El largometraje protagonizado por Dwayne Johnson y Chris Evans pretende romper el molde de las películas sobre Santa Claus, pero todo se queda en el papel 

Caracas. Comenzó la temporada navideña en la cartelera. Sí, en una fecha más cercana a la realidad que las impuestas por aquellos con ínfulas de desvirtuar el origen de las conmemoraciones.

Ya está en las salas de cines nacionales Código: Traje rojo. Santa Claus (J.K. Simmons) se aleja de la imagen con la que se le suele asociar en la cultura popular. Hace constantemente ejercicios para mantenerse en forma y así poder cumplir su misión en la Nochebuena. No es para nada bonachón, pero tampoco un amargado. Solo es un tipo con carisma suficiente y autoridad para llevar todo en orden en el Polo Norte. 

Su mano derecha es Callum Drift (Dwayne Johnson), líder de operaciones de todo el aparato productivo que garantiza la entregas de regalos cada año. 

 Código: Traje rojo
En la peoícula empiezan a surigr unos personajes totalmente prescindibles para la trama

Todo marcha como de costumbre hasta que Santa Claus es secuestrado. Se prenden las alarmas porque no se sabe quién es el responsable del hecho. Entonces un departamento gubernamental encargado de asuntos mitológicos busca resolver el problema. Contrata entonces los servicios de Jack O’Malley (Chris Evans), una figura experta en rastrear y conseguir todo tipo de información o personas, aunque sea con fines poco escrupulosos. 

Comienza así una intriga en la que aparecerán todo tipo de criaturas para darle el sentido mágico a esta trama. 

El primer acto de Código: Traje rojo busca diferenciarse de lo que se espera de este tipo de películas navideñas. No es que innove, pero sí trata de distanciarse del tratamiento convencional. De hecho, para niños menores de 10 años podría resultar algo incomprensible e incluso violento.

Un atractivo del largometraje es que se siente su intención de desmarcarse de cierta corrección política predominante en años recientes en películas comerciales de Hollywood. No es que sea disruptiva ni desafiante, pero tenuemente busca con sus chistes y algunas maneras de deslastrarse de ser una película sin sazón. 

Código: Traje rojo
Código: Traje rojo podría resultar distante a un público menor de diez años de edad

Sin embargo, ya en los siguientes actos Código: Traje rojo se hace una película tediosa, reiterativa, con una duración exagerada para darle una dosis de acción que realmente aporta poco. Hay una serie de personajes que en su primera aparición prometían más protagonismo, pero luego desaparecen un buen tiempo para que, sin ninguna explicación, reaparezcan en un clímax que va configurándose en lo que se intuía desde hace rato. Además, ya desde su propuesta, en el secuestro de Santa Claus hay puntos que se siente vistos hace rato: El extraño mundo de Jack (1993). 

Código: Traje rojo es dirigida por Jake Kasdan, director responsable de joyas subestimadas como Malas enseñanzas (2011), así como del resurgimiento de las nuevas películas de Jumanji. Uno de los que firma el guion es Chris Morgan, quien da la cara por varias de las películas de Rápido y furioso. 

Al final, esta película navideña se queda como una promesa que hace alarde de su humor en un comienzo, para luego derivar en una melcocha de personajes y situaciones que no enriquecen en nada la trama para terminar cómo se sabía desde un principio. 

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