El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB estima que en 2023 la inflación será menor que en 2022 en el escenario más optimista, pues dependerá de si el gobierno logra contener su gasto en un año preelectoral. Se espera que el dólar cierre este año con un precio aproximado de Bs. 11.
Caracas. La falta de políticas efectivas y las limitaciones de ingresos y recursos parecen llevar a un “estancamiento” de la recuperación económica del país, en medio de un contexto internacional menos favorable y un escenario “menos optimista” de cara al año 2023.
El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello prevé en su más reciente informe de coyuntura un “estancamiento en los avances hacia la estabilización macroeconómica”, que se evidencia desde el tercer trimestre de 2022, y un “muy elevado nivel de inflación” para el próximo año.
Ello, de acuerdo con los investigadores, ocurrirá, entre otros, por factores como el bajo nivel de ingresos de la población, el deterioro de los servicios públicos y una renta petrolera volátil, con un gobierno que sigue con poco margen de maniobra para cambiar el curso de la economía. Estas son las proyecciones más destacadas del informe.
1. Inflación sin frenos
El IIES estima que, al cierre de 2022, Venezuela seguirá siendo la economía más inflacionaria del mundo y que ese escenario podría mantenerse en 2023, debido a un mayor financiamiento por parte del BCV a los gastos que el gobierno no puede cubrir por falta de ingresos propios.
La proyección de la UCAB para este año es de una tasa de inflación anual de 125 % tras una importante reducción del gasto y las restricciones a la expansión del crédito bancario, así como a la necesidad del gobierno de avanzar en la estabilización de precios ante el ciclo electoral que se avecina el próximo año.
Para 2023, el IIES calcula que la inflación pueda llegar a 80 %, en el escenario más optimista. Sin embargo, la institución ve difícil que se logre ese resultado en un año preelectoral porque depende de mayor disciplina fiscal (menos gasto público) y de que el tipo de cambio se estabilice. La inflación externa también juega en contra: al menos 6,67 % de la inflación venezolana se originó afuera en 2022 y para 2023 estiman que impacte otro 3,02 %.
2. Dólar estable, pero costoso
Para finales de año, si el BCV mantiene su política de intervenciones y de “minidevaluaciones”, el IIES calcula que el tipo de cambio podría llegar a una cifra cercana a los Bs. 11 por dólar, por lo que se espera que el bolívar se devalúe 24 % más en los próximos dos meses.
El comportamiento del dólar en 2023 dependerá de la política antinflacionaria del gobierno y de la recuperación de las exportaciones petroleras, la principal fuente de los fondos que utiliza el BCV para contener la divisa, según el IIES, que para este año proyecta cerca de $4000 millones en inyecciones de divisas al mercado para estabilizar la moneda.
Ello (la política cambiaria del gobierno) ocurre a expensas del mantenimiento de un tipo de cambio real apreciado que, obviamente, no favorece a los productores internos en general (encarece los costos y abarata las importaciones); así como también al costo de no dirigir esos recursos a la inversión pública en infraestructura”, destaca el IIES-UCAB.
3. Crecimiento estancado hasta 2023
2022 y 2023 cerrarán con crecimiento de la actividad económica, pero “claramente insuficientes para hacer que retorne a los niveles previos del desplome a partir de 2016”.
El IIES calcula que el PIB crecerá 7,2 % este año, por debajo del 8,6 % calculado a comienzos del primer trimestre e impactado por la desaceleración de la actividad petrolera (esta crecerá 28 % y no 39 %, como se esperaba a principios de 2022).
Los sectores no petroleros, si bien cerrarán 2022 con una recuperación de 4 % respecto al año anterior, podrían expandirse a aproximadamente 2 % el próximo año (frente a 4,4 % que crecerá el PIB real). Minería, comercio, transporte y comunicaciones son los que se espera que tengan mayor expansión.
Fallas de servicios, créditos y capital humano, sumado a dificultades para impulsar el sector petrolero y el bajo nivel de ingreso de los consumidores, limitan una mayor recuperación de la economía. La UCAB advierte que, de no haber mejoras en esos u otros factores, “la mejora en las expectativas que se registró durante el segundo semestre de 2021 y el primero de 2022 podría revertirse”, advierte el IIES.
4. Lenta recuperación petrolera
La producción petrolera, en promedio, alcanzará los 696.000 barriles diarios en 2022, según las proyecciones del IIES-UCAB. La cifra, asegura, es 30 % menor a la esperada y anunciada como meta por el gobierno de Nicolás Maduro a comienzos del año.
Y para 2023, con una inversión previa cercana a los 7650 millones de dólares por parte de Pdvsa, el promedio podría llegar a 820.000 bpd. Sin embargo, aclara que el año próximo la estatal “seguirá estando limitada en cuanto a la generación de recursos líquidos con sus exportaciones” debido a los compromisos y deudas acumuladas con empresas operadoras y proveedores.
La UCAB detalla que, como han explicado analistas y expertos, la industria enfrenta fuertes restricciones para para aumentar la producción, entre ellas: falta de inversión, carencia de capital humano, desinstitucionalización del sector, deterioro de infraestructura y servicios básicos, y el contexto jurídico-institucional que desincentivan la inversión externa e interna que requiere para operar, ante la falta de recursos del Estado.
5. El fisco aún no cubre el déficit
De acuerdo con las proyecciones del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, este año el déficit financiero del gobierno podría alcanzar 3,9 % del PIB y el BCV, a la postre, tendrá que cubrirlo con financiamiento monetario, lo que generaría más inflación.
Ello a pesar de que los ingresos fiscales petroleros y no petroleros alcanzarán montos superiores a los recaudados en 2020 y 2021. El IIES destaca que tributos como el impuesto al valor agregado (IVA) y sobre la renta (ISLR) han perdido espacio en la torta tributaria total y lo atribuyen a una disminución de la base de recaudación y los mayores niveles de informalidad en la economía.
A su vez, el impuesto a las grandes transacciones financieras (IGTF) y la renta aduanera cobran más importancia, aunque el impacto en general es mínimo y está por debajo de lo esperado por el gobierno tras las reformas fiscales de este año. Aun así, más de 50 % de los beneficios netos de un negocio formal se dirigen a pagos de impuestos, tomando en cuenta los parafiscales.
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