Zafari

La más reciente película de Mariana Rondón se estrenará en Venezuela el jueves 4 de septiembre. Una historia distópica de una familia que debe sobrevivir al declive.

Caracas. El edificio es un vestigio, resultado de lo que fue: una construcción levantada en tiempos más prósperos, un lugar en el que las familias depositaron las esperanzas de un buen porvenir que empezaba a fortalecerse.

Pero no se sabe en qué momento todo cambió. Cuando comienza la historia, la desdicha impera en la familia de Ana (Daniela Ramírez), Edgar (Francisco Denis) y el hijo de ambos, Bruno (Varek La Rosa).

El apartamento está como quien tiene todo preparado para mudarse. Pero, en el caso de ellos, no hay mayor indicio de que eso vaya a ocurrir pronto.


Edgar y su familia pasan el tiempo observando por la ventana con binoculares, como si fueran el personaje de James Stewart en La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock. Solo que hay claras diferencias.

En la película del cineasta británico, el protagonista busca resolver un presunto crimen, mientras que, en el más reciente largometraje de la venezolana Mariana Rondón, los habitantes de ese apartamento son testigos de la decadencia inevitable, de la vorágine destructora que carcome todos los hogares del edificio.

Zafari
Desde 2013 Mariana Rondón no estrenaba una película dirigida por ella

Zafari es el nombre de la película que dirige Rondón, quien además es coguionista junto a Marité Ugas. Una historia distópica, sombría; un viaje sobre quienes abandonan la condición humana construida durante siglos para dar paso al salvajismo más bizarro.

El crítico Rodolfo Izaguirre afirma que se hacen muchas películas y poco cine. Precisa que el cine es aquel que hace reflexionar sobre lo que está ocurriendo. Si bien es una declaración para el debate, cuando se ven películas como Zafari, no hay razones para no catalogarla como cine.

A estrenarse el 4 de septiembre de 2025 en la cartelera venezolana, cada escena genera preguntas en el espectador sobre lo que está pasando en la pantalla. Es una obra que indaga, rememora, incomoda y cuestiona.

Situados en un lugar sin nombre, los miembros de esa familia, especialmente el padre, buscarán proteger el único espacio de estatus que queda en el edificio: la piscina. Ven ese lugar amenazado por los habitantes de los apartamentos de la zona de enfrente. No se sabe muy bien de dónde salieron, pero ahí vive otra familia que debe alimentar a un hipopótamo del zoológico contiguo. Este grupo está encabezado por Alí (Alí Rondón) y Natalia (Samantha Castillo).

El animal entonces se convierte en un punto de tensión en la historia, pues genera una dinámica de distensión, intercambio y supervivencia. No se sabe qué hay más allá de ambos edificios. Tan solo se menciona que todo es caos más allá de los muros y rejas que los separan del mundo exterior.

Zafari
El personaje de Ana verá cómo el edificion en el que vive se vacía y deberá encontrar el sustento para su hogar

Poco a poco, ambos grupos, que comenzaron con recelos por sus diferencias de clase y su forma de resolver en el mundo, empiezan a mimetizarse, a intercambiarse inevitablemente para poder sobrevivir a la destrucción del entorno.

Y a medida que se profundiza el caos, surgirán de manera más intensa las particularidades de cada personaje. Todos deberán decidir si sucumben o no al desastre que los rodea. Cada uno tendrá que tomar decisiones.

Con un reparto sublime, Zafari hace de un tema de origen muy local una historia universal sobre la respuesta humana a la pérdida de lo que se consideraba logrado, al estímulo ante el desastre y al miedo al porvenir en medio de la hecatombe.

La directora de Pelo malo (2013) hace de esta obra una metáfora de la decisión ética de la distancia, que muchas veces puede estar precedida de tentaciones y errores producto de la novedad ante el horror.

Un apartamento que no es hogar, sino laboratorio para una familia que se tambalea. Resaltan las actuaciones de Denis, Ramírez, Castillo y Rondón. Cada uno lleva a sus personajes a esa trinchera personal ante lo que consideran irremediable: caer o no en el salvajismo. Seres a punto de ser caníbales en un zoológico de herbívoros.

La fotografía de Alfredo Altamirano evoca esas fotos familiares de antaño, a lo que fue y ya no es. Un juego acertado para una película como Zafari, que refleja la desgracia ocurrida en países como Venezuela para componer una historia muy humana. Para esto, los autores se valen de la exacerbación de la respuesta humana al caos.

El estreno de Zafari será el mismo día que la proyección en la sección Venezia Spotlight del Festival de Cine de Venecia de Aún es de noche en Caracas, la adaptación de Mariana Rondón de la novela La hija de la española, de Karina Sainz Borgo.

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