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Partidos opositores prometen democracia para el país pero son incapaces de ejercerla a lo interno

La reciente división de Avanzada Progresista y las recientes renuncias de dirigentes juveniles en Voluntad, Popular los cuales denuncian la imposición de voluntades de cúpulas dentro del partido, son solo los casos más recientes de problemas en organizaciones opositoras que constantemente prometen democracia a Venezuela.

Caracas. Prácticamente desde que Hugo Chávez tomó el poder en 1999 en Venezuela, varios partidos políticos opuestos a su gobierno, y ahora a Nicolás Maduro, se han propuesto como la alternativa democrática al chavismo. Esto a pesar de que dentro de sus propios partidos se observa debilidad institucional ante el prospecto de democracia a lo interno.

Hace más de una década que organizaciones como Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática, entre muchos otros, muestran en sus directivas los mismos dirigentes a la cabeza de los partidos, contraviniendo la alternancia en el poder que suele acusarse dentro del chavismo.

Esta repetición de nombres por varios años ha creado cúpulas que, lejos de procurar el bien para las organizaciones, lo que han hecho es luchar para mantenerse en el poder. David Sosa lo denunció recientemente, señalando falta de democracia en los asuntos internos de Voluntad Popular, a través de una carta de renuncia a la tolda naranja en la que también estamparon sus nombres más de 40 dirigentes de estados como Portuguesa, Miranda y Anzoátegui.

En una entrevista para Crónica.Uno, Sosa dijo que más allá de las críticas al partido que hizo al momento de su renuncia, esta no es una situación exclusiva de la tolda naranja, y alertó que en general son todas las organizaciones opositoras las que deben renovarse. Renovación que, insistió, debe ser real y no limitarse a una legitimación de los mismos dirigentes de siempre.

Los partidos en general en Venezuela deben renovarse y hacer verdaderos procesos de renovación. Por mi posición como directivo nacional de un partido he visto y me ha tocado conocer cómo muchas organizaciones están hablando y vendiendo que habrá procesos internos de renovación de sus estructuras cuando internamente hay toda una estrategia para legitimar a los mismos que ya están y que son los que han llevado a las organizaciones al punto en el que se encuentran en este momento, denunció Sosa.

Si el caso de VP se limitara solo a esas renuncias no sería suficiente para poner en juicio su talante democrático. Sin embargo, la de Sosa ha sido solo la más reciente de una serie de dimisiones que el partido ha enfrentado y en todos los casos se ha hablado de malas prácticas desde la dirigencia de la organización que lidera Leopoldo López.

El 19 de febrero de este año, el coordinador de VP en Caracas, Javier González, hizo estas mismas denuncias en un pronunciamiento público donde, en compañía de medio centenar de miembros del partido, finalmente cortaron los lazos con la tolda naranja.

Antes de estos dos casos, el 1° de junio de 2021, la designación de Francisco Sucre como responsable regional de VP en Bolívar generó un fuerte rechazo en la militancia de base de la organización, la cual se mantuvo leal a César Donmar y, como consecuencia, más de 500 militantes abandonaron el partido.

Ahora bien, que un partido político lleve a cabo un proceso “democrático” también ha generado conflictos irreparables en las organizaciones. Tal fue el caso de Copei en 2015 cuando, de acuerdo con una demanda interpuesta ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), la dirección nacional del partido no atendió a las decisiones de las directivas regionales de Anzoátegui, Aragua, Delta Amacuro, Nueva Esparta, Táchira, Yaracuy y Zulia para la elección de candidatos.

Aquella demanda terminó en la judicialización del partido con un fallo de la Sala Constitucional del máximo tribunal, el cual removió a Roberto Enríquez como presidente y lo reemplazó por Pedro Urrieta. Esta decisión fue a su vez ratificada con sentencia en el año 2016.

Posteriormente, en el 2019, Copei sufriría una ruptura luego de la celebración de una asamblea nacional el 27 de marzo de ese año. El TSJ, a través de su Sala Constitucional con la sentencia N° 0323, dio pleno efecto jurídico a esa asamblea nacional que era desconocida por la directiva de ese momento, con lo que de facto se nombró como nuevos directivos a Mercedes Malavé (presidenta), Antonio Calviño (primer vicepresidente), Rafael Hernández (segundo vicepresidente), Juan Carlos Alvarado (secretario general) e Iber Ascención (secretario adjunto).

Hasta la fecha, Copei se mantiene dividido en dos facciones, siendo la que tiene a Juan Carlos Alvarado como secretario general la que tiene el control de la tarjeta del partido para elecciones. En el caso de Mercedes Malavé, esta ahora se encuentra en las filas del partido Unión y Progreso.

Ahora bien, Copei no fue el único partido que, tras la intervención de un organismo del Estado, quedó dividido luego de que se reconociera a un sector sobre otro de la misma organización. Lo mismo ocurrió este año con Avanzada Progresista, partido históricamente asociado con Henri Falcón, quien era su presidente y que esta misma semana se desvinculó de la organización.

El 5 de marzo de este año, Falcón junto con algunos dirigentes regionales llevó a cabo una asamblea nacional en la cual se designó una nueva junta directiva como parte de un proceso de “renovación” y “democracia interna”. Esto lo enfrentó directamente a otro sector del partido comandado por Luis Augusto Romero y Bruno Gallo, quienes respondieron no reconociendo aquella asamblea y convocando a una dirección nacional ampliada el 19 del mismo mes.

Antes de que la dirección nacional ampliada se llevara a cabo, el CNE intervino y, en una decisión de su directiva el 15 de marzo, desconoció la asamblea hecha por Falcón, devolviendo el poder del partido al sector que comanda Luis Augusto Romero.

La salida de Henri Falcón es solo una de las muchas que se produjeron tras estos hechos que, una vez más, demostraron la fragilidad interna de los partidos políticos de la oposición.

Cero credibilidad

Al político Jesús “Chúo” Torrealba, quien fue secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) desde 2014 hasta 2017, no le sorprende lo que ocurre con los partidos de la oposición, pues para él todo responde a un comportamiento que estas organizaciones ya han mostrado anteriormente.

Torrealba valoró como positivos los procesos de renovación prometidos por los partidos, en especial porque estos llegan “no por voto propio”, sino como “una respuesta a un reclamo de la sociedad y una necesidad planteada por la realidad política del país”.

Sin embargo, cuestionó que en estos procesos de renovación lo único que se plantee sean las posiciones de liderazgo de los partidos, esto porque, a su juicio, para mejorar sus resultados no basta con solo cambiar de dirigencia sino con evaluar a mayor profundidad la situación que vive el país.

Foto: Crónica Uno / Miguel González

Otro motivo de preocupación y condena por parte de Torrealba es la propia estructuración de los partidos opositores, ya que insiste en que “todos tienen una estructura leninista”, algo que solo se ha acentuado en los últimos años.

Son organizaciones que en lugar de tener un centralismo democrático tienen es un centralismo carismático. En especial los partidos más nuevos, los que nacieron en los últimos 20 años, los cuales aparecieron en la escena teniendo dueño, criticó.

El político dijo los partidos actuales “si quieren justificar su existencia”, deben alejarse de la pretensión de “funcionar como un mecanismo de correas en la que una cúpula iluminada controla a las bases en función de sus interés”.

Al preguntársele sobre si creía que los procesos de renovación iban a dar espacio para la aparición de nuevos dirigentes, Torrealba respondió negativamente, asegurando que en la mayoría de los procesos internos lo que se busca es “legitimar a los liderazgos que tienen décadas fracasando”, mismos liderazgos a los cuales culpó por la ausencia de relevo dentro de los partidos.

En lugar de actuar como debería hacerlo alguien que no cumplió los objetivos, alguien que asume su fracaso y se hace a un lado, como por ejemplo se ve en Europa, en Venezuela lo que se ve es que los fracasados construyen un sindicado de eso, de fracasados, que se validan mutuamente y que se esfuerzan por que nadie que no pertenezca al grupo trascienda, expresó.

Torrealba se cuestionó cómo es posible que se le ofrezca democracia y gobernabilidad al país desde organizaciones que no son capaces de tener ese principio a lo interno y dijo que esto hace que la oferta de los partidos políticos “no sea creíble”.

“¿Cómo eres creíble si no eres capaz de mantener unidos partidos infinitesimales, muchos de los cuales caben en cinco autobuses?”, se preguntó.


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