Desde 2017 la Universidad Pedagógica Experimental Libertador no recibe presupuesto del Ministerio para la Educación Universitaria, por lo que las autoridades gestionan recursos propios.

Turmero. Con 50 % del servicio eléctrico en funcionamiento el núcleo rural El Mácaro de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), en Turmero, estado Aragua, se esfuerza por mantener la actividad académica valiéndose de sus propios recursos.

Desde 2017 esta casa de estudios no recibe presupuesto del Ministerio para la Educación Universitaria, lo que dificulta el mantenimiento y operatividad de sus espacios. A esta situación se sumó el vandalismo durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, lo cual agudizó el deterioro de la infraestructura.

“Aquí empezaron los hurtos entre 2017 y 2018. Pero en la pandemia hicieron estragos. Todo el aspecto de la infraestructura fue producto del desmalezamiento. Afortunadamente este año no hemos tenido registros de vandalismo”, explica Ginete Serrano, director decano de la UPEL El Mácaro.

Asegura que el principal problema que tiene la comunidad universitaria es la falta del servicio eléctrico, en determinadas áreas como el auditorio, y la impermeabilización.

En el nuevo semestre, que inició en octubre, los estudiantes cuentan con el espacio del comedor, aunque la cocina aún permanece inoperativa desde 2021. La oficina de Talento Humano ya está habilitada y se prevé la recuperación de las aulas destinadas a Educación Integral, que no tienen luz.

La cocina estaba equipada con una cava cuarta, licuadoras industriales, rebanadoras, molinos, además de cubiertos, vasos y platos. Sin embargo, los constantes hurtos registrados entre 2020 y 2021 terminaron por desvalijar el espacio.

Los estudiantes cuentan con el servicio del comedor, pero aún falta la operatividad de la cocina.| Foto: GR, Crónica Uno

“Los ingresos propios nos han ayudado a ir recuperando espacios. Tenemos como la mitad de la universidad con electricidad, porque hemos habilitado algunos lugares con un bombillo y un tomacorriente”, dice Serrano.

El salón de usos múltiples, espacio emblemático por la diversidad de actividades que allí se realizaban, no tiene luz. En condiciones similares se encuentra el área de Educación Rural. Sin embargo, Serrano comenta que entre el corto y mediano plazo se espera la instalación del cableado eléctrico en esta zona.

La UPEL “El Mácaro” tuvo 23 transformadores antes de la pandemia. Actualmente, a más de cinco años del confinamiento, solo tres están operativos.

La ausencia de servicio eléctrico en algunos espacios de la UPEL El Mácaro obliga a implementar una modalidad académica bimodal. Los estudiantes asisten presencialmente cada 15 días, mientras que las evaluaciones se realizan de forma virtual, como medida para sortear las limitaciones operativas.

El personal docente y administrativo tampoco asiste a la universidad durante toda la semana. La falta de electricidad en varias oficinas y aulas ha obligado a muchos a trabajar desde sus hogares, utilizando sus propios equipos para cumplir con sus labores..

“Estamos asistiendo pocos días y solo en el turno de la mañana. No todas las oficinas están recuperadas con energía eléctrica. También tenemos un déficit de equipos que fueron robados durante la pandemia”, reitera el departamento de medios.  

El Observatorio de Universidades reportó un incremento de 79 % en los daños a la infraestructura de las universidades venezolanas durante abril, en comparación con marzo de 2025, que fue de 55%. Además, detallaron que 85% de las instituciones no cuenta con suministro eléctrico continuo.

Fundada en 1938, esta universidad se ha consolidado como referente en la formación docente, especialmente por la especialización en Educación Rural, la primera carrera en graduar profesionales en el pregrado. En sus inicios, los egresados se desplazaban a las comunidades rurales e indígenas para compartir sus conocimientos y aportar al desarrollo local. Actualmente, el instituto tiene sedes en Zulia, Amazonas, Apure, Delta Amacuro, entre otros estados del país.

Dos autobuses recuperados

A pesar de la dificultad para conseguir combustible, en especial el gasoil, la UPEL El Mácaro recuperó dos unidades de transporte que trasladan a los estudiantes hasta el Terminal Central de Maracay. El personal obrero, docente y administrativo también se beneficia de este servicio.

“Las rutas estarán disponibles los días que haya mayor cantidad de estudiantes, para administrar el diésel”, indica Leyna Tovar, subdirectora de Docencia.

Aunque hasta finales de 2019 el pedagógico llegó a contar con cinco unidades operativas, la reactivación del transporte representa un “alivio” para la comunidad universitaria, especialmente ante las dificultades de acceso a El Mácaro.

Para los habitantes de Maracay el trayecto hasta este núcleo de la UPEL implica un gasto adicional, ya que primero deben abordar un autobús hasta el terminal, con una tarifa urbana de Bs 40. Desde allí toman otra ruta hacia el municipio Mariño —donde se encuentra El Mácaro— considerado un trayecto suburbano, con un pasaje fijado en Bs 60.

La matrícula del instituto aumentó a 250 estudiantes.| Foto: Crónica Uno-GR

Autogestión

Para mejorar los espacios de la casa de estudios, y recibir a nuevos bachilleres, las autoridades recurrieron usan recursos propios, gestionados a través de la subdirección de Investigación y Postgrado. Esta estrategia contribuye al incremento de la población estudiantil.

Serrano detalla que la matrícula estudiantil para este semestre es de 250 alumnos, de los cuales 101 corresponden a nuevos ingresos. Hace poco más de un año, el registro era de 185. Estos jóvenes optan por carreras como Educación Física, Matemáticas o Informática.

A pesar de las limitaciones, los jóvenes siguen apostando por la educación. Foto: Cortesía.

Para los nuevos estudiantes ingresar a una universidad para ser profesional de la educación no es sinónimo de retraso. Al contrario, consideran que la docencia es clave para el crecimiento del país.

“Decidí estudiar Educación Física porque considero que el deporte puede salvar a los jóvenes que piensan que no hay un futuro o de solo trabajar en cualquier sitio. Siento que esta carrera puede abarcar muchas áreas”, dice Daniel Velásquez, de 21 años de edad, a Crónica Uno.

Daniel está en el primer semestre. Vive en Cagua, municipio Sucre, y debe agarrar dos autobuses para llegar a la universidad los martes, miércoles y jueves. Gasta 720 bolívares en pasaje esos tres días.  

Aunque este municipio es una localidad vecina a Santiago Mariño, el estudiante trabaja como instructor de natación para poder costear el transporte hacia la universidad, ya que es un trayecto de al menos ocho kilómetros.

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