En Perfectos desconocidos, adaptación teatral de la película italiana Perfetti sconosciuti, un grupo de amigos pone a prueba su confianza y privacidad a través de los celulares. La obra invita a reflexionar sobre secretos, infidelidad y la intimidad en la era digital.

Valencia. En cada mensaje, llamada o búsqueda en un celular se esconden secretos que rara vez se comparten. La reconocida actriz Sonia Villamizar describe este espacio como íntimo y revelador de la verdadera esencia de cada individuo.

Esa premisa se convierte en el corazón de Perfectos desconocidos, adaptación teatral de Perfetti Sconosciuti, en la que un grupo de amigos y parejas pone a prueba su confianza y su privacidad, mientras el público enfrenta reflexiones sobre la vida, la amistad y los secretos que todos llevan dentro.

Esta realidad se hace evidente en casos de infidelidad, que en la mayoría de las ocasiones se desarrollan a través de la pantalla de un teléfono móvil. Ni hablar de los delitos que se facilitan mediante estos dispositivos. Estas herramientas permiten a los individuos construir una vida paralela y aislada de su entorno cercano.

En este contexto, el teléfono celular se convierte, de una manera u otra, en la columna vertebral de Perfectos desconocidos, una propuesta que es todo menos desconocida gracias a la película italiana del director Paolo Genovese, titulada Perfetti sconosciuti.

Foto: Crónica Uno

Arranque de gira

Basilio Álvarez, tras múltiples esfuerzos, logró adaptarla a las tablas y, el domingo, 21 de septiembre, inició en Valencia, de la mano de Egreamigos UC (de la Universidad de Carabobo), su gira por el país.

Además, esta obra tuvo una larga temporada en el Teatro Trasnocho, donde recibió excelentes críticas. En ese marco, el director del espacio cultural aseguró a Crónica Uno que, muy probablemente, en enero regresará al mismo escenario.

La obra es una comedia dramática que explora la privacidad y las relaciones humanas en la era digital. La dirección de Álvarez ha sido destacada por su capacidad para mantener el ritmo y la tensión dramática, mientras que el elenco ofrece actuaciones sólidas que equilibran humor y emoción.

El montaje, aunque minimalista, utiliza la luz y el espacio escénico para reflejar los secretos y conflictos de los personajes. Desde su estreno, ha recibido elogios de la crítica y el público, y su popularidad ha llevado a una gira nacional. La adaptación venezolana aporta elementos locales que facilitan la identificación del público con la trama y los personajes.

Las tres vidas

Perfectos desconocidos cumple a la perfección con la finalidad que los griegos le dieron al teatro: provocar reflexión al salir de la sala. En este caso, sobre temas como el derecho a preservar un espacio propio, el respeto a la intimidad ajena y la incomodidad de reconocer que todos guardamos un rincón oscuro.

La obra reúne a actores que forman parte de la memoria colectiva de los venezolanos, lo que garantiza una función de calidad. Aroldo Betancourt, Sonia Villamizar, Luigi Sciamanna, Nohelí Arteaga, Jeska Lee, Iván Tamayo y Sócrates Serrano integran un elenco que encarna a un grupo de parejas y amigos que deciden reunirse en una noche particular para compartir.

La singularidad de esta reunión radica en que ocurre durante un eclipse, lo cual no es casual. Desde los camerinos, Villamizar explicó que el eclipse funciona como una metáfora de la oscuridad, de aquello que está oculto, y permite vincularlo con esa vida secreta que todos tienen y quieren mantener oculta.

Foto: Crónica Uno

En la misma línea, la actriz Nohelí Arteaga señaló que la obra busca demostrar que todo ser humano tiene tres vidas: la pública, que es la que todos conocen; la privada, reservada para círculos de confianza; y la secreta, donde aparecen las máscaras y que quizá nadie conoce, salvo otras personas también sumergidas en secretos.

Por eso, lo secreto resulta vital para entender el contexto de la obra. Arteaga enfatizó en que nunca se llega a conocer a alguien por completo, “ni siquiera a los hijos, la pareja o los amigos”.

Amistad y desconocimiento

Villamizar añadió con ironía que presumir de conocer totalmente a la pareja es un error, pues siempre existe “un margen de desconocimiento” que puede sorprender.

“A veces nos jactamos creyendo que conocemos a nuestros maridos como la palma de la mano y después nos llevamos un golpe en el rostro, porque es imposible hacerlo”.

Foto: Crónica Uno

De este modo, en Perfectos desconocidos, este grupo de amigos decide ponerse a prueba luego de que una conversación amistosa deriva en una pequeña discusión que motiva al personaje de Villamizar a plantear una propuesta:

— Violeta (Jeska Lee), ¿tú le darías tu teléfono a Santiago para que lo revise?

De inmediato, el personaje de Lee responde que sí, pero no todos reaccionan con la misma espontaneidad ni interés.

Esto despierta suspicacias y da lugar a un juego en el que todos deben dejar su celular sobre la mesa, de modo que cada mensaje o llamada entrante sea leído y escuchado por todos.

Al final, los personajes se refieren al celular como “la caja negra”, pues contiene conversaciones privadas, búsquedas, deseos, culpas y contradicciones que permanecen en silencio hasta que alguien decide abrirlas.

La intimidad como valuarte

El juego, sin embargo, también plantea el derecho a preservar la intimidad. Jeska Lee lo expuso con claridad mientras se maquillaba.

“Hay contextos que nos obligan a callar, pero mantener secretos está bien. ¿Quién dice que, si alguien nos increpa, tenemos que decirlo todo? Los amigos, principalmente, a veces nos sacan de ese armario de los secretos y nos obligan a contar cosas que no queremos, aun cuando eso pueda perjudicarnos emocional o moralmente, incluso incomodarnos”.

Foto: Crónica Uno

Aunque los personajes masculinos alardean de una amistad de 40 años, la realidad es que, en aspectos clave, todos esconden secretos que demuestran que ni la más estrecha relación garantiza la verdad absoluta.

De ahí que Luigi Sciamanna afirmara: “Nadie conoce a nadie al 100 %, y es más, no me interesa hacerlo. A veces tenemos una necesidad desesperada por conocer al otro en cada aspecto. Dejen el espacio de los demás. Yo jamás revisaría un teléfono ajeno”.

El secreto de la homosexualidad

El personaje de Sciamanna resulta trascendental para recalcar el título de la obra, pues es quien más se acerca a ser un perfecto desconocido. Es el único que no lleva a su pareja, una mujer llamada “Luisa”, de la que siempre habla, pero que nadie conoce.

Ese detalle anticipa lo que se desencadenará en el clímax: Luisa no es Luisa, sino Luis. La revelación sorprende a todos y plantea el tema de las salidas forzadas del closet —como se le llama coloquialmente al proceso por el cual una persona revela su orientación sexual, a veces antes de estar lista o por presión social—, el cuestionamiento sobre por qué no hacerlo y el trato hacia una persona homosexual en un grupo mayoritariamente heterosexual, aunque se recurre de forma jocosa a la palabra “maricón”.

Foto: Crónica Uno

Y aunque el público habitual es mayoritariamente de la tercera edad, Perfectos desconocidos logra plantear esa realidad: entre risas, permite analizar el closet como el espacio de lo secreto, que se convierte en la representación máxima del miedo, incluso en círculos de confianza.

A diferencia de los demás personajes, el de Sciamanna —quien oculta su orientación sexual— nunca fue infiel, una integridad que los otros no pueden demostrar.

La doble vida del infiel

La infidelidad es, precisamente, la principal razón por la que algunos personajes no quieren jugar y otros disimulan sus intenciones.

Tal es el caso del personaje de Aroldo Betancourt, quien hace malabares para evitar que se descubran sus fotos de mujeres desnudas, o el de Nohelí Arteaga, que a pesar de ser una de las más entusiastas con el juego, termina por revelar un affair con un hombre al que le decía: “Me quité la pantaleta”.

Foto: Crónica Uno

La obra retrata la hipocresía de condenar en otros las mismas faltas que se cometen. El personaje de Arteaga acusa a su esposo, Betancourt, de infidelidad mientras oculta su propia aventura.

Betancourt incluso prefiere intercambiar su teléfono con el de Sciamanna y no le importa fingir ser homosexual con tal de que no descubran que las fotos de mujeres desnudas eran suyas.

Foto: Crónica Uno

La curiosidad mató al gato

El guion, más allá de lo teatral, refleja dilemas muy contemporáneos: la infidelidad, la desconfianza, el impulso de revisar el celular de la pareja y la tentación de creer que todo debe saberse.

Un estudio colombiano de 2017 señaló que las mujeres revisan más el teléfono de sus parejas; sin embargo, la obra demuestra que la infidelidad y la opacidad no entienden de género.

Para Sócrates Serrano, que confiesa haber vivido algo similar, el juego de la obra es tan verosímil como peligroso.

“Cuando alguien revisa tu teléfono es violento; cuando lo haces de vuelta, descubres cosas que quizá no estabas listo para ver. A veces el silencio protege más que la verdad”.

Foto: Crónica Uno

Con humor ácido y tensión dramática, la obra obliga al público a mirarse en el espejo que representan los celulares. Lo que encuentran ahí puede ser un reflejo luminoso o una sombra oscura, pero siempre será parte de sí mismos.

Su relevancia cultural radica en invitar a la reflexión sobre privacidad, confianza y secretos. Además, logra mantener al espectador entretenido y conectado emocionalmente.

La puesta en escena recuerda, en definitiva, que tal vez no se trata de compartirlo todo, sino de respetar lo que los demás deciden callar. Porque, al final, todos los individuos son —y necesitan ser— un poco desconocidos.

Foto: Crónica Uno

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