tala y poda en Caracas
Foto: Crónica Uno

La caída recurrente de árboles en Caracas durante las lluvias evidencia falta de mantenimiento y desidia institucional. Expertos afirman que la ausencia de políticas de conservación y las podas mal ejecutadas aumentan el riesgo cada año, con graves consecuencias para la calidad de vida de la ciudadanía.

Caracas. La temporada de lluvias en Caracas ha dejado a su paso árboles caídos, apagones y vías bloqueadas. El problema no es nuevo: la falta de mantenimiento del arbolado urbano expone a la ciudad a riesgos que se repiten cada año y que especialistas y vecinos asocian al mal manejo de las especies sembradas y a la ausencia de políticas claras de conservación.

El miércoles, 10 de septiembre, el viento y un fuerte aguacero bastaron para derribar un árbol en el kilómetro 2 de El Junquito —una parroquia montañosa del oeste de Caracas, conocida por sus carreteras estrechas y su vegetación abundante—.

Al desplomarse, sus ramas dañaron el tendido eléctrico de la parroquia, dejando a cientos de familias sin luz en plena tormenta, un escenario habitual en una ciudad donde la red eléctrica ya es frágil.

“Se fue la luz. Creemos que fue por un árbol que cayó, los cables se rompieron”,

comentó una vecina a través de un grupo de WhatsApp.
En Venezuela no hay mantenimiento de árboles en la ciudad. / Foto: Gleybert Asencio

En el edificio, algunos residentes bajaron con linternas y velas —los apagones son tan comunes que muchos hogares ya tienen velas a mano— para avisar a los transeúntes que no se acercaran a los cables caídos, que podían electrocutar a cualquiera que los tocara. Otros improvisaron fogones de gas para cocinar, porque la electricidad no volvió en horas.

Los habitantes ya habían notado, desde la noche anterior, cómo las ramas se mecían con fuerza. Horas después, otra caída bloqueó la carretera de El Junquito, esta vez con varias ramas sobre la vía, obligando a los transeúntes a buscar rutas alternas.

Mal manejo

En la composición urbana se ha vuleto común ver a los motorizados —el medio de transporte más rápido en Caracas, pero también el más expuesto— zigzaguear entre troncos y ramas, mientras los carros quedan atrapados en largas colas, un sinónimo en la ciudad de horas perdidas.

Por la lenta respuesta por parte de las autoridades de organismos de emergencia y prevención de desastres, a menudo, algunos vecinos intentan mover las ramas con sus propias manos, pero desistieron ante el peso y el peligro.

La caída de árboles en Caracas, sobre todo en época de lluvias y sequía, no es un hecho fortuito.

Eduardo Cudevich, ingeniero agrónomo y presidente de Arboambiente, explicó a Crónica Uno que la vulnerabilidad del arbolado urbano se debe principalmente al mal manejo y a la siembra de especies inadecuadas, como eucaliptos o ficus, que crecen rápido pero resultan débiles en un entorno urbano con suelos compactados.

Con frecuencia se plantan árboles poco aptos para el entorno urbano. Estas especies suelen desarrollar raíces superficiales que los vuelven inestables, además de copas pesadas y ramas frágiles. A ello se suma la ausencia de control de plagas y podas que, en lugar de fortalecerlos, terminan debilitándolos.

Aunque el especialista admite que “es normal cuando son eventos extraordinarios”, como las lluvias intensas en áreas naturales, en la ciudad el problema se agrava.

Con el cambio climático, los fenómenos extremos —lluvias más intensas, sequías más largas y temperaturas más altas— no solo son más frecuentes, sino también más violentos, aumentando así el riesgo de caídas.

Vulnerabilidad y mantenimiento 

Aunque la Alcaldía de Caracas retiró los árboles de El Junquito seis horas después del incidente, los vecinos criticaron la manera en que se llevaron a cabo las labores.

“Cortan por cortar, sin seguir los principios de la poda. No es solo tumbar un árbol, es saber cómo cuidarlos para que no se caigan y pongan en peligro a la gente”,

comentó un residente, que prefirió mantener su anonimato por temor a represalias.

Carlos Peláez, ecólogo urbano, sostuvo que el cuidado de los árboles debe abordarse con un enfoque fitosanitario, centrado en su bienestar para que puedan cumplir su función vital.

El mantenimiento de árboles debe ser periódico para evitar riesgo./ Foto: Crónica. Uno

Según Pélaez, este proceso incluye la detección de enfermedades, la eliminación de parásitos y podas que garanticen la estabilidad de la copa para prevenir desplomes. También debe contemplar la interacción con la infraestructura urbana, como el cableado y las aceras, pero sin dañar al árbol

“El mantenimiento debe ser periódico y tener un criterio claro: cuidar el árbol para que permanezca, se mantenga sano y cumpla su función en la ciudad”, insistió.

Sin datos oficiales

En 2024, el Ministerio de Ecosocialismo (Minec) y la Alcaldía de Caracas anunciaron el Plan de Arborización, una iniciativa que prometía mantenimiento continuo, cuidado de las plantas y podas preventivas para reducir riesgos en épocas de lluvia y sequía.

No obstante, el ecólogo aseguró que en Venezuela no se realiza el mantenimiento adecuado. La poda responde más a la conveniencia que al cuidado.

“Los árboles se cortan para que no estorben, no para su conservación. Estas malas prácticas los desestabilizan y los hacen más vulnerables”.

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En El Junquito luego de las lluvias se cayó un árbol y dejo la parroquia sin luz. / Foto: Crónica Uno

La falta de datos oficiales sobre deforestación urbana agrava la situación. Aun así, organizaciones como Ciudad Laboratorio documentaron la desaparición de al menos 309 árboles en cuatro municipios de la Gran Caracas durante 2021.

“Aquí en Venezuela las podas se hacen para proteger a los ciudadanos de los árboles, lo cual es un planteamiento absurdo porque los estudios urbanísticos más recientes indican que las ciudades deberían aumentar, no disminuir, su superficie arbolada”, afirmó.

La caída de un árbol no siempre obedece a enfermedades visibles. Muchas veces, el problema está en las raíces, afectadas por agresiones como la quema de desechos, cortes durante obras o el vertido de contaminantes, destacó Pélaez.

“La contaminación ambiental, el maltrato durante las podas o el deterioro de las áreas verdes afectan a los árboles”.

Las podas mal ejecutadas también pueden desequilibrar la copa, lo que vuelve al árbol más vulnerable a los vientos. Pélaez aclaró que, a diferencia de los entornos naturales, los árboles urbanos deben sobrevivir en condiciones hostiles que reducen su esperanza de vida.

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La poda se realiza sin ninguna ordenanza./ Foto: Lucía Fernanda Ramírez.

Falta de políticas y reposición

Cudevich indicó que las alcaldías, a través de sus departamentos de áreas verdes, son responsables de planificar, sembrar y mantener el arbolado urbano. Sin embargo, aseveró que carecen de recursos y personal capacitado, lo que deja a los ciudadanos a la deriva.

“En Caracas no se hace mantenimiento de árboles. Y cuando se hace, la mayoría de las veces es el vecino quien contrata personal para el trabajo”,

expuso.

Detrás de cada árbol caído se esconde la ausencia de políticas claras y de planificación urbana a largo plazo. En Caracas, añadió Cudevich, no existen ordenanzas que definan qué especies sembrar o qué protocolos de mantenimiento aplicar.

Peláez fue enfático al señalar que las podas actuales no solo son ineficaces, sino dañinas. “Las podas suelen ser severas, que hieren a los árboles, los debilitan y permiten la entrada de virus, bacterias y hongos. El resultado, en muchos casos, es que el árbol muere después de la intervención, lo que aumenta las posibilidades de que se caiga”.

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Foto: Ivanna Laura

El experto también denunció otra omisión grave: la falta de reposición de árboles caídos o talados. “Cada árbol talado o caído debe ser sustituido por otro de manera inmediata. Nada de eso pasa con las podas en Venezuela”, alertó.

La ciudad pierde mucho más

Más allá de lo estético, los especialistas consultados por Crónica Uno coincidieron en que la pérdida del arbolado repercute directamente en la salud y calidad de vida de los caraqueños. Los árboles purifican el aire, reducen la contaminación sonora y, en un contexto de cambio climático, resultan claves para mitigar el calor extremo.

Peláez recordó que los árboles aportan a la salud pública al disminuir los riesgos de enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Su desaparición no solo merma la biodiversidad, sino que incrementa la escorrentía, con el consiguiente riesgo de inundaciones y derrumbes.

“Una calle arbolada puede ser hasta diez grados más fresca que una expuesta al sol. Esta diferencia no solo se siente en la piel, sino que tiene implicaciones de salud, económicas y sociales, ya que una calle fresca invita a los ciudadanos a caminar”, puntualizó.

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Una calle arbolada puede prevenir enfermedades en las personas. / Fotografía: Armando Díaz.

En el paisaje urbano de Caracas, la caída de un árbol evidencia mucho más que un daño natural; pone de manifiesto una grave falta de planificación, la inexistencia de políticas ambientales efectivas y una alarmante despreocupación ciudadana.

Lo que se pierde más allá de la sombra o el paisaje es un aliado vital frente al calor, la contaminación y las lluvias extremas. Mientras no exista una estrategia sostenida de mantenimiento y reposición, la ciudad seguirá enfrentando las tormentas con menos defensas y con un futuro más árido.

(*) La información de esta nota incluye aportes de fuentes que solicitaron anonimato por motivos de seguridad. Crónica Uno garantiza la protección de su identidad.

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