Crónica Uno estuvo en la rueda de prensa que el director brasileño dio después de ganar el Oscar. Reflexionó sobre la conexión del público con su largometraje.
Caracas. Es lunes, 3 de marzo de 2025. La pantalla de una transmisión por Zoom dice que pronto comenzará la conferencia de prensa de Aún estoy aquí. En Los Ángeles se alistan el director Walter Salles, la actriz Fernanda Torres y el actor Selton Mello.
Ya es de noche en Venezuela, en Brasil hubo fiesta en las calles la noche anterior, y en Los Ángeles también hubo celebración. Más todavía para el realizador brasileño y el elenco que viajó hasta allá para triunfar.
De las tres nominaciones al Oscar que tuvo Aún estoy aquí, obtuvo la estatuilla por Mejor película internacional. Es la primera vez que un largometraje brasileño obtiene el galardón estadounidense, el más conocido de la industria cinematográfica mundial. Hasta la fecha habían sido cinco las nominaciones para el país,

Apenas se supo de la victoria de la obra, que también aspiraba a Mejor película y Mejor actriz por el trabajo de Fernanda Torres, en las redes se hicieron virales videos de cómo la gente en Brasil se reunió en las calles para ver la gala, así, como si fuera la final de una Copa del Mundo, y apenas Penélope Cruz dijo Aún estoy aquí, centenares de personas se pararon de sus asientos en ciudades como Río de Janeiro como si un árbitro sonara el silbato del fin del partido final de la Copa del Mundo con Brasil con dos goles arriba, un hecho que no ocurre desde 2002.
Aún estoy aquí cuenta la historia de Eunice Paiva (Fernanda Torres), esposa de Rubens Paiva (Selton Mello) un ex diputado brasileño. Ambientada en los años setenta durante el régimen militar que gobernó a ese país, la película subraya cómo cambió la dinámica de una familia por la desaparición del padre.
Eunice Paiva entonces toma las riendas de un hogar que debe sobreponerse a la ausencia, así como a la impotencia de no tener información del paradero del padre durante años. Entonces, ella se convierte en una activista que durante décadas exige respuestas, a la vez que debe mantener el equilibrio de la crianza de los hijos.

Un asunto de memoria
Crónica Uno estuvo en la rueda de prensa virtual con Walter Salles, Fernanda Torres y Selton Mello. Cuando se les preguntó a qué consideran se debe la conexión del público brasileño que se reunió en las calles con Aún estoy aquí, se toman su tiempo para responder.
“Creo que hay algo en las personas que fueron al cine, y muchas generaciones de brasileños fueron al cine. Nosotros teníamos dudas de si iban a ir o no a las salas. Creo que para muchas de estas generaciones más jóvenes la dictadura militar de aquel período era una abstracción. Un tema de los libros de historia, pero una abstracción. Entonces, la película les permitió vivir la extraordinaria historia de aquella familia confrontada con una pérdida ocasionada por un Estado autoritario. Permitió entender que Eunice, frente a eso, podría haberse doblado, y no se dobló, y articula formas de resistencia totalmente extraordinarias”, subraya el realizador del largometraje, que es una adaptación del libro Aún estoy aquí, escrito por Marcelo Rubens Paiva, hijo de Rubens Paiva y Eunice Paiva.
Y sigue: “La gente puede conectarse a eso, pero también puede descubrir un pedazo de la historia de Brasil que estaba debajo del tapete. Entonces, creo que tal vez es la combinación de estas dos cosas: la trayectoria humana de una mujer y cada familia, así como la reconexión con una historia, con su propio reflejo”.
Considera además que hay un hecho extraordinario con Aún estoy aquí. “A partir de la película, muchas personas compartieron hechos de sus propias memorias. No sé si ustedes vieron eso, pero hubo registros de muchos jóvenes contando lo que había sucedido en sus familias, con sus padres o abuelos que sufrieron alguna forma de violencia durante la dictadura militar brasileña.
Es una obra que generó reflexión. Fueron más allá de la película. Por eso suelo decir que esta película tiene cinco millones y un poco más de coautores”, acota Walter Salles, director también de largometrajes como Estación central (19989 y Diarios de motocicleta (2004).