El largometraje protagonizado por Brad Pitt cuenta la historia de un piloto que no fue la estrella que anhelaban, pero que vuelve décadas después para demostrar que es más de lo que esperan.
Caracas. No hay dudas. Hasta ahora, F1: La película es el éxito de taquilla más emocionante del año. Es de esas obras que tienen el camino libre para salir airoso en las exigencias comerciales de la industria de Hollywood, pero también con la sustancia bien ganada para trascender más allá de los fríos números.
Protagonizada por Brad Pitt cuenta la historia de Sonny Hayes, un piloto de carreras que en los años noventa fue una promesa, una figura capaz de pisarle los talones a Ayrton Senna. Pero un accidente en la pista derrumbó su ascenso, las heridas causadas lo apartaron de los titulares y ahora vive como un nómada, entre apuestas y carreras a destajos.
Todo promete ser diferente cuando reaparece su viejo compañero en Lotus, Rubén Cervantes (Javier Bardem), quien ahora es dueño de un equipo de Fórmula 1 en decadencia. Está a punto de quebrar y pone su fe en aquella estrella de antaño que no terminó de brillar.
La escudería tiene a un talento joven, Joshua Pearce (Damson Idris), pero le falta madurar en mente y volante. Es una promesa, pero con las ínfulas que la incipiente fama lleva a obnubilar.
Ya han pasado tres décadas del paso de Sonny por la Fórmula 1. En la pista, pits y procesos previos las dinámicas son diferentes. Es visto como un viejo vaquero que busca hacer todo a su manera, contrario a los nuevos protocolos y los entrenamientos optimizados. Están seguros de que será un problema.

Dirigida por Joseph Kosinski, F1: La película es toda una propuesta para elevar la adrenalina frente a la pantalla, especialmente cuando se recrea una disciplina que tiene a la muerte a un desliz de distancia. Por eso, ya como contexto lleva terreno ganado para generar expectación constante.
Además, plantea un reto para cualquier cineasta al ser un deporte que tiene toda la tecnología para transmitir en vivo y directo los distintos momentos de la carrera, desde los planos generales de la largada, el momento de los pits o las tomas desde el interior del vehículo.
Kosinski viene de dirigir Top Gun: Maverick, una de las mejores películas taquilleras de 2022. Un largometraje que se asemeja al de este corredor. Pues se trata de figuras a las que quieren pasar al retiro, al ostracismo en pos de una juventud dispuesta a comerse el mundo, pero sin la experticia suficiente para siquiera dar diez pasos seguidos en el caos que puede ser ese mundo que se quieren devorar.
Como en la película protagonizada por Tom Cruise, en esta oportunidad Kosinski vuelve a trabajar en la historia y guion con Ehren Kruger. Presentan así una historia hilvanada sagazmente para que todo esté en su sitio.
Los momentos de extrema exigencia son bien librados con una dirección que sabe cómo presentar a cada personaje en su momento, una conducción que entiende el proceso a través de la velocidad que implica una película de carreras.

El personaje de Brad Pitt se trabajó como si un ebanista quisiera dejar su legado en una obra. Es la tormenta cuando lo desafían quienes desconfían, y en la tranquilidad de la duda, el agua fría es el refugio en la incertidumbre a la vez que muestran los tatuajes que buscan esconder las heridas del pasado.
Ya Kosinski fue sutil en mostrar a sus personajes en acciones radicalmente distintas para expresar sus ánimos. En Top Gun: Maverick puso al protagonista a tambalearse en un bote como símbolo de atravesar momentos en los que debe confiar en otros ya más acostumbrados al sosiego.
Otro elemento plausible de F1: La película son los diálogos de Sonny con los demás. Y es en las conversaciones con la directora técnica Kate McKenna (Kerry Condon) en las que hay una profundidad en el afán por conocer al otro, en ese viaje que impulsa la atracción mutua, pero que también devela los secretos de quiénes deben aparentar fortaleza.
Por el contrario, las palabras con el joven e impulsivo Joshua son en principio de tensión, pues hay un pulso claro entre quien desde la juventud se ve amenazado y quien desde la experiencia siente que el otro desaprovecha su talento por la nimiedad de la fama. Y esta relación se desarrolla de una manera muy atinada en el largometraje, que apuesta al encuentro bien apreciado por el público de alumno y maestro cuando paulatinamente ambos se van acercando.
F1: La película es una película que cuenta lo mismo que otras tantas, y más con la proximidad temporal de Top Gun: Maverick, pero su destreza se encuentra en las maneras de trabajar las relaciones humanas, en las palabras precisas y en una acción entendida como esa necesidad de impulsar la adrenalina sin saturar de obviedades ni grandilocuencias, sino todo como una extensión de los sentimientos de unos personajes que buscan demostrar, permanecer y demostrar para ellos mismos la trascendencia de su existencia.