Aunque playa Caribe y El Indio se localizan a más de horas por carretera desde Caracas, sus aguas cristalinas y finas arenas seducen a miles de capitalinos y mirandinos.
La Guaira. Suponer que los 170 kilómetros de costa marina del Litoral Central son de fuerte oleaje y con la sospecha de la descarga de aguas servidas, pudiera sugerir la idea de que se desconocen playas de tornados azules y verdes, como Caribe y El Indio en Chuspa, al extremo este de la región.
De acuerdo con quienes han visitado estos tesoros playeros, son comparables con los de zonas turísticas de más renombre en Venezuela.
En esa calificación destacan playas del oeste como Las Salinas, Puerto Francés, Puerto Carayaca, Chichiriviche, Puerto Cruz y Puerto Maya, esta última frontera con el estado Aragua.
Cristalinas y relajadas
A pocas horas por carretera desde Caracas, cientos de temporadistas de la capital del país y el estado Miranda buscan el sol, la arena y las aguas cristalinas de playa Caribe.
También se consiguen con formaciones coralinas que se consideran un plus para la práctica del esnórkel. Estas aparecen, igualmente, en otras playas de la zona: El Indio y Caribito.
El traslado en lancha, que pudiese incluir un servicio de comidas marinas y bebidas tropicales, no excede los 10 minutos desde el embarcadero de Chuspa. Mientras que el ambiente natural facilita el disfrute de las familias. En especial de niños y adolescentes, puesto que la ensenada de Caribe se presenta como una piscina natural.
“Esta es la mejor playa de todo el Litoral Central, sus aguas transparentes y arenas limpias lo demuestran. Aquí no hay oleaje que represente algún peligro para los niños y los abuelitos”, aseguró Dina Marcela Cambra.
La mujer llegó desde San Antonio de Los Altos, Miranda, y se quedó una noche en una posada de “una amiga chuspera”. Al día siguiente tenía planeado ir a playa El Indio, la otra ensenada que se ubica a 10 minutos de playa Caribe.
De las aguas “suaves y relajadas” de Caribe, emergen similares percepciones de playa El Indio. Quienes arriban hasta este lugar han manifestado que no hay comparación con otros balnearios del Litoral Central.
“Es un pequeño paraíso y vale la pena rodar por la carretera para apreciar la naturaleza; no parece que estuviéramos en La Guaira. Por momentos, pensé que me encontraba en algún cayo de Tucacas, Falcón”, comentó José de Jesús López, un arquitecto que vino desde Plaza Venezuela con su pareja.
Potencial en ciernes
Después de la pandemia del COVID-19, varios moradores de Chuspa, conscientes del alza del potencial turístico, se dedicaron a prestar distintos servicios con temporadistas. Lo que evidencia un desplazamiento de otras actividades productivas ancestrales como la siembra de café y cacao.
Para otros, fue un despropósito que, por muchas décadas, se desaprovechara el tema turístico. Mucho más en un estado que tiene 64 playas aptas, así como montañas y ríos. También cuenta con un legado colonial, al estilo de Cartagena de Indias, Colombia, y Santo Domingo, en República Dominicana.
“No hay que engañarse: la pesca, con tanta mafia y otros obstáculos, ya no da. Arreglamos los cuartos de la casa de la familia para rentar habitaciones a los que quieren conocer a playa Caribe y playa El Indio”, expresó Marina Escobar.
Escabar, socióloga de la Universidad Central de Venezuela, con 33 años a cuestas, se cansó del “miserable sueldo» que le pagaban en la Alcaldía de Vargas y optó por ser operadora de turismo en su tierra natal.
También ofrece a sus clientes la participación en festividades populares y bailes cadenciosos que remontan a los orígenes africanos en este eje costero.
El atractivo marino de Chuspa no opaca las alternativas de recreación en ríos y otras fuentes acuíferas del este de la región, como la cascada del Pozo Azul en Carmen de Uria, el chorrerón en Anare y el Pozo del Cura.
Las aguas del último manantial, no exentas de relatos orales enigmáticos, abrigan las montañas y los cultivos de plátano y cacao del trayecto vial entre Caruao y Chuspa.
“Estos pueblos de la costa verde, como le denominan historiadores y geógrafos, son perfectos para conectarse con la naturaleza, para ser mejores personas”, dijo el pescador Atilio Rada, quien espera por los venideros repiques de tambor en Chuspa.