La película animada de Disney lleva un mensaje sobre cómo las narrativas pueden execrar a grupos y condenarlos al ostracismo.

Caracas. Casi diez años después de su primera entrega llega a las pantallas Zootopia 2, la película de Disney sobre una metrópolis de mamíferos cuya dinámica diaria de entuertos se ve afectada por peligros inesperados que socavan la existencia de los animales.

Es en este contexto donde aparecen Judy y Nick, una coneja y un zorro pertenecientes al cuerpo policial de una ciudad en la que los reptiles no son bien vistos. Estos últimos están prácticamente marginados de la vida civil y confinados a sectores periféricos.

Ante esto, la pareja protagonista entra en acción, pues saben que la narrativa oficial no se corresponde con la realidad; una postura que los convierte también en sospechosos de todo lo que acontece. Aun así, su determinación los lleva a descubrir los pormenores de una conspiración que lleva años minando la convivencia.

Zootopia 2
Zootopia 2 está actualmente en la cartelera de cine de Venezuela

La utopía de igualdad y armonía de la ciudad ha estado en entredicho desde el estreno de la primera película en 2016. Se trata de una historia con tintes orwellianos sobre la mezquindad, la avaricia, el poder y la miseria. Bajo su propuesta de cine animado familiar, Zootopia 2 mantiene un discurso claro sobre la complejidad de la vida humana a través de la metáfora animal.

La obra retrata una armonía aparente que se resquebraja cuando se imponen la fuerza física y los prejuicios inherentes a cada especie.

Recordemos cómo en la primera entrega se subestimaba la capacidad de Judy para ser policía debido a su apariencia. En esta secuela, el planteamiento es similar en su lectura de las relaciones sociales. No hay una novedad radical en la estructura, pero sí  un mayor énfasis en temas como la segregación, especialmente en el caso de los reptiles.

Sin embargo, el conflicto de Zootopia 2 es lo suficientemente emocionante como para trascender la mera intención de extender una historia que ya fue bastante redonda en su origen. Las aventuras de Judy y Nick están bien hilvanadas en un largometraje que recalca una verdad cruda: no importa cuánto te esfuerces, las cosas siempre pueden salir mal y los prejuicios sobre tu condición o tu pasado no siempre desaparecerán del todo.

Este mensaje se presenta con una animación que no busca emular la realidad —un detalle que se agradece— y con una estética lo suficientemente definida para consolidar la identidad de un mundo animal obsesionado con alcanzar la utopía.

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