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Foto: Fedeagro

La crisis económica reduce el consumo de frutas y vegetales en Venezuela y afecta a productores que ahora venden solo la mitad de su producción, mientras consumidores reclaman el alto costo. Sin cifras oficiales desde 2015, Fedeagro advierte sobre consecuencias sociales y riesgos para la seguridad alimentaria.

Caracas. Los bajos salarios, la incertidumbre económica y la reducida capacidad de compra de los venezolanos se han convertido en factores de gran preocupación para los productores de hortalizas, vegetales y frutas en distintos estados del país.

Agricultores afirman que cada vez resulta más difícil vender la totalidad de sus cosechas, pues los consumidores destinan un presupuesto menor a los alimentos frescos, a pesar de ser indispensables en la dieta diaria.

Desde 2015, cuando el chavismo perdió el control del Parlamento, no se publican cifras oficiales. En el área económica, por ejemplo, el Banco Central de Venezuela dejó de publicar información sobre el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) y el Producto Interno Bruto (PIB) desde finales de ese año, por lo que no se pueden contrastar datos sobre las dimensiones de la crisis.

En la última década el Gobierno solo ha vuelto a publicar, de manera intermimente, algunos datos macroecónimos y de inflación, especialmente desde 2021.

Crónica Uno conversó con agricultores, representantes gremiales y consumidores para conocer de primera mano la situación del sector primario y los grandes esfuerzos que deben realizar los ciudadanos para llevar comida a sus hogares.

Las entrevistas reflejan un panorama en el que los productores enfrentan altos costos, baja demanda y cadenas de comercialización que encarecen los precios finales. Mientras, las familias hacen malabares para no sacrificar la calidad de su alimentación.

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Mercado de Guacaipuro – Verduras Foto: Luis Miguel Cáceres

Canasta incompleta

Agustín*, productor mediano de papa, zanahoria y ajoporro en Quíbor, estado Lara, confirmó que los consumidores destinan cada vez menos presupuesto a la compra de productos perecederos. Esto obliga a los mayoristas a adquirir menos mercancía.

“Nosotros estamos haciendo grandes esfuerzos para sembrar y para producir, en mi caso hortalizas de piso alto, como son la papa y la zanahoria, pero  aquí el mayor  problema es que la gente no tiene la posibilidad económica de comprar la canasta alimentaria completa”,

aseguró.

Señaló que mientras no exista un ingreso mínimo acorde con la realidad del país, marcada por una inflación elevada y precios dolarizados, los agricultores no podrán aumentar su capacidad productiva.

“En estos momentos es necesario planificar muy bien el trabajo del campo. Si uno siembra a lo loco, pensando que los mayoristas o los supermercados te van a comprar toda la cosecha, se corre el riesgo de perder grandes cantidades de dinero”, expuso.

Fotografía: Tairy Gamboa

¿Por qué suben tanto los precios?

Al ser consultado sobre el elevado precio de rubros como zanahoria, pimentón, tomate o aguacate, indicó que se trata de una consecuencia directa de la cadena de comercialización.

“En esta pregunta debo explicarle a la gente que los productos del campo tienen varios precios. El primero es el que nosotros le damos a los mayoristas o distribuidores a puerta de finca. El segundo es el que le dan los mayoristas a los vendedores; y el tercero es el que el vendedor pone para el consumidor final. En esa cadena el precio aumenta tres veces y hasta más”, alegó.

Criticó que se haya generado en el país una “falsa matriz de opinión” que responsabiliza al productor de los precios al consumidor final.

“Los productores no tenemos la culpa del precio que ponen los supermercados o los abastos. A puerta de finca las hortalizas, y en general, todos los rubros del campo son muy baratos, pero cada eslabón de la cadena de comercialización tiene sus márgenes de ganancia y de esa manera se encarecen los costos de los alimentos en general”, adujo el productor larense.

Entre $130 y $150 dólares

“Los precios de las hortalizas han aumentado demasiado en los últimos tres meses. Cada vez que vengo al supermercado gasto más y llevo menos”, expresó Cecilia Rojas, mientras hacía sus compras en el supermercado Unicasa de Bello Monte.

Relató que en enero destinaba alrededor de $80 al mes en frutas, verduras y hortalizas, pero actualmente necesita entre $130 y $150.

“En mi casa tratamos de comer sano y consumimos muchos vegetales, frutas y hortalizas. Pero uno ve la diferencia, como los precios van aumentando y eso me obliga a no llevar algunas cosas o comprar menos. El coliflor (está) carísimo; la zanahoria, ni se diga; el ajoporro te cuesta casi $5 el kilo; el cebollín también está caro. Si uno lleva de todo, son $200 solamente en verduras”, enumeró.

Consultada sobre si ha sustituido estos alimentos por otros más económicos, respondió que todavía no lo ha hecho. Sin embargo, no descarta hacerlo si la tendencia continúa.

“Si me toca sustituir algo, lo hago por otro vegetal o con alguna fruta que no esté tan cara, pero si el precio de las hortalizas sigue aumentando así como van, tocará comer más arepa, más arroz y más pasta”.  

Foto: Sulay García

Los agricultores venden solo la mitad

La Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro) ha advertido que los agricultores enfrentan múltiples obstáculos. Estos desafíos amenazan la sostenibilidad de sus actividades y el abastecimiento de alimentos frescos.

Emilio Breindembach, director de hortalizas del gremio, detalló que la caída en el poder adquisitivo ha reducido considerablemente la venta de productos perecederos, cada vez menos prioritarios en los hogares.

“Un agricultor de El Jarillo (estado Miranda), que antes vendía 100 kilos de frutas u hortalizas a un supermercado, ahora apenas coloca el 50 %. Además, los retrasos en los pagos de los supermercados, que pueden extenderse hasta 6 meses, agravan la situación”, alertó.  

Agregó que los productores también enfrentan altos costos de insumos, los efectos del cambio climático y la disminución del consumo. “Aun así, seguimos trabajando y buscando acuerdos con los supermercados para garantizar pagos puntuales”, aclaró.

Breindembach destacó que la agricultura familiar, que representa el 80% de la producción agrícola nacional, atraviesa un grave deterioro.

“Este sector, aunque produce menos que el 20% restante, pierde sus inversiones y su sustento. La venta de durazno, por ejemplo, ha caído entre un 70% y 80%, al no ser un producto prioritario”, reveló.

Especificó que otros rubros afectados son cebollín, calabacín, pepino y berenjena. “En la zona central del país los agricultores más impactados están en El Jarillo; San Pedro de los Altos (Miranda); Colonia Tovar (Aragua) y Bajo Seco (La Guaira)”, precisó.

carne y verduras
Foto: Referencial

Financiamiento ausente y contrabando desbordado

Por su parte, Osman Quero, presidente de Fedeagro, subrayó que los problemas estructurales incluyen la ausencia de financiamiento —el sector requiere al menos $1.500.000.000 anuales— y el colapso de la infraestructura rural.

Insistió, además, en que el contrabando desde Colombia ha golpeado a la producción nacional, al punto de hacer caer el precio de un saco de papas de 50 kg en los Andes de $35 a $15.

“Desde Fedeagro venimos proponiendo la implementación de siembras por contrato para garantizar precios justos, políticas que combatan el contrabando y programas de financiamiento accesible”,

puntualizó.

Afirmó que el sector agrícola nacional tiene capacidad para abastecer completamente el mercado interno en poco tiempo, salvo en algunos rubros como trigo y aceites. “El activo más importante es nuestra clase agrícola, que desde todas las regiones ha dispuesto hacer de este oficio su forma de vida. Y cuando esto es así, se imprime pasión por lo que se hace, generando arraigo al campo”, subrayó.

Quero advirtió que, sin medidas inmediatas para mejorar el poder adquisitivo y proteger la producción nacional, los agricultores venezolanos enfrentarán un panorama insostenible, con graves consecuencias para el abastecimiento de alimentos frescos.

“Desde Fedeagro seguiremos siendo la voz de todos los productores agrícolas que han decidido permanecer en su país, haciendo lo que mejor saben hacer: cultivar el campo venezolano y generar riquezas en todos los rincones del país”, dijo.

Consumidores y productores coincidieron en que este desbalance en el acceso a alimentos frescos no solo afecta la economía del campo, sino que tiene implicaciones directas en la nutrición y la salud pública, especialmente entre los niños y familias de menores ingresos.

También podría desencadenar un éxodo rural de pequeños productores, así como una mayor dependencia de subsistencias más baratas, pero menos nutritivas —como arepa, arroz o pasta—, lo que podría aumentar la vulnerabilidad alimentaria en el país.

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