Habitantes de la parroquia piden a los entes competentes la captura de estos primates que escaparon del parque zoológico y que ahora deambulan por el sector en busca de comida y en total abandono.
Caracas. Deambulan por edificios, trepan por los techos, saltan entre los edificios, roban comida y merodean por escuelas y panaderías. En el sector UD5 de la parroquia Caricuao una banda de monos capuchinos hace vida en las calles y se apodera de espacios urbanos.
Vecinos piden la pronta intervención de las autoridades y ente competentes en materia de protección animal
Como en cualquier otro sitio, en Caricuao, las panaderías son lugares de gran concurrencia para vecinos y transeúntes que de camino al trabajo se detienen para desayunar o tomarse un café.
Sin embargo, cada vez es más frecuente observar a unos traviesos intrusos que, atraídos por el olor de la comida, se aparecen sin invitación para pedir o robar alimentos a la mínima oportunidad. Se trata de unos monos capuchinos, conocidos científicamente como Cebus olivaceus.
Fuera de control
Estos mamíferos peludos pertenecientes a la familia de los primates no superan los 45 centímetros de largo y los 4 kilos de peso, son ágiles, inteligentes y habilidosos. Suelen vivir en manadas jerárquicas de hasta 40 miembros y son oriundos de la selva suramericana.
La incursión irregular de esta especie en la parroquia Caricuao tiene su origen en el parque zoológico, donde conviven libres y constituyen una de las principales atracciones. Algunos de los ejemplares criados en cautiverio fueron llevados por los mismos residentes de la zona.

No obstante, según testimonios de los vecinos, a partir de 2018 algunas de estas criaturas comenzaron a escaparse hacia áreas adyacentes al parque en busca de comida. Al principio era solo uno, ahora se observan tres y hasta cuatro monitos en áreas públicas. Lo que comenzó como motivo de risa y fascinación ahora genera preocupación entre los pobladores.
“Empezaron a trepar por los alrededores, hacia los edificios, cerca del Saime y las panaderías. Se han vuelto expertos ladrones y se acercan a la gente para pedir comida o arrebatar bolsas pequeñas o chucherías, sobre todo a los niños”
contó a Crónica.Uno José Barrios, vecino de la parroquia Caricuao desde hace 29 años.
Aunque la interacción entre esta especie y los humanos no constituye un riesgo potencial, un artículo de National Geographic reseña que los capuchinos macho suelen tener pugnas por el control y liderazgo de sus espacios y la prioridad de aparearse. Esto significa que pueden tener comportamientos agresivos al sentirse amenazados.
Dueños de la calle
El pasado 6 de diciembre se viralizó en redes sociales un video en el que la comunidad educativa del preescolar Luisa Cáceres de Arismendi, situado en la UD5, denunciaba la presencia de tres monos capuchinos en las instalaciones.
En el material audiovisual los representantes de los niños aseguraban que los primates se adueñaron del colegio, mordiendo y rasguñando al personal de la institución. Solicitaron la intervención de Inparques y cuidadores para controlar la situación. Sin embargo, pese a la denuncias, los primates todavía permanecen en distintas áreas del sector.
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José Barrios aseguró que aunque no hay registro de otros incidentes más graves, temen que la situación se salga de control.
“Se están incrementando en número porque se han reproducido”.
Algunos están muy pequeños juntos con sus madres. El llamado es para las autoridades de Inparques. Necesitamos que presten atención a los reportes de la comunidad para retirar a estos animales”, destacó.

Rafael Espejo, representante del medio de comunicación local Caricuao en Positivo, denunció en un video el pasado 10 de diciembre que las construcciones ilegales en áreas cercanas a los parques y zonas bajos régimen especial ha provocado que la fauna silvestre abandone su hábitat natural para asentarse en la ciudad en busca de alimento.
Espejo también añadió que la costumbre de alimentar a los monos con comida ultra procesada como pan , harinas y dulces exacerbó la propagación de los primates, generando destrozos.
“El llamado es a la conciencia. La sensiblería de darle comida a los animales de forma indebida daña a nuestra fauna. Estos animales no son mascotas y están en estado de abandono”, recalcó.
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