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Gobierno respondió a protesta de los educadores para tratar de impedir que conectara con otros sectores

articulación social previa entre diversos movimientos sociales

Los politólogos María Puerta-Riera, John Magdaleno y Maryhen Jiménez ofrecen a Crónica.Uno elementos para comprender cómo, por qué y en cuáles circunstancias una protesta social, en un contexto autoritario, puede rendir resultados concretos. Algunas de las características que coadyuvaron al éxito parcial de la protesta del sector educativo son: un mensaje claro y simple, un reclamo legítimo y una estrategia no violenta.

Caracas. Con un mensaje claro y simple: pago completo de las vacaciones y derogatoria del instructivo de la Onapre, una creciente y sostenida protesta de los educadores venezolanos tomó el país desde el mes de julio.

Luego de tres semanas, el Ejecutivo retrocedió parcialmente en su anuncio inicial de pagar las vacaciones fraccionadas de aquí a 2023, aunque los trabajadores de la educación terminaron cobrando entre 45 % y 60 % de lo que les correspondía.

A pesar de ello, y de que el instructivo de la Onapre sigue vigente, tres politólogos venezolanos, investigadores de la Ciencia Política y estudiosos del conflicto político, coinciden en calificar el resultado de la protesta de los educadores y trabajadores del sector educativo como un éxito; que si bien, en un contexto de plenas libertades podría considerarse parcial, en el contexto autoritario venezolano tiene otra lectura.

No es lo mismo plantarse y exigir una reivindicación frente a un gobierno democrático, respetuoso de los derechos y libertades públicas que frente a uno que, de acuerdo al informe más reciente de la Misión de Determinación de Hechos de la ONU, no lo es.

Los politólogos María Puerta-Riera, John Magdaleno y Maryhen Jiménez identifican seis características que signaron la protesta social de los trabajadores de la educación y que condujeron al resultado antes mencionado:

  • Un mensaje claro y simple: pago completo de las vacaciones y derogatoria del instructivo de la Onapre.
  • Un reclamo legítimo, legal y transparente.
  • Una protesta pacífica y no violenta, de carácter nacional y organizada.
  • La unidad de sectores ideológicamente adversos en una misma exigencia.
  • El liderazgo de la protesta por parte de los líderes naturales del sector, sin protagonismo de partidos políticos.
  • Un contexto internacional favorable a la moderación de Nicolás Maduro.

Crónica.Uno conversó con estos tres académicos para comprender cómo, por qué y en qué circunstancias una protesta social, en un contexto autoritario, puede rendir resultados concretos.

Un reclamo legítimo
pago completo de las vacaciones y derogatoria del instructivo de la Onapre
Foto archivo Crónica.Uno

María Puerta Riera, politóloga y actualmente profesora de Ciencia Política del Valencia College de Orlando, Florida, considera que la protesta de los educadores y demás trabajadores del sector educativo obtuvo resultados, en gran parte, por la legitimidad del reclamo.

“Este fue un importante esfuerzo intergremial por visibilizar un problema que tiene años: el deterioro brutal, no solo del salario sino de todo el andamiaje de beneficios que el mismo gobierno montó (antigüedad, primas, bonos, etcétera). El instructivo de la Onapre vino a exponer la brutalidad de esta política de destrucción de las condiciones laborales y socioeconómicas de un gremio que ha sido enemigo del chavismo siempre”, sostuvo.

Observa, sin embargo, que la razón que llevó al Gobierno a revertir su anuncio inicial fue el riesgo de que esa protesta, que comenzó a sumar apoyos de otros sectores distintos al educativo, se expandiera más y más.

“Dos de los aspectos más críticos para cualquier sociedad son la educación y la salud porque movilizan a mucha gente. El riesgo que vio Miraflores es que eso se podía multiplicar, porque no era solo en Caracas, y podía dar paso a una expresión más amplia de descontento que al Gobierno no le interesa que se despierte”, aseguró Puerta-Riera.

Agrega que si el madurismo quiere mostrarse como una opción electoral de aquí a 2024, tiene que demostrar al menos la capacidad de resolver los problemas que ellos mismos han creado: “¿Cómo pretender que son viables si no pueden ni pagarle a los docentes?”.

no tiene como objetivo cambiar el gobierno
Maduro se molestó al ser interpelado sobre el pago a los educadores por un asistente a uno de sus actos públicos. Foto captura de pantalla, acto de Nicolás Maduro el 8 de agosto de 2022

En un acto público el pasado 8 de agosto, Maduro no pudo ocultar su malestar por el hecho de que sindicatos y sindicalistas de todos los signos políticos e ideológicos estaban haciendo el mismo reclamo: que les paguen completo a los trabajadores. Ese reclamo se lo hizo desde el público una de las asistentes al acto.

“Eso que estas diciendo no es así. No es verdad. No es verdad. Es una campañita que nos tienen por las redes. La tienen manipulada. Es una manipulación ¡No caigamos en manipulaciones de la izquierda fracasada aliada con la derecha corrupta, que nadie caiga en manipulaciones!”, replicó molesto.

Pero Puerta-Riera, que fue docente en la Universidad de Carabobo, desmantela el argumento de la manipulación. Cree que los partidos políticos no fueron visibles en la protesta de los educadores porque en el espacio gremial y sindical, se impone la defensa de los derechos laborales por encima de las preferencias partidistas.

“En mi época en la UC el chavismo era un movimiento político en desventaja porque era minoría. Sin embargo, cuando se producía algún tipo de problema financiero creado por el gobierno, chavistas y no chavistas entrabamos en sintonía. El sector universitario no es solo los trabajadores sino también sus familias, que independientemente de su filiación política, se ven afectadas. Entonces no hay lógica para que un simpatizante del gobierno vea con buenos ojos estas decisiones”, afirmó.

La protesta social también es política
importante esfuerzo intergremial, salario mínimo
Los trabajadores del sector educativo enarbolaron una bandera por sus derechos laborales. Foto: Luis Morillo

Maryhen Jiménez, politóloga e investigadora de la Universidad de Oxford arranca por aclarar lo que considera una confusión sobre los objetivos de las protestas sociales y políticas y cómo se perciben en Venezuela:

“Algunos piensan que la protesta social no tiene impacto porque en un contexto autoritario el Gobierno no va a ceder. Sostienen que la protesta social no es política porque no tiene como objetivo cambiar el gobierno. Pero en realidad, la protesta social es una protesta política mas no partidista. El que no sean motorizadas por los partidos no las hace menos políticas, porque en el centro está la demanda de derechos”, aclara Jiménez.

En el caso de la protesta de los educadores, las metas fueron concretas, una de ellas se logró aunque parcialmente, y eso es un incentivo para seguir luchando por la otra, la derogación del instructivo, y así lo han señalado los principales líderes del gremio.

“Es extremadamente importante lo alcanzado. Esto lo que nos muestra es que un sector organizado puede poner en un dilema al gobierno autoritario y hacerlo retroceder”, dice Jiménez.

Resalta que otra de las singularidades de la protesta de los educadores es que se dio contra un gobierno que se autodenomina de ‘izquierda radical’, con un ‘presidente obrero’ y en medio de una revolución que promete mejorar la vida de los trabajadores.

“Lo que vimos es que esos trabajadores desnudan al poder y le dicen ‘usted no está cumpliendo lo que prometió’. Los participantes se unen en torno a un objetivo común y concreto; se genera una necesidad colectiva de movilizar y conectarse; y la demanda, al ser justa, tiene la capacidad de unir a diferentes sectores sin importar la ideología, cosa que sí importa en las protestas partidistas”, dijo.

La incorporación de sectores chavistas a la protesta también tuvo un impacto y destaca “la inteligencia con que se manejó la protesta para no generar más dilemas al chavismo y lograr que se sumaran con éxito”.

La llegada de Gustavo Petro al poder en Colombia, y de Gabriel Boric en Chile, representa una «nueva izquierda» que no está interesada en fotografiarse con autócratas. Foto cortesía @infopresidencia

Otros dos elementos jugaron a favor, y podrían seguir jugando a favor de este tipo de movilización en los próximos meses hasta 2024, dice Jiménez: uno, la necesidad de que esta demanda no conecte con demandas similares o con otros sectores sociales “y pueda representar una amenaza”.

Y dos, una Latinoamérica girando hacia una nueva izquierda, aparentemente democrática, con gobiernos de corte socialista en Colombia, Perú, Chile y próximamente Brasil. En ese sentido, el dilema costo-beneficio que maneja el Ejecutivo es dejar marchar y conceder parte del reclamo o reprimir a los educadores frente a los ojos de esa nueva Latinoamérica con la que Nicolás Maduro necesita retratarse para remendar un poco su legitimidad.

Maduro busca legitimidad internacional porque no quiere ganar la elección de 2024 como en 2018, porque le ha costado mucho el no tener reconocimiento ni estar en los mercados y quiere darse un aire tolerante y negociador. No le conviene reprimir en este momento y entiende que el beneficio de ceder parcialmente a la demanda es mayor que el costo de reprimir. En el contexto regional con Petro, Boric, una posible victoria de Lula, Maduro queda como un autócrata. Su gobierno representa la izquierda autoritaria del siglo pasado”, argumentó Jiménez.

Agrega que ese escenario internacional junto con la posibilidad de retomar las negociaciones en México, abren una ventana de oportunidad a la protesta social para ser un elemento de presión favorable a los cambios y a la restitución de derechos, incluyendo derechos políticos como el derecho al voto.

“Hay unas condiciones favorables a la protesta social, pero si alguien sale con que la protesta es para tumbar a Maduro, se acabó porque sobrepasaría el costo de la tolerancia para el régimen. Maduro puede ceder en algunas cosas, pero ante una nueva apuesta a su salida abrupta, responderá desde la lógica autoritaria, es decir, con represión. Entonces de cara a México, la protesta social podría servir para bajar un poco los costos de ciertas decisiones”, sostuvo Jiménez.

Articulación previa y manifestaciones no violentas
Aunque en la mayoría de las protestas realizadas en todo el país hubo presencia de cuerpos de seguridad, no hubo represión. Protesta contra «instructivo Onapre» – Foto: Ariadna García

El politólogo, magister en Ciencia Política y profesor de la UCV, UCAB y el IESA, John Magdaleno, enumera tres rasgos que caracterizan a una protesta exitosa, de acuerdo con estudios comparados alrededor del mundo:

  • Una protesta tendrá más utilidad si es el resultado de una articulación social previa entre diversos movimientos sociales.
  • Debe haber disciplina en cuanto a la estrategia no-violenta de movilización, que incluye desde el tipo de movilización hasta la narrativa utilizada.
  • La movilización social persigue, en contextos autoritarios como el venezolano, visibilizar demandas sociales insatisfechas y aumentar la presión sobre los principales decisores.

Sobre esa base, Magdaleno observa que las recientes protestas de los trabajadores de la educación tuvieron cuatro componentes distintivos: metas claras y factibles; creciente articulación entre sectores sociales; estrategia no violenta y liderazgo comprometido.

“Los convocantes señalaron explícitamente los motivos del conflicto: el fraccionamiento del pago del bono vacacional y las consecuencias del llamado instructivo Onapre, que se convirtieron en las banderas de lucha de diversos sectores sindicales. Segundo, viene produciéndose una progresiva coordinación estratégica entre los sectores perjudicados por la política laboral del Ejecutivo Nacional. Tercero, los sectores que han participado en las recientes protestas han tenido clara la necesidad de elevar sus demandas con sentido de responsabilidad ciudadana, sin recurrir a ‘atajos’. Y por último, han sido protestas lideradas por los líderes naturales de los sectores sindicales involucrados”, explicó Magdaleno

Coincide con Puerta-Riera y Jiménez en el riesgo que advirtió el Ejecutivo, al ver la cantidad de manifestantes y el alcance nacional de las demostraciones:

“Los riesgos eran tres: que la protesta adquiriera más relevancia, visibilidad e impacto. Que se produjera una mayor articulación entre sindicatos de diverso signo político e ideológico, en virtud de la identificación de una causa común de lucha. Y que se produjera un divorcio entre al menos una parte de las bases sociales del chavismo y los principales factores de poder de la coalición dominante, lo que le plantea dilemas estratégicos al régimen autoritario”, aseguró.

A su juicio, ninguno de estos peligros ha desaparecido con la rectificación parcial que hizo el Ejecutivo, sino que por el contrario, todos siguen vigentes porque el problema de fondo no es el instructivo, sino la política salarial y laboral del Gobierno.

La incorporación de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores a la protesta de los educadores, sostiene Magdaleno, evidenció que el insatisfactorio anuncio sobre el pago del bono vacacional promovió la comunicación entre movimientos de distintas orientaciones políticas e ideológicas porque al final, “la lucha por reivindicaciones sociales trasciende la dicotomía chavismo-oposición y hasta puede contribuir a integrar sectores de ambos bloques”.

Califica como saludable el que los partidos políticos hayan dejado la protesta completamente en manos de los líderes sindicales. No obstante, afirma que aún en medio del clima de cuestionamiento al liderazgo y partidos de oposición, estos deben seguir cooperando con las tareas de articulación y agregación de intereses y sectores: “Es una cuestión de inteligencia estratégica”.

Magdaleno advierte que si bien el Ejecutivo ha cedido parcialmente a la protesta de los educadores, no ha sido completamente gratuito y a la par del retroceso en su anuncio, ha mantenido su política de intimidación y persecución, por lo que llama a estar alertas:

“Se ha detectado, por ejemplo, el intento de infiltrar algunas manifestaciones de trabajadores. Y esto puede afectar, a la postre, la imagen del Gobierno, por cuanto no hay duda de que los reclamos de sectores sindicales movilizados son legítimos y justos. El desafío para el Gobierno es mayúsculo y si sigue cometiendo errores en el tratamiento de las protestas, puede terminar contribuyendo, consciente o inconscientemente, a que estas aumenten en número y volumen”, afirmó John Magdaleno.


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