiso. | Foto: Crónica Uno

De vuelta en Venezuela, el 4 de noviembre de 1891, el presidente Raimundo Andueza Palacios dictó un decreto: la creación de los estudios de histología, fisiología experimental y bacteriología en la UCV, y nombró a JGH como catedrático de las asignaturas.

Por ello en el edificio de la antigua Universidad Central se instaló el Laboratorio de Fisiología Experimental y Bacteriología, lo que maró el inicio del primer centro de medicina experimental en Venezuela.

“Su mayor mérito es ser el impulsor y pionero de la verdadera docencia científica y pedagógica en Venezuela. Su método se basó en lecciones explicativas, la observación de los fenómenos vitales, la experimentación sistematizada, prácticas de vivisección y pruebas de laboratorio”,

sentencia la experta.

Para la profesora la creación de estas asignaturas en la universidad permitió que la medicina en Venezuela dejara de ser solo una práctica y se convirtiera, formalmente, en una disciplina científica.

Cambio en el modelo de enseñanza

Como profesor JGH tuvo que crear los programas, distribuir el tiempo y planificar cómo incorporar las nuevas materias. Él dictaba la clase teórica y después los alumnos pasaban a la parte experimental. Rompió con el modelo antiguo de educación en Medicina e introdujo un nuevo modelo de enseñanza.

Giacopini asegura que este esfuerzo le valió el reconocimiento como el pionero de la pedagogía científica en Venezuela. No obstante, la académica va más allá.

“Yo me atrevo a decir que no es solo en Venezuela, sino en América, porque uno de los aspectos que lo caracterizan es que él es un docente investigador”.

Hernández fue pionero en la asignatura experimental. | Foto: cortesía

Añade que como docente JGH se caracterizó por su autoridad, fundamentada no solo en el conocimiento, sino en sus sólidos principios éticos y morales. Él consideraba que para ser un buen médico y docente había que estar al tanto de los avances de la ciencia.

De acuerdo con la profesora el médico desarrolló una cátedra teórico-práctica. Los incentivaba a la investigación, a buscar a través de la experimentación qué son y quién genera las patologías.

“Entre sus aportes directos Hernández introdujo el microscopio y enseñó su uso y manejo, cultivó y coloreó microbios, e hizo conocer la teoría de Virchow. Su conocimiento profundo de las ciencias básicas (Física, Química y Matemática) lo estableció como un destacado fisiólogo y biólogo, pilares de la modernización médica”,

acota.

La cátedra libre y su legado

El legado de José Gregorio Hernández continúa en los pasillos de la UCV a través de un espacio que busca preservar su dimensión académica: la Cátedra Libre. La coordinadora de esta iniciativa, María Isabel Giacopini, explica su propósito, anclado en la divulgación y la investigación.

Cambió el modelo de enseñanza. | Foto: Crónica Uno

“La cátedra libre, creada en 2010 y que estuvo varios años cerrada hasta que me pusieron a dirigirla, tiene varios proyectos de investigación para honrar a JGH. De hecho, uno de los proyectos actuales está fundamentado en la farmacopea del siglo XIX”,

explicó.

Añade que dentro de esta cátedra se realizan actividades culturales que abordan las diferentes facetas de JGH, intencionalmente más allá de la figura religiosa que el colectivo conoce. 

Para Giacopini, es un médico que se formó en la UCV, fue un venezolano con gran arraigo al país y es importante destacar su figura para mostrar quién fue el hombre, el científico, y el docente, y darle un valor como ser humano que fue.

Fotografía: Armando Díaz.

El reconocimiento definitivo a esta trayectoria, que fusionó el rigor científico con la profunda sensibilidad social, se oficializará el próximo 19 de octubre, fecha en la que José Gregorio Hernández será elevado a la santidad junto con la madre Carmen Rendiles, desde El Vaticano por el papa León XIV.

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