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Luego de 4 años comunidad LGBT valenciana volvió a las calles entre desunión y deseos de respeto

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Los miembros del colectivo sexodiverso insisten en que se debe retomar la calle, pero para hacerlo de forma efectiva se necesita de mucha organización, pero las diferencias entre las partes impide el éxito del grupo que ha vuelto a teñir el asfalto de colores y exigencia de derechos.

Valencia – Cuatro años han pasado desde que las marchas del orgullo LGBT+ quedaron paralizadas en Carabobo. La falta de organización, la ausencia de una dirigencia política, la unidad en el movimiento sexodiverso y la pandemia fueron algunas de las causas primordiales que deterioraron la protesta.

Venezuela y Carabobo no se han destacado por ser lugares en los que el movimiento LGBT+ sea sólido, pero recientemente ha comenzado a verse en el panorama público el deseo de estos actores en decir «presente» y en Valencia lo hicieron. Aunque la protesta estaba pautada para las 10:00 a.m de este 26 de junio de acuerdo con el aviso difundido en redes sociales, la verdad es que empezó a las 11:30 a.m.

El punto de partida fue la estación Cedeño del Metro de Valencia, para terminar en la Torre Banaven a escasos metros de la estación del Metro Francisco de Miranda, conocida como la estación Rectorado, un recorrido de 2 kilómetros bajo el fuerte sol valenciano que no detuvo a estos jóvenes, en su mayoría menores de 25 años de edad, de los cuales muchos experimentaban este tipo de concentraciones por primera vez.

Tal fue el caso de Sebastián Crespo de 16 años de edad. Viste un chaqueta y un pantalón blanco que se mandó a hacer para la ocasión. Es maquillador profesional y su arte lo plasmó sobre su rostro con pestañas postizas y un rostro coloreado con sombras que emulan los colores del arcoiris, labios pintados, un pecho descubierto en el que se lee la frase: «LGBT», acompañados de dos tapa pezones que dicen en inglés «Lick Me», es decir lámeme. Sus uñas perfectamente hechas son alargadas y están pintadas. Su actitud lo hace resaltar entre todos los colores, pero también lo hizo en el trayecto hasta el punto de encuentro.

Foto: Armando Díaz.

Vengo desde Naguanagua. Me vine en bus y te podrás imaginar. Todos me miraban, algunos lo hacía con caras feas, pero otros me decían que les encantaba mi estilo y se querían tomar fotos conmigo. Eso fue muy lindo».

Se siente muy bien de estar en la marcha y todo le ha llamado la atención, especialmente la energía que siente en el ambiente. «Todo se siente en confianza, es bello hay mucha gente apoyando el orgullo y aunque lleguemos al punto final esto sigue, porque de que sigue sigue».

Foto: Armando Díaz.

Su outfit lo armó la noche anterior, la chaqueta ya la tenía, pero el pantalón lo hizo él. Se define como artista, de hecho madrugó para maquillarse. «Me paré a las 6:00 a.m. Por ahí puedes sacarlo».

La vestimenta no quita lo hombre

Que su apariencia tenga una tendencia hacia lo femenino no significa que se sienta mujer. De hecho, es muy enfático en eso. «La ropa no tiene género. El maquillaje no es solo para mujeres. Soy un hombre, no me considero mujer, ni género no binario. Soy un hombre que se viste con prendas que le gustan y un maquillaje que llama la atención».

No busca llamar la atención, para él opina que lo que haces es marcar la diferencia, porque su forma de vestir busca visibilizar que vestirse así es también ser un hombre y de hecho asegura que siente que ha roto una muralla.

Su forma de exteriorizar su sentir le lleva a toparse con la homofobia. Es una constante en su vida. No todos los días lo aplauden, ni lo miran con admiración, como ocurre mientras recorre la icónica Avenida Bolívar Norte. «Me discriminan, me dicen marico, me maldicen. Es algo estúpido, pero es abuso verbal y hasta envidia».

Fotografía: Armando Díaz.

Aunque ha sido objeto de discriminaciones no considera a Valencia como una ciudad homofóbica, pero si una sociedad que le cuesta entender que todos son diferentes.

A su juicio a la marcha no le faltó nada, luego añade que quizás un poco de música. No le importa la inexistente presencia de políticos porque ellos no lo detienen. «No necesitamos de nadie. Somos lo que somos y ya».

No es un carnaval

A la marcha también acudió Diana Patricia Fontalvo, una mujer trans de ideas claras. «Vine a esta marcha a exigir respeto a mis derechos. Estas marchas no son un carnaval ni para que la gente se ría de nosotros».

Durante el recorrido algunos aplauden, otros tocan cornetas en apoyo. Desde los edificios muchos más observan con escepticismo y curiosidad, otros muestran dedos groseros en señal de rechazo.

Foto: Armando Díaz.

Fontalvo invita a todos los carabobeños a quitarse los tabues. «No somos extraterrestres, tampoco estamos enfermos. Esto es una realidad, es como la realidad política y económica del país. Tenemos que unirnos».

La unión es algo que siente ausente dentro de la comunidad LGBT carabobeña. «No tenemos apoyo de las instituciones, ni del gobierno, pero la comunidad está muy fría. Necesitamos más publicidad.».

Para Fontalvo muchos creen que las personas trans y miembros en general del movimiento sexodiverso no tienen sueños, ilusiones y mucho menos sentimientos. Por eso invita a los demás a humanizarse, a entender que ellos son también personas que quieren ser incluidas en la sociedad y el mundo.

Foto: Armando Díaz.

Ella ha sufrido mucho durante su vida, pero su clave es respetarse, porque eso permite que la respeten, aunque añade que la gente ignorante es la que la irrespeta y aunque se las ha topado en 37 años de vida se considera una mujer fuerte.

Comunidad fragmentada

Cookie fue otra mujer que asistió a la marcha, ese es su nombre. No da apellidos ni mucho más, solo es Cookie, como galleta en inglés y es ampliamente conocida en la movida de ambiente, por sus presentaciones al estilo lipsync. No lleva peluca y sus amigas la invitan a ponérsela, pero dice que no. e¡En su lugar lleva un gorro de arcoíris.

Recorrió todo el trayecto en moto con una amiga trans, como ella. Pero afirma estar feliz, porque las marchas regresaron. «Estuvieron ausentes cuatro años. Somos muchos los que queremos nuestros derechos».

Foto: Armando Díaz.

Las ausencias más allá de la pandemia las atribuye a la falta de organización de la comunidad.

Si queremos derechos hay que organizarnos para exigirlos, porque somos personas independientemente de si somos gays, trans, lesbianas somos personas. Yo siempre lo digo si hoy llueve, la lluvia es para todos. Hoy disfrutamos de este sol que es para todos y por ende, el respeto es para todo».

Recuerda los años de irrespeto como parte del pasado. «Y el que me irrespete pues asunto de él». Pero no siempre fue algo de asunto de otro. Muchas veces cuando se sentaba en restaurantes se le acercaban y le pedían que se fuera.

Foto: Armando Díaz.

Un tema de latitudes

Pero no todos los que asisten son miembros de la comunidad. Héctor Bencomo por ejemplo acudió como fotógrafo. Estuvo hace 4 años en la marcha y se califica como heterosexual. Ve muy positiva este tipo de marchas. Sin embargo al comparar ve que hay mucha menos gente que en la última concentración. «Creo que es el tema pandemia, pero también me llama la atención que hay mucha gente del sur y poca o nada del norte».

En Valencia, la zona sur ha estado históricamente ligada a las clases populares, mientras que el norte se vincula a los más pudientes, aunque estos estratos se han desdibujado por la crisis, San José, la parroquia en donde se lleva a cabo la marcha es la segunda más poderosa, luego de Chacao.

Foto: Armando Díaz.

Desde su visión ve mucha polarización. Critica que no haya suficiente apoyo ni de discotecas ni del mismo movimiento LGBT. «No se qué pasó pero es evidente que falta organización». Incluso opina que ve a muchos con una actitud forzada. «Si tu estás en esta marcha es a celebrar. No puede ser que te tome una foto y te escondas. Eso no es orgullo».

Bencomo es alguien que se denomina «gay friendly» como se le dice en inglés a los amigos de la comunidad y como amigo opina que las diferencias sociales son prácticamente un cáncer para la comunidad porque la divide.

Eso no se ve en Caracas, ni en Maracaibo y mientras no logren sanar esas diferencias es complejo que tengan un éxito total».

Foto: Armando Díaz.

Este fotógrafo hizo la marcha completa. Lleva su cámara llena de fotos full de diversidad y eso le gusta. Asegura no sentirse incomodo ante tanta variedad «¿Por qué habría de sentirme así? Todos somos diferentes en este mundo. Somos todos únicos. Hoy escuché una palabra que retumba mucho y esa es normalidad. Todos somos una parte importante de esta sociedad y hay que aprender a engranarnos».

Foto: Armando Díaz.

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