Abuelas merideñas mantienen viva una tradición que se ha hecho centenaria como es armar el pesebre del niño Jesús. Elaboración que más que una celebración es un acto de fe.
Mérida. Según en el ensayista e investigador cultural polaco Ángel Rosenbalt, los orígenes del pesebre en Venezuela datan de 1832, acentuándose en la región andina en la que el catolicismo tuvo mayor impacto para la época.
El pesebre venezolano tiene sus orígenes desde la conexión cultural traída al país por los padres franciscanos. Su origen se remonta hacia el año 1223, bajo la creación de San Francisco de Asís en el pueblo de Greccio en Italia.
Dos siglos más tarde, la tradición del pesebre o también llamado nacimiento del niño, continua dentro de los hogares venezolanos, desde creaciones modestas en cajas de zapatos hasta salas enteras con figuras que copan amplios espacios.
En el municipio Libertador de Mérida, las abuelas merideñas aún conservan la tradición de elaborar el pesebre heredada por sus antepasados representado el nacimiento a escala cada año como un acto de fe.
Dentro del sector Capilla del Carmen de la Ciudad de Mérida, habita la familia Hernández de Gavidia, en ella, la señora Adela de 72 años, crea pesebres desde hace 55 años, cuando uno de sus cuñados quien era artista, le inculcó la tradición navideña por promesas religiosas o por simplemente un acto de fe.
Adela comenta que parte de las figuras representativas que conserva han pasado desde la generación de su bisabuela, preservándose por más de 200 años.
“Cuando mi mamá murió yo era la única hembra. Ella antes de morirse estaba enferma y me dijo que no lo fuese a botar que los trajera y siguiera la tradición. Tengo a San Juan. Qué tiene demasiados años también, tiene como unos 100 años ya con nosotros, en el caso de San Juan nunca se ha retocado, está intacto desde hace muchísimo», dijo.
En la zona también reside María Quintero, quien a sus 70 años hace el pesebre en la entrada de su casa, desde hace más de 10 años.

Cuenta que cuando pequeña su mamá le prohibía hacer el nacimiento en el piso pues, era de mal gusto poner al niño Jesús ahí, generalmente se construía sobre una mesa o cajas de cartón como armazón.
Con el pasar de los años todo ha cambiado y justo desde que sus hijos le regalaron piezas de pesebre de gran escala, decidió hacer su obra contando con aproximadamente cinco metros de largo, tomando parte de la sala de su hogar.
Para María, hacer el pesebre es un acto religioso, le toma cerca de una semana crearlo, es una obra que va cambiando de diseño y en el que siempre cuenta con el apoyo de su esposo para mover piezas y troncos en su armado.
“Me da mucha alegría cuando llega diciembre porque llega la navidad. Ver el pesebre en la casa porque llama la atención, a los niños les gusta mucho, es muy bonito el 24 sentarse a rezar y ver el pesebre. Eso da una emoción y alegría”, expresó.
Espacio para la devoción
En el sector de Belén, del municipio Libertador, Nathalie Navas, lleva más de 40 años junto a la tradición que le inculcó su abuela. Desde pequeña entendió que hacer el pesebre era un acto de fe cargado de mucha mística y energía hacía el niño Jesús.
Para Nathalie hacer el pesebre tiene una producción energética en el que comienza por arreglar y limpiar toda la casa.
“Siempre ocupa casi toda la sala. El niño que tengo tiene más de 100 años. Este niño Jesús se lo regaló un cardenal a mi abuelo se lo dio porque él trabajaba construyendo en la Catedral de Mérida. Es un niño totalmente español”, comenta.
La fe por el pesebre ha sido milagrosa, no solo para su familia, sino para amigos. Nathalie, indicó que la devoción ha traído a su casa nacimientos de nuevos familiares, reparaciones necesarias para su casa y hasta la compra de una propiedad para una vecina quien se encargó por años de confeccionar constantemente el vestido del niño Jesús.
Pesebre que trasciende fronteras
La amiga de Adela vive en Santiago de Chile y actualmente ha hecho un pequeño pesebre en su apartamento, esto con el objetivo de conservar las costumbres venezolanas.
Aunque en Chile el armar el pesebre no es algo nuevo, ciertamente sí el estilo y confección por parte de la comunidad venezolana residenciada en el país suramericano.
Detalla que hace años enseñó a una amiga cercana a hacer pesebres, todos los años ella iba a la localidad de El Vigía, municipio Alberto Adriani, recorriendo más de 70 kilómetros para ayudar a hacer grandes pesebres en esta zona.
Hace un par de años, su amiga emigró debido a la crisis humanitaria que enfrenta el país, sumándose a los más de 8.000.000 de venezolanos en el extranjero.
En el caso de Nathalie, su prima se mudó a Brasil hace varios años, en su zona no es común ver pesebres, pero ella por tradición familiar no ha perdido la constancia de recordar sus raíces culturales y poder tener su espacio de fe y devoción en la época navideña.
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