La película protagonizada por Scarlett Johansson es tan solo un remedo que no trasciende en la ciencia ficción.

Caracas. Ya ha pasado el tiempo desde los sucesos de Jurassic World: Dominion (2022). Ahora, el mundo es otro, y los personajes también. La apuesta es presentar otros rostros que alarguen el chicle de una franquicia que se va quedando sin sabor. 

Jurassic World: Renace es la más reciente película de la saga que comenzó en 1993 con Jurassic Park, esa joya dirigida por Steven Spielberg sobre un multimillonario que decide crear dinosaurios a partir del ADN encontrado en un mosquito fosilizado. 

Ahora, treinta y dos años después, continúan los derivados que ya esperaban por el sello de suficiente en la entrega de 2022, que si bien es entretenida y cumple su cuota de aventura, ya permitía prever un desgaste, como se termina de constatar en el más reciente largometraje dirigido por Gareth Edwards.

Edwards fue también responsable de Rogue One: una historia de Star Wars (2016), la mejor película de la sada de Star Wars en lo que va de siglo XXI, así como Resistencia (2023), una interesante propuesta de ciencia ficción sobre ese debate entre inteligencia artificial y relaciones humanas.

En Jurassic World: Renace todo se resume en una misión  encabezada por Zora Bennett (Scarlett Johansson), una experta en operaciones encubiertas. Deben conseguir material genético de grandes dinosaurios para un experimento. Una gran compañía asegura que con lo que recaben, podrán conseguir una cura a diversas enfermedades cardíacas. 

Jurassic World Renace
La pelìcula se estreno en julio en la cartelera venezolana

Y es ahí donde reside la reiteración desgastante de la franquicia, que ya bastante ha masticado el tema de la ambición corporativa por sí misma, el afán por más desmedido, sin escrúpulos de ningún tipo.

En la película de 1993, el personaje de John Hammond (Richard Attenborough) se trata de un multimillonario con una ambición. Pero un utópico que encuentra en la ciencia la excusa para crear lo que era inexistente, un mundo a su medida pero desde la ingenuidad de quien tal vez sin proponérselo, se adentra en los menesteres de Dios, en un poder creador que va ignora la aceptación del pasado y sus cierres determinantes.

Hay una serie de lecturas de la inquietud humana y la sed de trascendencia en aquella obra maestra de la ciencia ficción de los años noventa. 

En Jurassic World Renace, no existe esa visión introspectiva del conflicto de sus personajes. Tan solo se limita la búsqueda de la aventura sin mayor pretensión. No obstante, hasta en eso falla, con personajes que no tienen química, que no son entrañables ni hay momentos icónicos que permanezcan en la memoria.

Tan solo reúne remedos de la primera entrega, la sagrada, con la intención de evocar. Hay quienes señalan que es un homenaje. Pero ya es momento de que los fulanos homenajes en el cine se limiten a dos líneas enunciativas durante previas a los créditos.

Es tan solo un trámite para mantener la saga a flote y facturar. No hay duda de que en taquilla le va bien. Claro, es como un parque de diversiones, son los carritos chocones que no tienen mayor destino que impactar irremediablemente con el otro. Divertimento instantáneo y seguro, pero más nada. 

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