En Venezuela, el Estado celebra avances en lactancia materna, pero activistas advierten que las cifras oficiales no reflejan la realidad. El cierre de centros, la reducción de bancos de leche y desnutrición infantil reflejan un retroceso en la atención a madres y recién nacidos, que contradice el discurso institucional.
Caracas. Yamileth*, madre primeriza de gemelos, recuerda su parto como una escena marcada por la ausencia: no pudo ver a sus bebés ni recibió orientación sobre cómo amamantarlos.
Tras una cesárea de emergencia, uno de los niños fue trasladado de urgencia al Hospital Victorino Santaella por dos complicaciones: paladar hendido y labio leporino, además de una malformación anal. Mientras, ella permanecía en la Maternidad de Los Teques sin poder abrazarlo.
Entre pasillos fríos, médicos apurados y un silencio que pesaba más que el llanto lejano de su hijo, comenzó para ella una maternidad atravesada por la soledad y la falta de acompañamiento.
“Durante los primeros quince días, el bebé estuvo en cuidados intensivos solo le ponía hidratación. Después lo operaron y le hicieron una colostomía. Fue que me pidieron leche materna, pero se la daban con una inyectadora”, relató la madre a Crónica Uno.

Cuando finalmente ella y su bebé fueron hospitalizados juntos, el panorama no cambió. Las enfermeras no lograron que el niño se prendiera al pecho ni le enseñaron a hacerlo. .
“Me dijeron que los bebés con condiciones así no pueden ser amamantados porque pueden tener complicaciones”,
recordó.
Sin embargo, esta afirmación contradice las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef. Ambas agencias de la Organización de Naciones Unidas (ONU), insisten en que la leche materna es vital en estos casos, incluso si se administra por vías alternativas.
La ausencia de información llevó a Yamileth a desistir. Nunca recibió charlas sobre lactancia y, al final, ninguno de los gemelos fue alimentado con leche materna: ambos crecieron alimentados con fórmula.
La historia de Yamileth se cruza con un patrón que se repite en distintos hospitales del país. Entre testimonios de madres y observaciones de activistas, emerge un cuadro donde la norma y la práctica caminan en direcciones opuestas.
Su relato no se reduce a una historia personal: el sistema promete acompañamiento, pero que deja solas a miles de mujeres en los momentos más vulnerables.

Políticas sin aplicación
Una activista en lactancia materna consultada por Crónica Uno señaló que, aunque en Venezuela se han promovido políticas de apoyo a la lactancia por más de una década, la realidad hospitalaria evidencia la brecha entre discurso y realidad.
Según cifras del Plan Nacional de Promoción, Protección y Apoyo a la Lactancia Materna, elaborado por el Ministerio de Salud y UNICEF, el 71 % de los recién nacidos inició lactancia en la primera hora de vida y el 68 % fue amamantado durante sus primeros seis meses.
No obstante, la especialista advierte que el acompañamiento estatal es insuficiente. La lactancia materna descansa en tres pilares: protección, promoción y apoyo. “Cuando se aprobó la ley de lactancia materna en 2007 se eliminó la palabra ‘apoyo’, lo que refleja cómo el sistema subestima ese componente esencial”, explica.
“En los centros de salud, ni públicos ni privados, no se garantiza el apego oportuno, no se enseña a las madres a amamantar correctamente y no hay seguimiento. Lo que se traduce que el sistema no está acompañando de manera adecuada a las madres en este proceso de lactar”,
aseveró la activista.
Los datos oficiales ofrecen un panorama optimista, pero la experiencia en hospitales muestra lo contrario.
El cierre de Mi Gota de Leche
Mi Gota de Leche fue el único centro gratuito de atención y capacitación en lactancia materna del Hospital de Niños José Manuel de los Ríos. Fundado en 2002, atendió a más de 79.000 madres y niños durante dos décadas.
Pese al éxito que demuestran los números y miles de testiminios favorables, 1° de agosto de 2022 anunció la reducción de 50 % de su personal especializado. Esto implicó su “cierre técnico” por falta de capacidad operativa.

“El cierre del centro evidencia la ausencia de políticas públicas efectivas. El Estado debería garantizar que cada niño sea alimentado con leche materna. Para eso, se necesita personal capacitado y bancos de leche operativos”, sentencia.
La activista aclara que esta normativa no se cumple en todas las maternidades. En 2016 Venezuela contaba con 10 bancos de leche. Hoy solo funcionan dos, en el Hospital Universitario de Caracas y en el Hospital Ruiz y Páez del estado Bolívar, ambos con limitaciones.
Durante un recorrido, Crónica Uno comprobó que el Hospital Materno Infantil de Caricuao tiene un “lactario”, pero no dispone de leche humana: es únicamente un espacio para amamantar a libre demanda, donde también se invita a donar.
El contraste histórico es evidente: de contar con diez bancos de leche hace menos de una década, se pasó a apenas dos, ambos con dificultades. En un país con tradición de programas comunitarios —como Mi Gota de Leche—, el retroceso no solo se mide en cifras, sino también en la memoria de las madres que alguna vez recibieron apoyo y hoy ya no lo tienen.
Falta de personal y formación
“Aquí no hay espacio para lactancia materna. Hace como un mes vinieron del ministerio a dar charlas, pero no tenemos personal para eso”, admitió la encargada de citas de la Maternidad Santa Ana. Las actividades se desarrollaron en la sala de espera, porque no existe un lugar adecuado.
“Hace tres años iban a crear una sala de lactancia, pero eso quedó en veremos”,
añadió.
En la Maternidad Concepción Palacio, en San Martín, funciona el programa Mamá Canguro, con apoyo de Unicef. Allí se ofrece asesoramiento técnico, consultas médicas y promoción de lactancia, pero limitado a bebés prematuros o con condiciones especiales.

La activista advierte que la carencia de personal formado en lactancia materna es crítica. Las pocas enfermeras y médicos que manejan el tema lo hacen por autoformación.
“En las universidades solo se da una materia sobre lactancia, y se enfoca más en lo médico que en lo humanista”, puntualiza.
Agrega que el Ministerio de Salud redujo la coordinación nacional de lactancia a una sola persona, lo que frenó su aplicación en hospitales.
“Eso impide que los centros promuevan la lactancia, formen a su personal médico y enfermeras, y se certifiquen como hospitales amigos del niño y de la madre. Es un problema de política pública”, subrayó.
Cifras sin respaldo
Durante la Semana de la Lactancia, que inició el 2 de agosto pasado, Adriana Urdaneta, presidenta del Instituto de Nutrición, afirmó que Venezuela alcanzó una tasa de lactancia materna exclusiva de 70 %, con lo que superó el objetivo de 50 % de la Agenda de Desarrollo Sostenible.
En 2016 Venezuela ocupó el puesto 70 en América Latina como promotor de la lactancia, gracias a su legislación y sentencias que la respaldan. “Cada día hay más mamás dando pecho”, afirma la activista. Pero, asegura, hasta la fecha las organizaciones civiles no han podido verificar el origen de esos datos.
“Hay dos puntos críticos que no se registran: el apego oportuno al nacer y la duración de la lactancia exclusiva. No sabemos de dónde salen esos datos”,
alertó la especialista.
Además, sostiene que el elevado número de niños en estado de desnutrición contradice las cifras oficiales. “Si se amamantara como dicen, no debería haber tantos casos de desnutrición”.

En la memoria reciente, Venezuela pasó de ser un país con campañas sostenidas de promoción de lactancia a un territorio donde las cifras se vuelven sospechosas y la realidad contradice el optimismo oficial. Ese trasfondo histórico, cruzado con la crisis hospitalaria, refuerza la sensación de que se ha perdido un terreno ganado.
Hoy, al recordar el nacimiento de sus gemelos, Yamileth aún asocia la maternidad con la soledad de un pasillo hospitalario y con la frustración de no haber podido amamantar. Su experiencia, como la de tantas otras mujeres en Venezuela, evidencia que la lactancia, más que un derecho garantizado, sigue siendo un ideal pendiente.
(*) La información de esta nota incluye aportes de fuentes que solicitaron anonimato por motivos de seguridad. Crónica Uno garantiza la protección de su identidad.
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