Especialistas del Centro de Atención Nutricional (Cania) atendieron a 5537 menores de edad, adolescentes y mujeres embarazadas en comunidades, entre 2023 y 2024. De este total 62 % de los casos presentó algún grado de desnutrición por déficit calórico.
Caracas. “Mire profe, estoy más musculoso y alto desde que como frutas y verduras. Ahora le digo a mi mamá que quiero comer mango o patilla”, dicen los alumnos de Barleni Cañas, docente con más de 25 años de experiencia, en Antímano.
Por algún tiempo parte de sus estudiantes enfrentaron problemas de malnutrición y baja talla. Tenían poca masa muscular y retardo en el crecimiento, una realidad agravada por las limitaciones económicas de sus familias y el desconocimiento sobre la importancia de una adecuada nutrición.
Sin embargo, la situación cambió desde que los padres y los niños y niñas adoptaron hábitos saludables con el apoyo del Centro de Atención Nutricional de Antímano (Cania). Los cambios son tangibles en el desarrollo y la salud de los estudiantes de Barleni, ahora están más atentos en clase y tienen más posibilidades de alcanzar un futuro prometedor.

Vicente Pérez Dávila, presidente de la junta directiva de Cania, explicó que la institución maneja los casos de malnutrición infantil con una asistencia integral que abarca servicios de psicología, evaluación médica individual y trabajo social.
“Este abordaje no solo atiende al niño o niña, sino que extiende su apoyo a toda la familia. Reconocemos la multicausalidad de la condición nutricional. Por eso nuestro enfoque es muy particular”.
Entre 2023 y 2024 la institución brindó atención integral contra la malnutrición a 5537 niños, niñas, adolescentes y mujeres embarazadas en la parroquia Antímano y otras comunidades. De este total 62 % de los casos presentó algún grado de desnutrición por déficit calórico.
Este centro de atención, fundado en 1995 por iniciativa de Empresas Polar, publicó un informe en el que detalla que ofrecieron 8381 consultas ambulatorias dirigidas a niños, niñas y adolescentes.

En estas evaluaciones el equipo de especialistas identificó que las principales causas de malnutrición son multifactoriales. Entre ellas destacan la inseguridad alimentaria (presente en 73 % de los casos) y la pobreza multidimensional (61 %) como los factores más influyentes.
Un legado de transformación
La profesora Josefa Pulido, promotora comunitaria, encarna el impacto de Cania. Hace 28 años acudió al centro sin referencias, preocupada por la talla baja y el estado nutricional de su hija. La niña no lograba subir de peso pese a los esfuerzos de su madre y la opinión de diversos médicos.
“Desde que llegué comencé a aprender sobre la buena alimentación y su importancia, me enseñaron muchas cosas que no sabía y mi hija se fue recuperando. A partir de entonces ambas creamos un vínculo con la institución, tanto así que ella hoy es licenciada en Nutrición. Ahora comparto estos conocimientos a donde quiera que voy”.
Dilcia Esquivel, gerente de Desarrollo Psicosocial y Comunitario, precisó que Cania funciona con tres programas: atención a la malnutrición, para niños y adolescentes de todo el país; gestión del conocimiento, el cual incluye publicaciones especializadas y capacitación profesional, y desarrollo comunitario para capacitar a promotores que multipliquen conocimientos sobre nutrición desde la comunidad.
Richard y Zobeida Marante, una pareja que vive en Carapita, ejemplifica el impacto que el programa de desarrollo comunitario forja en las comunidades.

Ambos acudieron a la institución con la intención de recibir orientación nutricional para cambiar sus hábitos alimenticios y los de sus familiares. Al principio pensaron que recibirían solo una charla informativa, pero en su lugar fueron seleccionados para participar en el programa de capacitación de promotores.
“Ignorábamos los beneficios de una buena dieta y su impacto en la salud. Ahora siempre les decimos a amigos o vecinos que acudan en busca de ayuda para sus hijos o ellos mismos. Las jornadas de salud y despistaje son la principal herramienta para cambiar la realidad de familias que por desconocimiento tienen una mala alimentación”,
destacó el matrimonio Marante.
Aseguraron que formarse en Cania marcó un “antes y un después en sus vidas”. Ahora aplican y comparten los conocimientos adquiridos en su comunidad cuando detectan casos de malnutrición entre niños, jóvenes y mujeres embarazadas o en etapa de lactancia.
Enfoque comunitario
Mariana Mariño, gerente de salud de Cania, destacó que el programa brinda asistencia integral a más de 100.000 niños y mujeres embarazadas de todo el país. Esto consolida a la institución como un punto de referencia que no requiere remisión. Su labor se extiende a la comunidad a través de la colaboración con entidades públicas y privadas.

Durante un recorrido por las instalaciones del centro, Mariño mostró las dos grandes áreas de atención: intervención nutricional y formación educativa e investigación. En los espacios de intervención nutricional, los niños se clasifican por edad y participan en actividades que potencian su desarrollo cognitivo y psicomotor, siempre con el acompañamiento de sus representantes.
“Los estimulamos con juegos lúdicos, colores y diferentes actividades. En todo momento, las madres y padres están con sus niños, siguen el proceso y refuerzan el vínculo con ellos”, detalló Mariño.
En estas áreas se pueden atender hasta 32 niños simultáneamente. El centro se distingue por su modelo de atención educativa en modalidad seminternado. Allí los pequeños llegan muy temprano con sus padres, reciben desayuno, almuerzo y dos meriendas, lo que cubre 85 % de sus necesidades nutricionales diarias.

Mientras los niños y niñas se alimentan y aprenden, sus padres y representantes reciben formación sobre cómo manejar la conducta alimentaria para facilitar la recuperación nutricional. A las embarazadas se les ofrece consejería en lactancia materna.
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