La detención del reportero de sucesos, Román Camacho, avivó los miedos de los periodistas venezolanos que aseguran ser víctimas de persecución por parte del Estado venezolano por cumplir con su labor de informar.

Caracas. Mientras unos atienden la declaración y piensan en la pregunta que harán en breve, otros reporteros sostienen sus micrófonos o grabadoras y miran a los lados para buscar a funcionarios policiales o personas sospechosas que estén cerca. 

Si alguno advierte a algún individuo fotografía al grupo de periodistas, es capaz de detener las palabras del vocero para pedirle retirarse del sitio. Otros prefieren no atender las convocatorias y quienes sí lo hacen huyen del sitio incluso antes de que termine el evento pautado. 

Así se desarrollan las coberturas periodísticas en Venezuela. Un escenario en el que los propios reporteros consideran que viven persecución, acoso y abusos por parte de los cuerpos de seguridad y funcionarios del Estado que son capaces de amedrentar y amenazar a la prensa públicamente.

“Me he planteado incluso dejar de ejercer porque siento que mi vida está en riesgo en cualquier momento, ante cualquier situación, independientemente de la fuente que se cubre en este país, cualquier persona está expuesta”, dijo a Crónica Uno un periodista que trabaja para una agencia de noticias. 

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Foto: Crónica Uno

Cada vez más cerca

La labor de documentar, denunciar y difundir la información que es tarea primordial de los periodistas se convirtió en un asunto de riesgo para estos profesionales que describen como “miedo”, “frustración” y “desamparo” sus sentimientos al enfrentarse al trabajo de buscar y narrar noticias de interés colectivo. 

Un informe el Instituto Prensa y Sociedad (Ipys Venezuela), que se publicó en agosto de 2024, reveló que “la hostilidad contra la prensa independiente en Venezuela es una política de Estado, deliberadamente planificada, ejecutada y profundizada para silenciar a periodistas y medios y, de esa forma, debilitar el debate público sobre asuntos de interés público”.

El estudio expuso que la sistemática situación contra la prensa venezolana y la idea de que los periodistas son “enemigos internos” llevó al exilio a muchos profesionales que atribuyen como una de las principales razones de su huida esa persecución que sufren y las restricciones para el ejercicio del periodismo en Venezuela. 

Pero para muchos la compleja situación que atraviesa la prensa local hace más de 20 años empeoró sistemática y ampliamente en el último año, tras la detención de periodistas por coberturas “incómodas” para la administración de Nicolás Maduro y otros tantos son amedrentados para evitar la publicación de contenidos de interés colectivo

“Los trabajadores de la prensa estamos viviendo los días más difíciles de los últimos 25 años, porque básicamente hemos sido sometidos a una censura abismal, a un ataque sistemático que ha dejado de lado y apartados a un montón de periodistas, de camarógrafos, de editores, de fotógrafos”,

contó a Crónica Uno una periodista de investigación, quien prefirió omitir su identidad. 

La reportera relató que es común tener “personajes públicos vetados” en los medios de comunicación que aún sobreviven en Venezuela, pues eso pondría en riesgo, no solo al periodista que investiga, sino al medio que publica. 

Día Mundial de la Libertad de Prensa | Periodismo | Libertad de Expresión
Foto Maru Morales P., archivo

Las medidas ante el miedo

La detención del periodista Román Camacho, el 4 de marzo, por la cobertura de un asesinato en el barrio petareño de José Félix Ribas, puso de nuevo en la palestra la intimidación que denuncian organizaciones nacionales y internacionales defensoras de los derechos a la libertad de expresión y el acceso a la información. 

La aprehensión del reportero de sucesos se sumó a la de otros 12 periodistas que están privados de libertad en el contexto de las elecciones del 28 de julio y que permanecen tras las rejas. Además de otros dos del equipo de prensa del partido opositor Vente Venezuela que se mantienen refugiados en la embajada de Argentina desde hace un año. 

Ni las exigencias de organizaciones como el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), el Colegio Nacional de Periodistas (CNP) u organismos internacionales como la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) de la Comisión Interamericana para los DD. HH., o de la ONU, sirven para mitigar los ataques a la prensa venezolana. 

Ante el escenario, a los periodistas no les ha quedado más que extremar sus medidas de seguridad y sus esfuerzos por mantenerse a salvo y seguir informando. 

Jesús Armas
Fotografía: Crónica Uno.

“Hay mucha frustración, mucho miedo, por supuesto, mucha incertidumbre, mucha autocensura porque te cuidas de expresar, de decir cosas, yo casi mis redes sociales públicas no las utilizo para poner básicamente nada, dejé de usarlas. Me convertí en un usuario pasivo”, contó una reportera. 

Para otra periodista, de un canal de televisión, las dificultades en las coberturas crecieron a partir de las elecciones presidenciales, cuando se desató una ola de persecución denunciada por organizaciones nacionales e internacionales, y obligó a muchos periodistas a resguardarse, evitar exponerse e incluso parar de trabajar en algunos períodos o fuentes. 

“Uno se siente un delincuente sin haber cometido ningún tipo de delito y simplemente por trabajar en lo que uno hace y en su profesión. A partir del 28 de julio, tocó empezar a enviar tu ubicación en tiempo real a los jefes, tu ubicación en tiempo real a tus contactos de emergencia o a un amigo que sabes que ante cualquier circunstancia va a estar pendiente”.

Aseguró que muchos decidieron dejar atrás el periodismo para dedicarse a emprendimientos, o irse del país y evitar la “angustia” que genera el ejercicio de la profesión.

Recordó que en otros casos los reporteros fueron obligados a salir de sus casas o incluso del país, tras coberturas que sirven a la justicia estatal para acusarlos con delitos como “incitación al odio” e incluso “terrorismo”. 

Mermados

A toda la situación se suma la crisis económica en el ecosistema de medios digitales que surgió en Venezuela en los últimos 20 años y que se han visto al borde de la quiebra por la falta de financiamiento o el cierre de proyectos y espacios que servían para tal fin. 

“No hay libertad de prensa, pero tampoco hay fuente de trabajo. Los pocos medios que existen no pagan acorde con la carga laboral, no hay seguridad social”. 

detalló otro reportero.

Para él, todo lleva a los comunicadores sociales a “un saco de frustración, de desamparo, de miedo, de sentirte vulnerable, porque básicamente es como si te estuvieran lanzando a que te dediques a otra cosa”.

Cada detención, como la de Román Camacho, quien fue excarcelado el viernes, 7 de marzo, tras 48 horas de privación de su libertad, así como la merma de apoyo económico, llevan a los periodistas a pensar en “un viraje” de su profesión. 

“Tengo ocho años ejerciendo como periodista y no tuve el privilegio de ejercer en un país sin leyes como la Mordaza u otro tipo de reglamentos que restringen nuestra labor. Pero en los últimos años ha sido una censura completa y el caso de Román, de periodistas como Roy Branker y de los demás detenidos es una alarma perenne para los que seguimos en el país”, dijo a Crónica Uno una periodista de la fuente de sucesos.

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