Para los pescadores del Lago de Maracaibo, los derrames de crudo y la contaminación por plástico prácticamente los esta dejando sin sustento. Organizaciones ambientales sostienen, que ya están cansadas de ver anímales petrolizados en las riberas del estuario. mientras tanto el petróleo sigue estacionado en las costas del municipio San Francisco.
Maracaibo. Era media mañana y el llanto de los niños ya reclamaba el desayuno, ninguno había comido desde la tarde del día anterior. Los pescadores que se quedaron en tierra firme esperaban sentados en el piso del galpón, otros veían televisión en un aparato viejo que solo alcanzaba a agarrar la señal de un canal local, mientras se frotaban la nariz de cuando en cuando para tratar de disipar el fuerte olor a petróleo que mantenía la orilla quieta, pastosa y podrida.
Cerca del mediodía, después de toda una noche de faena, llegó Yordi con tres compañeros más en una pequeña embarcación, lograron pescar algo para comer solo ese día, nada más. Antes de bajar del bote ordenó que hicieran arepas para acompañar los pescados que los demás hombres bajaban en tobos de pintura renegridos al igual que los brazos y piernas de los pescadores.
Yordi abrió la manguera y untó un trapo viejo con una solución verdosa que había en un pote de refresco. “Esto es lavaplatos con gasolina, es lo único que nos quita las manchas de petróleo ya nos arde el cuero”, soltó mientras restregaba con fuerza sus pies.
Con las arepas ya montadas en el budare, los varones limpiaban afanosamente los peces, algunos con restos de verdín. El hambre apretaba el estómago de las 15 personas que viven en esa playa de El Bajo, en el municipio San Francisco del estado Zulia.
Mientras esperaba que le sirvieran, probablemente la única comida del día, Yordi Vicuña dijo que desde que recuerda es pescador, al igual que sus ancestros, pero es la primera vez que tiene miedo. Teme que el hambre les gane la batalla esta vez porque los factores en contra son muchos y solos no pueden, reveló.
Nosotros lo que sabemos es pescar, el lago es nuestro sustento, pero el petróleo está matando todo lo que crece aquí y el verdín pudre el resto. Las camaroneras no están recibiendo el producto porque del 100 % de la pesca 90 % está dañado. Antes comíamos hasta cuatro veces al día, porque la pesca era buena, productiva, hoy sólo comemos una vez porque lo que sacamos está manchado, malo”, dijo el pescador de 33 años de edad.
Antes de seguir, enciende un cigarrillo y alerta a sus compañeros que revisen bien por dentro los peces que acaban de traer, luego suelta: “Hay que tener mucho cuidado porque a veces estamos hirviendo el camarón y el agua se pone negra, el hervor le saca el petróleo que tienen adentro. Esto es inhumano y me preocupa porque si el lago se muere nos morimos nosotros”, lamentó.
La pesca en pausa y el hambre anda
Yaidelyn Bastidas, vocera principal del Consejo de Pescadores del Municipio San Francisco, reveló que hace dos meses que más de 2000 pescadores de la zona no salen a pescar.
“No se puede pescar en estas condiciones, a duras penas salen a buscar a remo el alimento para sus hijos, porque sin pesca no pueden comprar gasolina”.
El porcentaje de pesca ha bajado en el municipio costero alrededor de 90 %, las comidas se redujeron a una o ninguna al día y ya se comienzan a ver las consecuencias en la malnutrición de niños y ancianos.
Por si fuera poco, la contaminación en la zona es tan agresiva que hay familias con problemas respiratorios, manchas en la piel, diarreas, vómitos y fiebres, siendo los más pequeños un blanco fácil.
Nos estamos muriendo de hambre y nadie nos hace caso y para completar nos quitaron el subsidio de la gasolina. Teníamos dos años que no nos despachaban combustible, hace tres semanas nos trajeron 14.000 litros, ahí siguen en la estación de servicio porque los pescadores no tienen como comprarla, estamos en emergencia”, dijo la vocera.
El lago de Maracaibo ha visto nacer y morir a varias generaciones de pescadores, padres y abuelos que han enseñado a sus descendientes uno de los oficios más nobles y que otrora era garantía de sustento familiar.
Wiliam Pirela es uno de ellos, hoy con 50 años de edad, tiene recuerdos borrosos de aquella época de bonanza en la que ser pescador era más un hermoso paseo por las riberas del lago, que un trabajo forzado.
“Tenemos que ir hasta Cabimas, La Cañada o al centro del lago para traer un poquito de pescado y eso es solo dos o tres veces a la semana, cuando antes pescábamos de lunes a lunes. Además, hay que ir bandeando las zonas porque el petróleo está abollado en todas partes, no hay un lugar limpio, también hay mucho plástico”, dijo recostado en un árbol.
Conmovido sigue: “Tenemos meses así, seguramente ya se lo dijeron pero yo se lo repito, nos estamos muriendo de hambre y le voy a contar algo peor, el pescado sale todo lleno de petróleo, demasiado lleno, a veces tenemos que botarlo. Si sacamos 100 kilos, 40 están malos y no solo están llenos de petróleo, sino que tienen llagas, manchas y hongos en los ojos y en el cuerpo”.
En el bajo no solo hay hambre, también abunda el miedo. Antes de comer se hacen la señal de la cruz y dan gracias a Dios por permitirles un plato de comida, pero también se encomiendan para que no les haga daño.
Hay muchos niños enfermos y pescadores con erupciones en la piel, porque además los animales como las tortugas, las garzas y los peces se quedan atrapados en las orillas y se mueren, nos damos cuenta cuando los gusanos comienzan a salir de la pasta de petróleo que tenemos en la orilla”, dijo el pescador.
Después de comer, Yordi retoma la conversación y muestra las ruinas que la contaminación del lago les ha dejado:
“Nosotros sabemos, porque lo hemos visto, que en el lago no solo hay basura, plástico y chatarra sino derrames de petróleo, gas propano, gasoil y gasolina que botan los barcos cuando están bombeando en Bajo Grande y Pdvsa lo que hace es poner unas cuñas de madera, pero eso no aguanta los chorros”, reveló.
Las embarcaciones, redes de pesca, ropa y hasta la piel es considerada como pérdida para Yordi y sus compañeros, además de la inversión que deben hacer en los 10 litros de lavaplatos que gastan a diario y 50 litros de gasolina de los cuales 10 o 15 son para desmanchar los botes y el cuerpo.
Esta es la razón por la que al menos ocho dueños de puestos playeros de la costa sur de la ciudad han decidido cerrar definitivamente, despedir a sus trabajadores y mover de lugar sus lanchas.
La fauna y flora están muriendo
El 13 de junio pescadores de San Francisco rescataron una tortuga de la especie Trachemys -Galapago- completamente petrolizada, las organizaciones ambientalistas dedicadas al rescate de la fauna silvestre la bautizaron con el nombre de Diesel, para muchos, acorde a su situación.
Tras cuatro días de intenso trabajo para salvarla, el animal fue liberado en la isla Mágico Manglar por un grupo de voluntarios y el equipo Fitlosophy. Adelso Pineda, director de la empresa eco turística y presidente de la fundación X Lago, detalló que la tortuga fue liberada con 90 % de su cuerpo libre de petróleo.
Durante la última semana atienden a un par de garzas que llegaron a la costa petrolizadas, aunque aseguran que actúan contra reloj porque estas especies suelen morir por estrés, hay buenas expectativas debido a que ahora cuentan con un producto que fue donado por una empresa mexicana que disuelve rápidamente el crudo sin ser agresivo con los animales.
“Estamos cansados de ver animales muertos en la costa”, dijo José Sandoval, director de fauna Silvestre de la Fundación Azul Ambientalista.
En el caso de los peces, el biólogo y guía turístico Lenin Parra dijo que “Hay una afectación total en la cadena trófica. En las aves, es que consumen alimentos que están contaminados y se enferman. Esta es una de las hipóstasis que tenemos con los rescates con águilas pescadoras que han sido recuperadas, aunque no lo hemos podido comprobar, la teoría que se maneja es que están consumiendo peces contaminados”.
Finalmente a lo largo de la costa norte de Maracaibo el panorama es desolador, los mangles también están petrolizados afectando sus ramas bajas cuando sube la marea, raíces y neumatóforos. La arena luce una capa de petróleo que en el mejor de los casos se reducen a manchas que se van descomponiendo y las almejas, que actúan como organismos filtradores, absorben agua con esos elementos contaminantes del crudo.
Pescadores de Santa Rosa, Puntica de Piedra y Capital Chico, están yendo a esa zona a buscar almejas para su consumo. “Ahí hay un riesgo de intoxicación y transmisión de enfermedades”, alertó Parra.
Yordi reclamó con dureza al Gobierno Nacional el plan de saneamiento que pretenden ejecutar en el lago de Maracaibo. “Lo que quieren hacer es meter unas máquinas, claro, el apuro es que se van a celebrar los 200 años de la batalla naval y no conviene que salga el lago por televisión así ¿y después qué va a pasar después señor presidente?”, cuestionó el joven pescador extendiendo sus manos enrojecidas por la gasolina que frotó en su cuerpo.
Lea la serie:
Petróleo, plástico y aguas residuales, los responsables de la agonía del Lago de Maracaibo (I)
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