Albe Pérez, directora de Funda Obrero, sostiene que el interés de los estudiantes por la lectura persiste, pero se ve condicionado por las realidades socioeconómicas de muchos alumnos provenientes de sectores populares.

Caracas. Con el sonar del timbre que marca el recreo en el Instituto Técnico Jesús Obrero, la Biblioteca Hermano Korta se convierte en un punto de convergencia para estudiantes con diversos intereses. Algunos encuentran un ambiente para realizar las tareas, mientras otros alumnos se sumergen en la lectura de textos técnicos y obras literarias.

Los adolescentes utilizan este tiempo para compartir intereses y participar en juegos de mesa para desarrollar habilidades sociales en un entorno distinto al aula.

Albe Pérez, directora de Funda Obrero, explica que el interés de los jóvenes por la lectura persiste, pero se ve condicionado por las realidades socioeconómicas de muchos estudiantes provenientes de sectores populares.

“La prioridad de las familias es cubrir las necesidades básicas, lo que dificulta la adquisición de libros y el fomento de actividades culturales. Esta biblioteca busca subsanar ese déficit de aprendizaje generado por las limitaciones económicas”,

explica.

Para Pérez la esencia de esta biblioteca trasciende la lectura, el estudio y la investigación. La concibe como un “remanso donde la creatividad juvenil se activa tanto en el proceso de aprendizaje como en momentos de reflexión o incluso durante el uso del teléfono”.

Transformar para incentivar

Miguel Ángel Corominas, rector del Instituto Jesús Obrero, señala que las bibliotecas escolares tradicionales a menudo carecen de dinamismo y pierden su propósito original para convertirse en espacios desvinculados del interés estudiantil.

“Es crucial que docentes y adultos comprendan los gustos de los jóvenes y les muestren que los libros son mucho más que una obligación académica, son ventanas al mundo y herramientas poderosas para adquirir las competencias necesarias para su futuro”,

dice Corominas.
Un lugar para realizar tareas. / Foto: Crónica Uno

Por su parte, José Salas, coordinador del Sistema de Evaluación de conocimiento en Línea (Secel), aboga por una evolución de las bibliotecas, para que pasen de espacios silenciosos y convencionales a entornos colaborativos y dinámicos que fomenten el trabajo en equipo y la interacción.

“Las bibliotecas deben comprender la dinámica escolar actual y ofrecer a los jóvenes un ambiente seguro y estimulante para el aprendizaje autónomo y el hábito lector”.

Agrega que deben ser espacios y con una oferta diversa que incluye desde cómics y novelas gráficas hasta la literatura clásica. “Las bibliotecas deben ser lugares de encuentros, donde haya debates y club de lecturas”.

El comienzo

En 2023, al observar el instituto y el potencial de los jóvenes que se formaban en sus aulas, Albe Pérez tomó la decisión de incentivarlos a permanecer y continuar sus estudios. Con este propósito emprendió la restauración de la biblioteca, que sufrió un deterioro considerable durante la pandemia de COVID-19.

“Seleccionamos el mobiliario inservible y dejamos los que podían recuperarse. Realizamos una depuración del acervo bibliográfico, retirando los ejemplares deteriorados y desactualizados, para conservar aquellos que se ajustaban al currículo de los estudiantes”,

explica.

A través de alianzas con empresas privadas, consiguieron donaciones de dinero y materiales para arreglar la biblioteca. “Aprovechamos la colaboración para conseguir textos literarios, poesía e incluso cómics y mangas para ofrecerle a los jóvenes un punto de acceso a la lectura, independientemente del formato”.

El 10 de octubre de 2024 se inauguró el Centro de Recursos de Aprendizaje e Investigación (CRAI) Biblioteca Hermano Korta S.J, ubicado en Catia. Este espacio abrió sus puertas con el objetivo de enriquecer la experiencia académica de docentes y estudiantes.

Facilidad para Investigar

Salas señala que la preferencia juvenil por la investigación en internet radica en la rapidez para obtener datos, factor que se alinea con la dinámica actual de estudio y el ritmo de vida de los estudiantes.

Libros para todas las edades. / Foto: Crónica. Uno

“Internet ofrece información más actualizada que las bibliotecas tradicionales en ciertos temas”.

Enfatiza la necesidad de enseñar a los alumnos a investigar de forma crítica para complementar y contrastar la información en línea con fuentes tradicionales, y de esta forma desarrollar así una lectura analítica.

En contraste, Corominas advierte que la investigación en línea puede deteriorar la comprensión lectora al fomentar la práctica de copiar y pegar sin análisis en los estudiantes.

La tecnología como aliada

Pérez argumenta que, utilizar la tecnología puede enriquecer significativamente los procesos educativos en todas las etapas del aprendizaje. “Su integración abierta en la educación ofrece un amplio abanico de posibilidades para afrontar los desafíos actuales”.

Esta perspectiva se apoya en un estudio de la Fundación Telefónica Movistar, que revela que en Venezuela 40 % de los docentes emplean herramientas de inteligencia artificial para optimizar el aprendizaje.

Consciente de esto, Pérez busca en la biblioteca combinar la enseñanza tradicional con enfoques vanguardistas, para impulsar a los estudiantes a construir su futuro a través de la lectura y la creatividad.

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