La película se estrenará en el país el jueves 23 de enero de 2025. Una historia sobre cambiar la vida y los daños del pasado que ha recibido críticas injustas.
Caracas. Emilia Pérez no pretende ser una película apegada fielmente a un contexto. En realidad, tan solo toma elementos de un país y sus tragedias para armar una historia que atrapa desde el primer momento; la recreación de un director francés de un flagelo configurado como un espectáculo sobre la desgracia.
Es un musical que se aleja de la propuesta común de Hollywood, esa en la que todo debe estar hilvanado de una manera confortable, tanto en lo estético como en lo interpretativo.
No. Emilia Pérez no presenta a unos actores con unas cualidades vocales excelsas, ni busca afianzar en el imaginario pop temas amenos. La propuesta como musical de Emilia Pérez desvirtúa conscientemente lo establecido para contextualizar el estado anímico de cada uno de los personajes.

La trama
La película primero nos presenta a Rita (Zoe Saldaña) una abogada subestimada, en la sombra de un jefe mediocre que opaca todo su potencial. Después de un juicio que llevó con vehemencia y acierto, recibe una misteriosa llamada para que escuche una propuesta.
Es así cómo conoce al narcotraficante Manitas del Monte (Karla Sofía Gascón), quien le propone ser la persona que se encargue de una misión: dejar todo el negocio ilegal y realizarse una cirugía de afirmación de género.
La oferta es onerosa. Le permitiría cambiar su vida completamente, dejar atrás las calles de peligros y el precario apartamento en el que vive.
Es cierto que en ese momento la película se apresura en hacer que Rita acepte la millonaria propuesta. No hay mayor vacilación, especialmente cuando minutos antes habían presentado a una abogada tenaz pero con presuntos principios. También es cierto que el desespero puede sobresalir en esos momentos en los que incluso la vida está comprometida ante una propuesta de un criminal.
Es así como ella decide realizar viajes a distintos países para hallar al cirujano idóneo. Son momentos de tensión, de custodia intensa para mantener el secreto de la ubicación de Manitas del Monte.

El plan incluye que una vez se concrete la operación, la población crea que el mafioso murió, incluso su esposa Jessi (Selena Gómez) y sus hijos, quienes son trasladados a Suiza para evitar represalias de enemigos.
Así comienza la nueva vida de Emilia Pérez, quien mantiene la vida de lujos de antes, pero con nuevo propósito. Años después busca nuevamente a Rita para que la ayude a llevar a su familia a México, donde pretende vivir con todos. Claro, les dirá que es una prima de Manitas, quien había organizado todo para que en el caso de su muerte, siguieran ese plan.
Ya en México, Emilia Pérez decide crear una organización benéfica para ayudar a encontrar a los desaparecidos causados por la guerra entre carteles. Y ya en el tercer acto el conflicto escala cuando se hace insostenible mantener la mentira en la convivencia ante nuevas decisiones.
Emilia Pérez es dirigida y escrita por el francés Jacques Audiard, quien en 2009 estrenó Un profeta, largometraje que se pudo ver en Venezuela durante el Festival de Cine Francés; una joya de obra sobre un joven francés de origen árabe que tiene que cumplir una condena en la cárcel. Ahí tiene que adaptarse a un mundo de mafias, con los corsos como poder en toda dinámica.

La estética
A diferencia de Un profeta, donde el mundo que presenta el autor es mucho más apegado a la realidad en su puesta en escena, Emilia Pérez se acerca más a una recreación teatral de su mundo, alejado incluso de las formas de la rutina de un país tan complejo y variado como México.
Inclusive, juega más a un diseño que colorea la realidad como un cuadro de arte pop, una estética que subraya la opulencia y la decadencia en contrastes muy marcados, luces que resaltan esos virajes como el neón de calles lúgubres.
Es entendible que en México haya causado molestia, pues todavía viven la tragedia, ahí cerca del cuello. Pero un musical no necesariamente banaliza las tragedias. La música no es eterna fiesta y ha servido para registrar en emoción las más oscuras vivencias humanas. De hecho, uno de los musicales más famosos, Los miserables, trata de un momento álgido en el que un ex convicto busca su redención.
Y salvando las distancias entre ambas obras y su trascendencia, Emilia Pérez es una también de redención en los caminos pantanosos y traicioneros del crimen. Una mujer que consciente del horror causado trata de enmendar parte de las atrocidades cometidas, a la vez que a escondidas busca recuperar a su familia. Pero todo eso con la ironía siempre de la vida.
Manitas del Monte decidió ser quién siempre quiso ser, pero una vez en su verdad de existencia, oculta su verdadero ser a quienes más ama: su esposa e hijos. Es en ese momento cuando realmente comienza su lucha, en la mentira sostener su ímpetu por la renovación. Tanto que quiso dar el paso trascendental para tener que ocultarse siempre.

Las críticas
En Venezuela se estrenará el 23 de enero de 2025. Una de las críticas que se le ha hecho a la película es la elección de Selena Gómez como esposa de Emilia Pérez. Su personaje habla un español torpe, y soluciona los vacíos con un inglés de maravilla. Pero en la historia nunca se precisa su origen.
De hecho, el espectador puede suponer que es una persona nacida o crecida en Estados Unidos que tiene a duras penas al español como segundo idioma. De hecho, la actuación de ella cómo mujer en el limbo es de lo mejor que tiene la obra, al igual que Zoe Saldaña como testigo de la búsqueda de la redención, así como Karla Sofía Gascón en su transición de lo despiadado a la reconstrucción. La aparición de Edgar Ramírez es breve, y como siempre, muy apegada a las líneas impartidas.
Emilia Pérez es de esas películas que dejan la pregunta sobre qué estarán haciendo los personajes una vez terminan los créditos. No es una obra maestra, pero sí es de esas historias entrañables y bien ejecutadas en la pantalla.
Y vale recordar que el cine está lleno de ejemplos de historias de otros países contadas desde la visión de un estadounidense o europeo. Son dinámicas que obviamente tienen sus limitaciones, y el juicio dependerá del respeto del autor al mundo en el que se quiera adentrar, pero también de sus intenciones estéticas, que no siempre deben responder a la verosimilitud. Porque al final, en el caso de Emilia Pérez, el crimen y sus consecuencias tienen elementos universales de fácil reconocimiento.
Por eso ha calado el mensaje. Ahora bien, si se buscan historias más ajustadas, o casi documentales de los dolores hispanoamericanos, en la región hay una amplia oferta de buen cine muchas veces desatendido por un público siempre obnubilado por marquesinas subtituladas.