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Recolectores de corozo en Catatumbo están en jaque porque procesadoras no les reciben la producción (y II)

recolectora de Corozo

Al menos 5000 empleos directos están a punto de perderse por fallas en la recepción de materia prima de aceite de palma y retraso en los pagos.

Maracaibo. Neisan Morán se ha dedicado los últimos 10 meses a la recolección de semillas de corozo en una finca del municipio Catatumbo del estado Zulia, específicamente en el poblado de Caño Motilón.

Su día y el de su esposo, que también es palmero, comienza a las 4:00 a. m. Hacen la comida del día y se preparan para salir de su casa ubicada en El Cruce. Pasadas las 7:00 a. m. llegan a la finca; él afila la herramienta con la que corta la fruta y ella agarra su tobo y un fajo de sacos, ambos están listos para trabajar por nueve horas sin descanso.

El trabajo de recolector es pesado para una mujer. Neisan debe llenar a diario al menos cinco sacos de 20 kilos cada uno de la fruta que se va desgranando cuando los palmeros cortan el corozo de la palma. La mayor parte del día está en cuclillas, protege sus pies con unas botas de caucho y sus manos del aceitoso fruto, con guantes de tela. Dice que al final del día el dolor de espalda es insoportable.

recolectora de Corozo
Neisan y su esposo trabajan en una finca de palma aceitera del municipio Catatumbo hace 10 meses/Cortesía José Ángel Núñez

Para la joven de 23 años, técnico superior en Contaduría Pública, ese es el único medio de sustento que tiene, quedarse sin opciones la ha llevado a conocer bien su oficio por eso le dedica tiempo y paciencia.

“Este es el único trabajo en el que me puedo desempeñar, aquí no hay más trabajos. Cada tres semanas cuando hay cosecha vengo fijo”, dijo Neisan, que ha visto que su calidad de vida ha mejorado, ahora gana 10.000 pesos colombianos por cada saco que recolecta, es decir, dos dólares, y ella no es la única, pues sin distinción alguna en las plantaciones de palma aceitera del Sur del Lago el 30 % de los trabajadores son mujeres de diferentes edades.

Mientras recolectaba la fruta madura del suelo, hizo una pausa y con una risa nerviosa soltó: “Ahora estoy muy asustada, si esto sigue así nos vamos a quedar sin trabajo mi esposo y yo, y esto es lo único que tengo”.

Dice que ellos están sobreviviendo. “Con lo que ganamos cada tres semanas aguantamos, porque antes el guarañaba, las dos semanas que no teníamos trabajo aquí en otra finca y vivíamos mejor, pero ahorita el único trabajo que tenemos es este y por eso estiramos el dinero”.

Rumores que aterran

Los rumores de cierre y caos recorren los enmontados caminos que dan a las plantaciones, llanuras repletas de palmas que alcanzan hasta 15 metros de altura. “Lo que sabemos es que las plantas receptoras no están recibiendo el corozo, eso nos afecta a todos porque si cierran, nos quedamos sin trabajo”, dijo Neisan.

Pero en Santa Bárbara del Zulia, donde también hay una vasta plantación de palma, la batalla es otra. Hace un mes las aguas del río Zulia rompieron un dique en la laguna de Mirimbay, ubicada entre Catatumbo y Colón. Hoy las palmas del sector Las Casas están bajo el agua, pero los trabajadores hacen esfuerzos para evitar que el corozo se pudra.

En el sector Las Casas hay más de 20 hectáreas bajo el agua, ahí el riesgo de perder la fruta es doble/Cortesía José Ángel Núñez

Se trasladan en planchones que flotan con pipas de plástico y sin dudar, se meten al agua que alcanza el metro y medio de altura y con un malayo –una vara de aluminio– cortan la fruta que inmediatamente cae al agua. “Tenemos que sacarla rápido porque se pudre y pesa más”, dijo un trabajador que no quiso identificarse.

La situación es crítica

Lívido Urdaneta tiene 25 años en el sector palmero en El Guayabo. Su plantación es de 90 hectáreas y ve con preocupación cómo su cosecha se pierde porque no la reciben en las empresas procesadoras de la zona.

Mantener una hectárea supera los mil dólares de inversión, los pagos bajos y tardíos por parte de las empresas nos han puesto en jaque. El gobierno nacional no le ha dado importancia a esto y se nos está haciendo difícil mantenernos, mientras el mercado está inundado de aceite de Colombia y Brasil. Esta semana teníamos 80 camiones cargados desde hace dos días en planta”.

El Zulia tiene cinco plantas que reciben la fruta para su procesamiento antes de ser enviadas a Carabobo para su refinamiento y luego ser distribuida al país. Actualmente sus almacenes están al máximo de capacidad, según se conoció de manera extraoficial, mientras los productores están en cero.

El corozo es la fruta de donde se extraen las grasas y aceites para el consumo humano, pero además, sus derivados se emplean para hacer desde jabones hasta cosméticos. En el caso de Venezuela la producción de palma aceitera local es la responsable del 20 % de los aceites que consume el país.

En Caño Motilón, municipio Catatumbo, hay 43 palmicultores que emplean a 600 personas. Eduardo Torres es uno de ellos, dijo que una vez que la planta recibe el corozo deben esperar entre 15 y 21 días para que les paguen por la carga.

Estamos desamparados por parte del gobierno nacional, temo que nos tengamos que ver en la obligación de desemplear a nuestra gente. Estamos tan mal que no tenemos ni asesoramiento técnico”.

Para Torres la política del gobierno de Nicolás Maduro debería ser “atender primero la casa y después lo demás. Estamos en un grave peligro”, sentenció.

Mujeres trabajadoras
Se estima que el 30 % del personal que labora en la producción de palma aceitera son mujeres/ Cortesía: José Ángel Núñez
De horas a días de angustia

Los productores denunciaron que estas irregularidades se presentan desde hace un poco más de dos semanas, cuando antes un camión esperaba apenas unas horas en las receptoras, ahora pasan días.

Es complicado salir de la cola para irte a casa porque pierdes el viaje. Aquí aguantamos calor, hambre y no nos bañamos. Muchas cosas que Venezuela no sabe, pero es el sacrificio que hacemos para llevarle el alimento a sus casas”, expuso un chofer que prefirió no identificarse por temor.

Jesús Sánchez, palmicultor de Caño Motilón, explicó  que una vez que se recoge la cosecha el fruto puede estar hasta tres días esperando que el camión la recoja, más los días que ahora debe esperar en planta, lo que significa una merma del fruto que al final no compensa económicamente el esfuerzo primario. En Caño Motilón hay aproximadamente 1700 hectáreas de siembra de palma.

Palma aceitera Santa Barbara del Zulia
En las fincas de palma aceitera de Santa Barbara de Zulia luchan con la baja producción y con inundaciones/Cortesía José Ángel Núñez

La petición de los productores al unísono en el Catatumbo es ser tomados en cuenta por el gobierno en su cuota de la demanda nacional y conseguir un ajuste en el precio de extracción. Centenares de trabajadores están en riesgo de quedarse sin ingresos.

Mientras tanto, Neisan solo puede hacer una cosa: seguir trabajando y mientras recoge uno a uno el fruto rojizo, ir pidiendo a Dios no engrosar la lista de trabajadores del campo que se han quedado sin sustento en el estado petrolero.

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