petroglifos
Fotografía: Armando Díaz.

Los grabados en piedra de la época precolombina son poco conocidos, pero quienes participan en tours o escaladas descubren este acervo histórico de Carabobo.

San Diego. En La Cumaca la mayoría de los pobladores saben de la existencia de sus petroglifos, pero es una realidad muy local. Hallados en el municipio San Diego, estas huellas aborígenes requieren la atención de las autoridades para su debida preservación.

Están a pie de calle. Se trata de una roca triangular en la que incluso se puede escalar y son fáciles de reconocer. Las figuras se tallaron en piedra por antiguas tribus indígenas de tipo valencioide y luego fueron pintadas de blanco, algo que algunos expertos condenan por dañar la apariencia original.

No obstante, la pintura hace que los surcos destaquen y las figuras de rostros, animales y cuerpos humanos puedan llamar la atención de aquellos que van por la vía.

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Yovani González en medio de uno de sus tours. Fotografía: Armando Díaz.

Escasos estudios

La poca investigación en Venezuela sobre los petroglifos impide marcar un período exacto de la creación de estos grabados. Aún así, hay varias hipótesis: se estima que pueden ser de la era cristiana, finales del siglo XIV o tener hasta milenios.

Yovani González es parte de una estirpe que se remonta a 1853 cuando sus antepasados llegaron a Lambedero. En este sector se observan los grabados sobre piedra.

Él se dedica de vez en cuando a dar recorridos para mostrar los petroglifos y sabe la historia de algunos. Explica que en la cima del cerro hay muchos más y uno que llaman La Corona.

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En la punta del cerro se encuentra La Corona. Fotografía: Armando Díaz

Leonardo Páez, educador con máster en Etnología, explica que los grabados son mucho más que dibujos.

“Estos grabados son expresiones simbólicas que funcionan como un sistema. Con él daban a conocer pensamientos, formas de ver la vida y el entorno de esos tiempos, pero sin llegar a ser escritura”. Es decir no son como los jeroglíficos de Egipto.

Valencioides

Valencia, y en general el estado Carabobo, se destaca como una de las zonas del país con mayor cantidad de petroglifos.

La cordillera de la costa llegando hasta regiones como Miranda están llenas de estos grabados y no hay un número definido de expresiones. Sin embargo, en lo que se refiere a Carabobo, se tiene constancia de que hay en San Diego, Guacara y más recientemente se han descubierto en el municipio Carlos Arvelo.

Son los del segundo municipio mencionado los que más proyección tienen al formar parte del Parque arqueológico Piedra Pintada; en esta área Páez se formó.

La presencia ancestral del lago de Valencia hizo que alrededor de este cuerpo de agua vivieran dos comunidades indígenas de importancia: arawacos y caribes.

Las figuras pueden ser antropológicas y de animales. Fotografía: Armando Díaz.

Pero desde el lago hasta la zona de La Cumaca hay mucho tramo que recorrer. Páez detalla que fue durante varias olas migratorias que los arawacos y caribes llegaron al lago de Valencia.

Unos venían del alto Amazonas y otros del sur de Florida. La presencia de estos indígenas dio origen a la cultura valencioide que data del 870 d. C. y que mermó tras la llegada de los españoles por la violencia, las enfermedades y los desplazamientos.

Yovani tiene sangre arawaca, eso le genera orgullo y lo reconoce en su conversación. Le apasiona explorar los cerros de La Cumaca, por eso hace tours turísticos y de escalada.

Gracias a estos recorridos, el lugareño asegura que hay unos 300 petroglifos que en la mayoría representan animales. Precisa que incluso reflejan especies ya extintas.

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Figura antropomórfica. | Foto Armando Díaz.

La Corona

Páez indica que hizo un catálogo en una investigación de campo del año 2000. Al inicio hallaron 15 rocas con 45 grabados. El descubrimiento impidió unos trabajos de vialidad y zonificación, lo que hubiese eliminado los petroglifos y el patrimonio que representan.

En 2010 actualizó el inventario y halló 17 rocas y 57 representaciones visuales. Dice que ya mostraban un deterioro derivado del ordenamiento espacial que se hizo, sin destruir las piedras.

Pero Yovani incluye lo que está arriba en la montaña como la que él llama «La Corona», la cual era usada para ritos religiosos y en donde además hay otros grabados.

Patrimonio desatendido

Páez detalla que la falta de estudios hace complejo definir con exactitud el significado de cada petroglifo, pero la existencia de patrones comunes en la tradición rupestre amazónica hace más fácil el proceso de descifrado.

Los rostros humanos eran una forma también de hacer saber a otras tribus que esos espacios estaban habitados. Fotografía: Armando Díaz

A las oficinas del consejo comunal, del Gabinete Estatal de Cultura y al Instituto de Patrimonio Cultural han llegado recomendaciones formales para resguardar y destacar el valor histórico de estos petroglifos, pero han sido ignorados. Al mismo tiempo el abandono continúa.

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