Familiares de pacientes renales atendidos en Unidad de Nefrología (Uninef) Vida y Salud, en Puerto Ordaz, piden con urgencia una planta eléctrica para solventar las contingencias que les impiden cumplir con sus diálisis.

Puerto Ordaz. Un día sin diálisis es un día menos para pacientes renales. A esta realidad se enfrentan quienes se atienden en la Unidad de Nefrología (Uninef) Vida y Salud, la única activa en Puerto Ordaz, estado Bolívar. 

La angustia se intensificó la mañana del jueves, 24 de abril, cuando al menos 30 pacientes no pudieron dializarse a la hora correspondiente, debido a un prolongado corte eléctrico en la unidad. El sector ha presentado fallas desde el martes, 22 de abril, lo que ha sumido a los afectados en la incertidumbre.

Algunos esperaban dentro del centro, otros afuera, acompañados por familiares. Más de tres horas sin electricidad retrasaron el procedimiento. Curiosamente, Corpoelec llegó minutos después de que apareciera la prensa.

Durgelia Martínez, paciente desde hace dos años, alertó sobre el peligro de suspender el tratamiento.

“Ya esta es la segunda vez desde que estoy aquí que se va la luz. La vez pasada me fui sin dializarme. Corremos el riesgo de que el líquido se nos devuelva al cuerpo, y eso puede ponernos cianóticos. Necesitamos una planta eléctrica urgente”,

expresó.

Recordó, además, la promesa incumplida del gobernador Ángel Marcano de instalar un generador en el centro.

Vidas en agonía

Durama Sorzano, hija de una paciente, también manifestó su preocupación. “Cada diálisis es un día más de vida. No tener planta eléctrica es sumamente riesgoso. No es solo mi mamá, somos muchos. Hoy es ella, mañana puedo ser yo”.

Unos 340 pacientes, divididos en tres grupos, asisten tres veces por semana. Si no se dializan, algunos deberán esperar hasta el sábado, lo que aumentaría el riesgo de acumulación de líquidos, crisis hipertensivas y otras complicaciones.

“Son muchos riesgos los que se pueden correr, porque hacen una acumulación de líquidos, una crisis hipertensiva por la acumulación de líquidos porque el paciente renal no orina. Ellos a través de la conexión a la máquina dialítica es que le limpian la sangre, las toxinas,  para poder sobrevivir o mantenerse”, explicó Sorzano.

Pero la electricidad no es el único problema. Familiares denuncian la falta de aire acondicionado tras varios robos, exponiendo a los pacientes a altas temperaturas durante las sesiones de tres horas. En consecuencia, se eleva el riesgo de hipotensión, infecciones y descompensaciones, especialmente en pacientes que usan catéteres.

“Me preocupé mucho al ver a mi mamá desesperada porque no había luz en la unidad. Esta es la segunda vez que pasa en el tiempo que tenemos aquí y es angustiante que como familiares no podamos hacer nada por ellos”, agregó Adelis Pérez, familiar de una paciente renal.

Exigen mayor atención

Los reclamos van más allá: equipos faltantes, sesiones recortadas y máquinas averiadas agravan la situación. Marisol Beria, esposa de un paciente, denunció la ausencia de una balanza para pacientes en silla de ruedas: “No pueden calcular bien cuánto líquido sacar sin un peso exacto, y eso puede descompensarlos”.

La precariedad económica también pesa: transporte, medicamentos costosos y la necesidad de adaptar el espacio de espera recaen sobre los familiares.

“Nosotros mismos hemos tenido que comprar aires acondicionados y medicamentos. No podemos estar dentro del centro por falta de espacio y nos toca esperar bajo el sol”,

añadió Beria.

Los familiares también señalaron que muchas veces las sesiones se acortan para poder atender a todos los pacientes. Además, hay máquinas dañadas, lo que genera más retrasos y riesgos.

“Esta unidad necesita atención urgente. No podemos seguir dependiendo de la suerte. Pedimos al gobierno que escuche este llamado y actúe ya. Esto no es un lujo, es cuestión de vida o muerte”, manifestó Nohemí Bonilla, familiar de otro de los pacientes renales.

En agosto de 2024, a consecuencia del apagón nacional, que se extendió por más de 16 horas en Ciudad Guayana, al menos 40 pacientes no pudieron recibir diálisis. Recordaron que ya en la gestión de Justo Noguera (2017-2021) se solicitó una planta eléctrica, sin respuesta.

Cada vez son menos las opciones de atención para estas personas. El 6 de septiembre de 2018, cerró el centro José Gregorio Hernández, en San Félix. Sus 18 pacientes pasaron al hospital de Guaiparo.

El 11 de septiembre de 2020 cerró la unidad privada Jesús de Nazareno, en Puerto Ordaz. Sus 61 pacientes migraron a la Uninef Vida y Salud. En el caso de los que padecen enfermedades autoinmunes como el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), disponen de dos máquinas en Ciudad Bolívar, en el hospital del Tórax.

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