Yolicet Pimentel acondicionó el porche de su vivienda, en el sector García Carballo, con la donación de muchas personas que contribuyeron en reforzar la educación de la niñez en la parroquia.

Caracas. “Maestra, voy bien”, dice uno de los alumnos de Yolicet, tras levantarse de su pupitre. A su lado otra estudiante repite la misma frase. Desde 2021 la casa de Yolicet Pimentel, ubicada en el sector García Carballo de la parroquia Caricuao, se convirtió en un espacio educativo.

Durante la pandemia de COVID-19 fundó el centro Cree en ti. Y desde la 1:00 p. m. hasta las 5:00 p. m. varios niños, niñas y adolescentes se reúnen durante dos horas para recibir clases de Castellano, Matemática y de lectura.

Sebastián, alumno de quinto grado, asegura que disfruta asistir todos los días a casa de la maestra Yolicet porque aprende y se divierte. Gracias a ella aprendió a leer, ya que había avanzado de grado sin dominar esta habilidad fundamental.

Centro Cree en Ti en Caricuao. / Foto: Crónica Uno

78,03 % de los estudiantes se encuentra por debajo del estándar de fluidez lectora para su grado, mientras que 13,08 % de ellos no logró leer ni una sola palabra, de acuerdo con la Asociación Civil Con la Escuela.

Para Yolicet diversos factores afectan la educación de los estudiantes de su comunidad. Entre ellos la pandemia, el horario mosaico  –modalidad que regula la asistencia de los educadores y alumnos–, la escasez de docentes debido a los bajos salarios, las fallas en los servicios públicos y la migración de los padres.

“Los niños llegan con muchas deficiencias por falta de una buena educación. Otros, porque sus padres emigraron y no tienen con quién hacer sus tareas, ya que quedaron a cargo de adultos mayores”,

explica. 
Niños con poco compresión lectora en Veenzuela./ Foto: ONG Con la Escuela

El comienzo de todo

Aunque la administración era su mundo, el contacto con la comunidad le abrió otros horizontes. Después de dos años y medio como empleada en una empresa, pasó a realizar un componente docente de formación gratuita con la ONG Mi Convive, lo que la llevó a ser maestra en un centro de tareas dirigidas.

“Siempre me apasionó la docencia y la enseñanza a los niños, aunque nunca la estudié formalmente. Luego tuve la oportunidad de formarme en Psicología y Psicopedagogía con enfoque en la infancia mediante un diplomado”.

Luego de que varios padres le pidieran a Yolicet que ayudara a sus hijos con las tareas que enviaban de la escuela durante la pandemia, surge el centro de tareas dirigidas Creo en Ti, bajo el concepto de “un espacio de refuerzo”.

Sin embargo, cuando comenzó ella se dio cuenta de que los niños y niñas no sabían leer, no sumaban ni restaban. No identificaban las letras ni las sílabas. “Tengo que empezar de cero y ayudarlos con sus tareas académicas”, recuerda.

La transformación de su hogar

El porche de Yolicet ahora combina la decoración de casa con el material didáctico para sus clases. Los muebles tradicionales fueron reemplazados por mesas plegables que sirven como escritorios para los 12 niños y niñas que asisten a sus clases en Caricuao. 

Cada uno tiene un puesto asignado según su tamaño y edad, que utilizan cuando les toca tomar dictado, escribir letras u oraciones, leer o hacer tareas de Matemática. A un costado hay un estante con material de apoyo para los estudiantes, todo realizado por ella y sus alumnos. Además, tiene una pizarra que sirve de guía para los más grandes.

“La decoración de este espacio fue gracias a la ayuda de muchas personas que donaron. Así pudimos realizar esto y hacerles ver a ellos que realmente es un centro de tareas dirigidas donde van a aprender y avanzar”.

Los días viernes en el centro Cree en ti realiza actividades recreativas con los estudiantes, / Foto: Crónica Uno

En cuatro años ideó un horario y un cronograma de clases. Empezó con alumnos los días lunes, martes y miércoles, pero luego prefirió atenderlos todos los días, con dos turnos: de 1:00 p. m. a 3:00 p. m. y de 3:00 a 5:00 p. m. Cada turno con seis niños, a una tarifa de $1 diario por cada alumno.

Actividades recreativas

Los viernes Yolicet permite que ambos grupos de clase interactúen entre sí. Cada niño y niña debe llevar algo para compartir y realizar alguna comida juntos. El viernes, 21 de marzo, hicieron ensalada de frutas.

“La mayoría de ellos se la pasaban solos en sus casas y no tenían mucho contacto con otros niños porque sus padres se fueron del país o trabajan. Esto es para que aprendan a compartir entre ellos y que también sea algo agradable ir a la escuelita porque saben que el viernes van a tener recreación”.

Yolicet explica que los viernes también divide a los estudiantes en pequeños grupos con los que pone en práctica juegos didácticos, actividades lúdicas para impartir procesos básicos de aprendizaje como suma, resta, multiplicación, división, lectura y escritura. 

“Trabajo con procesos de aprendizaje a corto plazo. Es una manera de educar y rescatar los valores y la cultura que teníamos antes nosotros los adultos con estos niños, niñas y adolescentes y alejarlos de los peligros de las redes”,

admite. 

Lo que más admiran los representantes y estudiantes de Yolicet es la paciencia que tiene para enseñarles. “Siempre me dicen que explico bien y que les tengo mucha paciencia, algo que no todos tienen”. 

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