Los palmicultores denuncian que las empresas extractoras de la materia prima no les quieren recibir el corozo porque el mercado está saturado. Aseguran que las políticas de importación del gobierno han frenado la producción nacional al punto de quiebre.
Maracaibo. Hace 40 años, las tierras fértiles del Sur del Lago del estado Zulia eran usadas para la ganadería y el petróleo, hoy ese panorama es distinto. Randal Guerrero, ingeniero agrónomo del municipio Jesús María Semprún, asegura que el cultivo de palma aceitera es el responsable de sostener la economía de la región y la principal fuente de trabajo.
Las plantaciones de palma aceitera comenzaron en el estado en los años ochenta cuando apenas había dos empresas procesadoras, en la actualidad el Zulia tiene cinco de las siete que hay en Venezuela para la extracción de la materia prima, el corozo.
La cadena de oleaginosas es: productor-extractor-refinadora. El precio internacional se fija por tonelada de Aceite Crudo de Palma (ACP) y es de 1050 dólares, lo que quiere decir que la tonelada de racimo de fruto fresco está estipulado en 178,5 dólares. Por cada cinco toneladas de fruto se obtiene una tonelada de aceite crudo, lo que representa el 20 % de la extracción.
En el país hay un total de 80.000 hectáreas de palma aceitera y el Zulia es el estado con mayor capacidad de producción, le sigue Táchira, Mérida y Monagas con una producción estimada de 480.000 toneladas de fruta por año, que traducido a materia prima serian 96.000 toneladas de aceite crudo.
Sin embargo, los palmicultores del estado Zulia no muestran hoy su mejor cara porque la fruta se queda en los camiones de carga. El mercado está saturado y ellos lo achacan a la importación que el gobierno nacional hace de aceite refinado desde Colombia y Brasil.
Si se acaba la producción de palma para nosotros sería una catástrofe, porque muchas personas dependen de este trabajo. Aquí la gente lo único que sabe hacer es cultivar palma, desde niños aprendieron este oficio. Estamos vulnerables y asustados porque la situación económica merma debido a las políticas aplicadas a este rubro por el Estado”, dijo Guerrero en medio de la plantación para la que trabaja.
La producción nacional no avanza
Luis Urbina, representante del consejo comunal Palmeras Diana que agrupa a 154 productores con 3500 hectáreas, dijo que la importación sigue poniendo en jaque la producción nacional que, según el gobierno de Venezuela, es la responsable del 20 % de la demanda nacional. Se estima que en Jesús María Semprúm hay unas 56.000 hectáreas de palma aceitera en plena producción generando más de 5000 empleos directos e indirectos.
La importación está obligando a que el productor no pueda entregar la fruta a las plantas extractoras, habrá desempleo porque se paralizará la cadena primaria. Ahorita tenemos problemas porque el costo de la tonelada de fruta fresca debería estar en el orden de los 300 dólares y estamos recibiendo 140 o 150 dólares, es decir, menos de la mitad”, explicó.
Urbina recalcó que el productor ha comenzado a sacrificar las plantaciones en cuanto a la fertilización, sanidad vegetal, entre otras cosas porque trabajan a pérdida y eso hace que el nivel de producción baje considerablemente.
“Lo que queremos es llegar a un acuerdo donde las políticas nacionales y locales nos ayuden fortalecer para subir el promedio de producción y meternos en la comercialización, competir con Colombia, cubrir la demanda nacional de aceites y grasas, y aumentar el producto agroalimentario que nos corresponde a nosotros como venezolanos”.
Insistió en que las importaciones de aceite traen más inflación al país. “No hay unas políticas claras de esta importación. Traen más de los que estamos necesitando y eso viene a dificultar la cadena nacional”.
“No sé qué voy a hacer”
José Uriana tiene 15 años trabajando en las plantaciones de palma aceitera en Semprúm. Dice que no hay ni abono que echarle a las palmas y por eso casi no están pariendo, está preocupado por su futuro y el de su familia porque no quiere volver a la ganadería como sus hermanos, que se tuvieron que ir del municipio por falta de empleo en otra finca de palma.
No estamos sacando casi nada, apenas llegamos a 10 o 12 toneladas al día, antes sacábamos hasta 30 toneladas de corozo. Los compañeros de otras fincas dicen que ellos están igual. Aquí si dejamos de trabajar con la palma, nos morimos de hambre porque no sabemos hacer más nada. Ya quedamos muy pocos porque a veces no nos pagan, uno aguanta por la familia, pero no sé qué voy a hacer”, dijo el trabajador.
Jorge Prado, presidente de la Confederación de Agricultores y Ganaderos del estado Zulia (Confagan), es fundador de la palma aceitera en el municipio. Dijo que el Zulia no solo tiene el conglomerado de extracción más grande del país, sino la mayor potencia de siembra, pero eso no es suficiente.
“Para el año pasado nos daba cerca de 280 dólares por tonelada de fruta puesta en planta y eso incluía el mantenimiento, el pago de los trabajadores, planes de fertilización, transporte, gastos referentes a la finca y una utilidad para nosotros entre 20 % y 25 %. Ahora no, entonces vamos a tener que volver a cerrar las plantaciones como en 2012”, dijo.
Prado sentenció: “La verdad es que el mercado se saturó por la irregularidad en las importaciones y el gobierno tiene que darnos explicaciones al respecto”.
Esta semana los palmicultores estuvieron más de tres días esperando que las empresas les recibieran el fruto. Dicen que no tienen a quién venderle la producción local y la preocupación crece con la entrada del segundo pico de producción para primavera. “¿Qué vamos hacer cuando tengamos 100 camiones en planta para recepción?”, se preguntó Prado al tiempo que lamentó que el fruto se esté dañando.
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