Caracas. En Kill Bill: Volumen 2, el personaje de Bill tiene una conversación con Beatrix Kiddo que se ha vuelto referencia. Él le dice que su superhéroe favorito es Superman, porque a diferencia de otros, Clark Kent es el remedo de lo que el kryptoniano considera es la humanidad. Por eso es torpe, inseguro y cobarde. En cambio, Superman es lo que es desde que se levanta hasta que se acuesta. Lo demás es una impostura.

Si bien la observación es loable, y a la vez discutible, Superman es mucho más que esa dualidad. Es cierto que la dinámica del personaje en capa y la de reportero establece una narrativa para el análisis. Pero la figura es mucho más compleja. Aún así, la existencia de Clark Kent ante el exterior desconocido o reciente es una perspectiva que lo diferencia de otros superhéroes.

Ahora bien, acaba de estrenarse la versión de Superman de James Gunn, una película que busca renovar al personaje luego de intentos no muy bien cuajados para la audiencia.

Esta vez es David Corenswet el encargado de encarnar al héroe volador, que esta vez debe impedir que una nación foránea invada a un país con menos capacidades de defenderse, toda una triquiñuela geopolítica que tiene a Lex Luthor (Nicholas Hoult) como operador tras bastidores.

Es así como el protagonista se ve amenazado por una serie de criaturas que forman parte del complot del villano, que tiene entre su equipo a The Engineer, personaje interpretado por la actriz venezolana María Gabriela de Faría.

Superman
Blancica distribuye la película en Venezuela.

El primer acto del largometraje presenta al personaje ya en aprietos, en una primera escena en la que surge en la derrota, por lo que es rescatado por Krypto, el perro con poderes que se convertirá en el principal aliado del protagonista en los momentos más extremos; será su salvación cuando no puede más. Un elemento de enganche que apela a la ternura y al humor.

Y es desde este punto donde se desdibuja la diferenciación que suele existir entre Superman y Clark Kent. Pues en esta versión, el reportero luce decidido y atinado en todo momento. Es una licencia válida, pero que puede resultar extraña, pues anula ese contraste que daba la decisión del superhéroe de bajar su perfil cuando no porta el traje azul. Esa manera de llevar la contraria a su naturaleza para no exponerse.

Por momentos, en Superman parece que se aprecia argumentos vistos recientemente en películas de superhéroes. Por ejemplo, para menoscabar la imagen pública del protagonista, y afectarlo emocionalmente, Lex Luthor logra poner a la ciudad en su contra con la transmisión de un video que mella la entereza del kryptoniano. 

Tanto la actuación de David Corenswet como Superman como la de Nicholas Hoult están a la altura de lo esperado. Lo único, es que Lex Luthor como villano no es convincente en sus propósitos. Es un asunto del guion de James Gunn, no del actor. Al final, sus acciones contra el superhéroe responden más a una malcriadez por la mera existencia del extraterrestre. Y no es mentira que Lex siempre ha sentido envidia, pero en este largometraje omiten cualquier otra intención que eleve el espíritu maligno del personaje.

Superman
En Superman, el perro juega un papel fundamental en la resolución de problemas

María Gabriela de Faría está muy bien como mandadera del enemigo, una persona que perdió su humanidad para seguir los objetivos de Lex  Luthor. Se puede intuir una historia todavía por descubrir en su “sacrificio” por acabar con el héroe. 

Rachel Brosnahan como Lois Lane también cumple su cometido como personaje cómplice, pero también conciencia, que indaga sin problemas en los pensamientos del protagonista.

Esos cuatros actores del elenco son precisos para los personajes. Sin embargo, en sus dos primeros actos Superman es una película irregular que por momentos quiere ser solemne y en otros una parodia inspirada en películas clase B de los ochenta, escenas que incluso recuerdan a los monstruos de los Power Rangers. Y ojo, es todo intencionado. No son deslices, como sí lo son algunos efectos especiales que hacen que ciertos ambientes de la película se vea opacos, oscuros. 

Pero ya en su clímax, Superman es un desfile de emociones con batallas correspondientes a la épica exigida, un protagonista ya desmedido en su afán por derrotar finalmente a su contraparte para luego hallar la calma del abrazo en su amada. Es en el acto donde la euforia halla su templo en esos minutos en los que ya parecen que no importan intenciones autorales, sino honrar al mito del protagonista.

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