agua
Foto: Crónica Uno/Archivo

En octubre de 2009 el Gobierno implementó un cronograma de racionamiento como una medida transitoria para enfrentar la sequía. Sin embargo, actualmente la escasez de agua no es una excepción, sino la regla. 45,6 % de los hogares  las familias padecen la intermitencia en el suministro por tuberías, reveló la Encuesta de Hogares (EH) de HumVenezuela en 2024.

Caracas. Desde hace casi cuatro años, Diana* no duerme los domingos. Ese día, si hay suerte, llega el agua a su casa en La Vega, y tiene que aprovecharla al máximo: lava la ropa, friega los platos, llena los pipotes, se lava el cabello y limpia el piso. Todo en una sola noche. Pero eso solo ocurre cuando no hay problemas en el sistema Tuy.

El 16 de julio pasado, la gerencia de la Hidrológica de la Región Capital, C. A. (Hidrocapital)—la empresa estatal encargada del suministro— anunció el inicio de unos trabajos de mantenimiento correctivo en la red hídrica, lo que causó una nueva interrupción del servicio.

La parroquia La Vega fue una de las afectadas en el municipio Libertador. En su comunidad el servicio de agua es restituido cada domingo, según el cronograma, pero el martes no salía ni una gota de agua por su grifo.

“Cuando no nos ponen el agua el día que nos corresponde nos quedamos secos hasta el próximo ciclo. Ya estamos cansados de vivir esta pesadilla, de las excusas de siempre. Cuando no es el racionamiento, es una avería o cualquier otra cosa y así seguimos con el mismo problema”. 

Las reparaciones en el sistema Tuy se han prolongado desde el 22 de junio. En esa fecha, la empresa estatal y el Ministerio de Aguas anunciaron otras labores de mantenimiento en la planta de tratamiento de Caujarito ubicada en Charallave, en el vecino estado Miranda. 

Especialistas aconsejan hervir el agua antes de consumirla. Foto: Luis Morillo

De acuerdo con la información difundida en medios oficiales, los trabajos se extenderían por 36 horas. Pero, en esa ocasión, Diana pasó más de una semana sin suministro. Finalmente cuando llegó, el agua que salía por su tubería era de un color parecido al del Nestea, la reconocida marca de té frío que pinta el agua de un tono ámbar o marrón claro.

En Caracas, el racionamiento de agua dejó de ser algo puntual para convertirse en parte de la cotidianidad. Y mientras el sistema sigue deteriorándose, miles de familias viven con miedo de que el agua no llegue el día que les toca.

A esa incertidumbre se suma la opacidad informativa: la falta de cifras oficiales y actualizadas por parte de las autoridades impide conocer con claridad el alcance real de la crisis.

El preludio de la crisis hídrica

En octubre de 2009, el gobierno venezolano implementó un plan de racionamiento de agua en la Gran Caracas. Los recortes fueron anunciados como una medida transitoria para enfrentar la sequía que afectaba el embalse de Camatagua, principal fuente de abastecimiento para la capital.

Las autoridades de Hidrocapital establecieron cortes programados que variaban en duración y frecuencia en cada sector, oscilando entre 12 y 24 horas continuas de interrupción, y con ciclos que iban desde cada 24 hasta cada 72 horas. 

desconocimiento
El Observatorio Venezolano de Servicios Públicos verificó que sólo 27 % de la población recibe agua por tubería de forma regular. Foto: archivo

En aquel entonces las justificaciones se centraron en factores climáticos, con pronósticos de precipitaciones por debajo del promedio. Sin embargo, ya algunos expertos advertían sobre la falta de inversión en mantenimiento y modernización de la infraestructura hídrica, así como la creciente demanda de una ciudad en expansión. 

Cuando empezó el plan en 2009, aún era posible soñar con normalidad; hoy en día ese panorama parece lejano. Luego, las 50 horas semanales de agua que recibía Caracas en 2016 parecían una mejora, pero para muchos no bastaron.

Actualmente, casi 16 años después de su implementación ininterrumpida, el racionamiento de agua no es una excepción, sino la regla. El informe anual de la Encuesta de Hogares (EH) de HumVenezuela correspondiente a 2024 documentó que 45,6 % de los hogares venezolanos enfrenta fallas continuas en el suministro de agua por el sistema de tuberías. Eso significa que aproximadamente 12.700.000 de personas padecen escasez de agua en todo el país.

Hasta la fecha, ninguna autoridad ha dado explicaciones claras sobre las fallas. Tampoco se sabe hasta cuándo seguirá vigente el ya largo esquema de racionamiento.

Carapita
El 70% de los hogares en Caracas recibía agua por tubería solo una o dos veces por semana. Foto: cortesía vecinos.

Un plan urgente

Expertos consultados por Crónica Uno aseguran que para que el servicio vuelva a la normalidad en unos cinco años, se necesita ejecutar grandes obras de ingeniería. De lo contrario, el problema seguirá agravándose.

José María De Viana, expresidente de Hidrocapital, afirma que aunque el racionamiento comenzó oficialmente en 2009, los problemas ya venían desde el año 2000, cuando se dejaron de aplicar las labores de operación, reparación y mantenimiento del sistema.

La consecuencia inmediata fue la pérdida progresiva de la capacidad y calidad de producción de agua potable para la Gran Caracas. En aquel momento se registraron las primeras averías en los sistemas Tuy I y Tuy II que redujeron la capacidad firme de bombeo. 

“El Tuy I pasó de 4000 litros por segundo a su situación actual de solo 1000 litros por segundo mientras que  el Sistema Tuy II pasó de 7000 litros por segundo a  solamente 3000”, puntualizó De Viana

En paralelo, ocurrieron otros hechos que aceleraron el deterioro.  El ingeniero explicó que fue desmantelada la estación de bombeo sobre el río Tuy y no se tomaron acciones para incrementar la extracción del embalse Taguaza. Tampoco se culminaron las obras de aprovechamiento del río Cuira.

“En los últimos 27 años el acueducto de Caracas no incrementó sus fuentes disponibles sino que las redujo en más de un 40 %.” indicó.

Comunidades a merced de la anarquía

En los sectores San José de Carapita y La Cauchera de la parroquia Antímano, los vecinos se organizaron para elevar un reclamo ante el ministro de ecosocialismo, Ricardo Molina. Están decididos a poner fin a la proliferación de tomas ilegales en la tubería principal que abastece a la comunidad.

En otras localidades como Coche, San Juan, El Junquito y La Yaguara abundan los botes de agua y las tomas ilegales ante la falta de control y supervisión. Foto: Luis Morillo

El acueducto que los surte fue construido en 2008, durante la gestión de Hugo Chávez, para atender a una cantidad específica de familias y con una presión determinada. Con esta obra, se diseñó un sistema de ciclos para llevar agua tanto a las zonas altas como a las bajas de Carapita.

Luis*, vecino del sector, contó que la tubería principal —de 12 pulgadas y 336 metros— ha sido perforada más de 500 veces de forma clandestina por supuestos integrantes del consejo comunal.

La más reciente de estas intervenciones fue realizada en abril de este año. Entonces, una integrante del colectivo Bripaz, como se conoce a uno de los grupos de civiles armados que a menudo son asociados con el gobierno y que participan en actividades políticas y sociales, a veces con métodos violentos, intentó cortar una tubería de dos pulgadas.

Sin embargo, los vecinos se lo impidieron al descubrir que no contaba con la autorización emitida por Hidrocapital. 

“Han hecho estas tomas ilegales sin contar con los permisos y bajo  supuestas órdenes verbales de funcionarios de Hidrocapital, lo que ha desvirtuado el funcionamiento del acueducto”,

señaló.

Ahora los vecinos tienen un esquema de racionamiento de miércoles a lunes. Después pueden pasar hasta 12 días sin servicio. En ese tiempo, dependen del agua que almacenan en tanques de 1000 o 500 litros. Otros se ven obligados a restringir tareas básicas como lavar.

Vecinos de Antímano dependen de o que pueden almacenar en pipotes. Foto: Tairy Gamboa

La topografía de la zona, con calles empinadas y viviendas en lugares de difícil acceso, impide que los camiones cisterna lleguen a muchas casas, lo que hace aún más difícil abastecerse.

Datos del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) para 2024 indicaban que el 70 % de los hogares en Caracas recibía agua por tubería solo una o dos veces por semana, y un 15 % reportaba no recibir agua nunca o muy rara vez.

La normalización de la anormalidad

José María De Viana destacó que vivir con un servicio intermitente es inaceptable. Asegura que los planes de racionamiento solo tienen sentido cuando hay accidentes graves o sequías prolongadas, y deben tener una fecha clara de inicio y fin.

Tuy III
En los sectores San José de Carapita y La Cauchera de la parroquia Antímano, los vecinos se organizaron para elevar un reclamo ante el ministro de Ecosocialismo, Ricardo Molina. Foto: Luis Morillo.

Para el ingeniero, la regularización del servicio amerita la pronta ejecución de al menos tres proyectos de ingeniería de gran envergadura. El primero es la rehabilitación electromecánica de las tuberías de los sistemas Tuy I, Tuy II y Tuy III. El segundo es el incremento de la explotación de Taguaza-Taguacita hasta 8000 litros por segundo mediante el rediseño de la estación de bombeo Taguacita. 

El tercero es la recuperación de las plantas de tratamiento de Caujarito, Mariposa y Guairita. Con buena gestión, calcula, el servicio podría regularizarse en un lapso de tres a cinco años.

Goyo Cáribas, concejal del municipio Libertador, lamenta que, después de tantos años de racionamiento, la gente haya asumido esta situación como algo normal. Según su experiencia, los sectores más afectados por los cortes son: La Pastora, La Vega (sobre todo en sus partes altas), Antímano, Armadores (cerca del Palacio de Miraflores), Santa Teresa y La Pastora.

El 16 de julio pasado Hidrocapital, la empresa estatal encargada del suministro, anunció el inicio de unos trabajos de mantenimiento correctivo en la red hídrica . Foto: Tairy Gamboa

La vida a cuentagotas

En algunas de esas zonas, las familias pueden pasar hasta 20 días sin agua. En otras, como Coche, San Juan, El Junquito y La Yaguara, son comunes las tomas ilegales y los botes, ante la falta de control por parte de Hidrocapital y el Ministerio de Ecosocialismo.

Aunque actualmente los embalses están llenos debido a las lluvias, el concejal no ve una solución inmediata al problema. Atribuye la situación a la falta de mantenimiento en toda la red de tuberías.

“Lo peor de todo esto es que las familias ya se acostumbraron a vivir de esta manera. Se contenta cuando les ponen el agua. Lo inaceptable se convirtió en costumbre”,

recalcó.

Para millones de ciudadanos, la crisis del agua en Caracas dejó de ser una emergencia para convertirse en parte del día a día. Lo que comenzó como racionamientos temporales terminó por instalarse como una dinámica permanente, sin fechas claras ni soluciones a la vista.

Las reparaciones se extienden más de lo anunciado, las tuberías pierden presión, los embalses se llenan pero el agua no llega, y las comunidades se organizan más para adaptarse que para exigir, como el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos en dos de sus más recientes informes sobre la materia.

El resultado es una ciudad que aprendió a vivir pendiente del grifo, como si el acceso al agua fuera un privilegio y no un derecho, reflexionó Cáribas. En ese contexto, las historias de la escasez se repiten, con distintos rostros, en todos los rincones de la ciudad.

La rutina ya no gira en torno al reloj, sino al calendario de agua. Y esa normalización del desabastecimiento, esa aceptación silenciosa de lo anormal, es quizá uno de los daños más profundos. Como Diana, cada quien ha aprendido a vivir midiendo los litros, los días y la paciencia. Y esa contabilidad íntima, repetida en miles de hogares, dice más sobre esta crisis que cualquier cifra oficial.

(*) La información de esta nota incluye aportes de fuentes que solicitaron anonimato por motivos de seguridad. Crónica Uno garantiza la protección de su identidad.

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