Lluvias colapsaron viviendas en Barrancas. Foto: Crónica Uno

Las lluvias en Táchira han dejado más de 300 viviendas en pérdida total y sectores incomunicados, según Protección Civil. Familias de Cárdenas y Barrancas enfrentan la incertidumbre de nuevos deslaves, mientras autoridades advierten que el 60 % de los suelos en la entidad son vulnerables.

San Cristóbal. El estruendo del barro deslizándose desde la parte alta de Colinas del Táchira despertó a Sonia Vivas en plena madrugada. En cuestión de minutos, el alud dejó incomunicada su vivienda en el callejón Las Brujas y la obligó, como a decenas de familias en el municipio Cárdenas, a enfrentar la incertidumbre que dejan las lluvias persistentes en la región andina.

Las precipitaciones no solo han afectado a Cárdenas: en total, 24 municipios del Táchira reportan daños por los aguaceros, con quebradas crecidas, vías obstruidas y centenares de viviendas dañadas. La geología del estado, donde más de la mitad de los suelos son expansivos y propensos a deslizamientos, agrava el impacto de cada tormenta.

La familia Vivas forma parte de las estadísticas de afectados por las continuas lluvias que azotan la región andina desde mediados del mes de junio pasado. Para Vivas se trata de una tragedia: no puede ingresar a su casa debido al colapso de la vialidad, mientras la amenaza de destrucción sobre la infraestructura es inminente.

“Aquí nunca se había presentado un problema. Yo tengo muchos años viviendo aquí, pues esta es mi casa materna, y ahora debemos buscar otro lugar para vivir”, contó Vivas a Crónica Uno.

Las precipitaciones arrastraron grandes cantidades de barro que cubrieron toda la calle hasta el embaulamiento, lo que dejó incomunicado al sector con el Mercado Mayorista de Táriba.

Vivas advierte que, sin la construcción de al menos un muro de contención en la parte alta, el material granular arrasará con todo a su paso. “Sabemos que está lloviendo fuerte, pero no imaginamos que en el sector se nos iba venir el cerro se nos iba venir encima”, expresó.

Esto llevó a quienes se dirigían al mercado a buscar rutas alternas, pues motocicletas y vehículos no podían circular por el lugar.

El paso por Colinas del Táchira está limitado. Foto: Crónica Uno

Calles tragadas por la montaña

Otro de los afectados es Freddy Jaimes, quien relató que la casa de su madre quedó dañada debido a la “montaña de barro” que se desplomó sobre la edificación, lo que impide el acceso a la vivienda.

Explicó que en la parte alta de la montaña colapsaron dos tubos de agua potable, lo que formó una laguna. Con los aguaceros, esa acumulación provocó que la tierra cediera cuesta abajo.

Freddy Jaimes no puede ingresar a su vivienda debido a la cantidad de lodo. Foto: Crónica Uno

El barro comenzó a socavar la estructura, lo que hace inhabitable el inmueble. Teme que con nuevas lluvias la casa termine destruida, como ya ocurrió con otras.

“Aquí vino la alcaldía con la maquinaria, pero en vez de echar el barro hacia otro lado, lo pusieron en el embaulamiento, lo que puede provocar que el mismo se taponee”,

dijo.

Señaló que la vía permanece totalmente cubierta de lodo, aunque las autoridades despejaron parte de la calle. “El lunes amanecimos incomunicados, ya hoy, al menos los carros pueden dirigirse al mercado”, expresó.

Ante el riesgo de colapso, Jaimes se mudó a la casa de un familiar. Planea trasladar sus pertenencias apenas el barro se seque, pues asegura que con cada lluvia el terreno cederá cada vez más.

Estos episodios no son inéditos en la región andina: en años anteriores, eventos similares en Táchira y Mérida dejaron comunidades incomunicadas y viviendas destruidas.

La recurrencia de estas emergencias evidencia que la combinación de lluvias intensas, suelos arcillosos y construcciones precarias multiplica la vulnerabilidad.

El callejón de Las Brujas quedó completamente obstruido. Foto: Crónica Uno

Entre el lodo y la espera

María Consolación Zerpa también resultó damnificada en Barrancas parte baja. Un deslizamiento colapsó tanto la parte trasera como la delantera de su casa. Explicó que no tiene dónde vivir: la vivienda era alquilada y carece de recursos para pagar otro arriendo.

Como madre soltera de tres hijos, espera recibir ayuda del Estado. Por ahora se hospeda en casa de su hermana, aunque necesita un lugar estable para rehacer su vida.

El barro continúa desplazándose a lo largo de las vías. Foto: Crónica Uno

“La casa colapsó, los dueños no pueden arreglarla, Protección Civil dice que ya no es habitable y yo me quedé en la calle”,

añadió.

Varias viviendas cercanas también corren riesgo de desplomarse, si los deslizamientos persisten. Los sectores de Barrancas, Colinas del Táchira y otros están asentados sobre terrenos arcillosos, altamente vulnerables.

Cuando el hogar se desmorona

El director de Protección Civil Táchira, Yesnardo Canal, informó que en el municipio Cárdenas varias viviendas se desplomaron. Muchas eran construcciones artesanales, más propensas a saturarse por efecto de las lluvias.

Detalló que en lo que va de 2025 suman 304 las viviendas catalogadas como pérdida total. Además, se reportó el incremento del caudal de la quebrada La Zorquera, con afectaciones en la vialidad del tramo San Isidro.

En la zona sur, en el sector Chururú, Protección Civil Fernández Feo atendió la crecida de un río que deterioró la carretera y evaluó los riesgos de un posible aislamiento de familias enteras.

En total, 24 municipios han resultado afectados por las precipitaciones. Según Protección Civil Táchira, 60 % de los terrenos en la entidad son expansivos, lo que eleva las probabilidades de deslizamientos.

Recorrer hoy Cárdenas significa que uno se encuentra con calles bloqueadas por lodo, casas a medio colapsar y vecinos que aún intentan rescatar lo que pueden. Desde Colinas del Táchira hasta Barrancas, y a lo largo de los callejones que conectan con el Mercado Mayorista, la huella del barro acompaña cada trayecto, lo cual sirve como un recordatorio de lo frágil que se ha vuelto la vida cotidiana.

La emergencia no termina cuando las maquinarias despejan los caminos ni con las cifras de Protección Civil. El telón de fondo es la incertidumbre: cada nube oscura en el cielo despierta el miedo de que el cerro vuelva a ceder.

Para los damnificados, el desastre no solo fue natural, sino también humano, y el verdadero alcance de sus consecuencias se aprecia en la espera interminable de soluciones que aún no llegan.

304 viviendas fueron dadas como pérdida total en lo que va de año, por fuertes lluvias. Foto: Crónica Uno

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