La narrativa oficialista afirma que con el golpe militar a Marcos Pérez Jiménez se desperdició la oportunidad de hacer una revolución, pero a juicio de López Maya eso incurre en una imprecisión histórica porque el derrocamiento de la dictadura forjó la posibilidad de instalar un sistema representativo que se mantuvo hasta 1998.
Caracas. Este martes se cumplen 66 años del golpe cívico-militar que derrocó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Para la historiadora Margarita López Maya, el 23 de enero constituye aún un hecho relevante porque honra la sabiduría de los actores políticos que trabajaron juntos para lograr una plataforma unitaria, en pro de la construcción de la única democracia representativa que, a su juicio, existió en el país.
La profesora titular de la Universidad Central de Venezuela analiza los factores que llevaron al fin de la dictadura perezjimenista y sostiene que, aunque es poco probable que se produzca un golpe de Estado en las condiciones actuales, la celebración de esta fecha enaltece el esfuerzo de los venezolanos que salieron a las calles para exigir un país libre y justo.
A continuación, la entrevista que le hizo Crónica.Uno a Margarita López Maya:
A 66 años del fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, ¿por qué es importante conmemorar el 23 de enero?
Es una de las fechas más importantes de nuestra historia política. Venezuela fue un país profundamente autoritario y militarista a lo largo del siglo XIX y buena parte del siglo XX, y le costó mucho llegar a una coyuntura favorable que le permitiese construir una democracia. Recordar el esfuerzo que se hizo para llegar allí, casi siglo y medio después de haber independizado este territorio del imperio español, es un esfuerzo colectivo de la población, hombres y mujeres que desde el momento de la independencia de España soñaron con un país libre, igualitario y justo, donde todos pudieran convivir en condiciones equitativas.
Durante años el oficialismo y la oposición han honrado esta fecha desde distintas perspectivas, casi antagónicas. ¿Cuál cree que es la interpretación más acertada de estos hechos?
Uno como historiador sabe que los hechos están ahí, pero los actores políticos tienen intereses y esos intereses entran en la interpretación de la historia venezolana. Lo cierto es que desde 1958 en adelante hubo la interpretación oficial de que el 23 de enero fue el momento en el cual el país, en su mayoría, forjó la posibilidad que permitió la construcción de un régimen democrático representativo. Es decir, lo que llaman una democracia occidental, una democracia liberal.
Sin embargo, a partir de año 1999 esa interpretación comenzó a cuestionarse por nuevos actores políticos que emergieron criticando la democracia occidental. Se nutrieron de fuentes radicales del Partido Comunista y de intelectuales historiadores comunistas para decir que no, que el 23 de enero se perdió la oportunidad de hacer una revolución porque los actores emergentes traicionaron la voluntad del pueblo. Ya a partir de ahí, tejen otra interpretación de la historia de Venezuela donde la verdadera democracia ya no es la democracia representativa sino la democracia revolucionaria. Esa interpretación al llegar estos actores al poder comienza a hacer la interpretación oficial, y entonces nos hallamos ante dos discursos que no congenian sobre el mismo hecho.
El golpe de Estado a Marcos Pérez Jiménez se conoce como la restitución a la democracia en Venezuela. En comparación a esa época, ¿qué evaluación hace del momento histórico actual en el país?
Lo primero que habría que decir es que nosotros ya no estamos en democracia. Desde hace rato ese esfuerzo que se hizo por un sistema político democrático se perdió, durante la era de Hugo Chávez y luego particularmente cuando se rompió el hilo constitucional con Nicolás Maduro. A diferencia de Maduro, Chávez se movió en lo que los politólogos llaman un sistema híbrido en el que a pesar de todo tenía el voto popular. Chávez tenía una clara mayoría, y aunque la competencia electoral era cada vez menos justa y equitativa, de alguna manera tenía una legitimidad democrática, pese a que sus tendencias eran autoritarias e iban enfocadas en destruir las instituciones democráticas que tenía el país.
Lo que tenemos ahorita con Nicolás Maduro ya no es eso. Lo que estamos viendo con más frecuencia son candidatos que una vez que llegan al poder empiezan a moverse para terminar con el régimen democrático. Es decir, se introducen en el sistema y empiezan a erosionar los principios y las instituciones y este es el caso típico de Venezuela. Entonces, aunque es muy difícil saber en qué momento comenzó el autoritarismo franco en Venezuela, yo diría que está entre el 2016 y el 2017.
¿Qué condiciones había en el país en 1958 que condujeron al derrocamiento de Pérez Jiménez? ¿Guardan alguna similitud con la de años más recientes?
El derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez fue en rigor un golpe militar, aunque el discurso oficial actual dice que fue revocado. Lo cierto es que Pérez Jiménez huyó en el avión presidencial y todo el mundo oyó los motores del avión cuando se fue a República Dominicana a refugiarse con otro dictador: Gustavo Rojas Pinilla. Aquella fue una situación en la cual el Gobierno se fue al darse cuenta de que los militares ya no lo respaldaban. Ese escenario lo veo poco probable en Venezuela.
Aunque hemos tenido salidas de dictadores, eso ha ocurrido cuando ellos han evaluado que su situación es insostenible y han decidido irse sin un derramamiento masivo de sangre. Yo no estoy segura de que ese sea el caso que tengamos en la actualidad. El régimen ha demostrado una falta de escrúpulos ante el derramamiento de sangre, tal y como ocurrió en las protestas.
Lo que sí existen son condiciones previas que favorecieron el derrocamiento de Pérez Jiménez. El primer elemento y más importante es la pérdida del apoyo de las Fuerzas Armadas que se manifestó cuando hubo un intento fallido de golpe el primero de enero. A eso le siguió la salida de Pedro Estrada, que era el jefe de la policía, y del ministro de interiores, Laureano Vallenilla Lanz, ambos eran los dos soportes más importantes que tenía Pérez Jiménez en esa época.
La salida de estos dos hombres, y en especial de Estrada, fue la señal que dio inicio a una movilización masiva de la sociedad civil y de los actores políticos como la Junta Patriótica que era la que la plataforma de la oposición, conformada en gran parte por los jóvenes que estaban en Venezuela y que habían hecho el trabajo clandestino. En este momento hay una situación parecida, pero la diferencia más grande es que no hay señales de resquebrajamiento del bloque de dominación en el alto mando de las Fuerzas Armadas.
Hasta la fecha no hemos visto grietas y si las ha habido han sido neutralizadas, esto indica que el gobierno sigue en control de la situación y es un elemento clave, porque así lo fue y lo ha sido siempre en Venezuela para la posibilidad de un cambio político.
Un segundo elemento es que el sector empresarial, que también formaba parte del bloque de dominación, estaba descontento porque Pérez Jiménez tenía muchas deudas y era cada vez más moroso. El gobierno perezjimenista era personalista y solo favorecía a sus amigos y a quienes le eran leales. En la actualidad tenemos a los “enchufados”, que integran la cúpula en el poder, los civiles y militares… A discreción digamos todos los beneficios son para el sector empresarial que está conectado y que de alguna manera son leales a ellos, eso también lo tenía Pérez Jiménez, pero su nivel de endeudamiento hizo que algunos sectores empresariales comenzaran a convencerse de la idea de que en democracia les podía ir mejor, porque un Estado de derecho les garantizaba una cierta justicia ante la ley y seguridad jurídica.
Un tercer elemento son los trabajadores. La pobreza era brutal y la desigualdad atroz. Pérez Jiménez hacía una serie de licitaciones públicas solo por seis meses al año para los trabajadores, luego pasaban seis meses desempleados y los sueldos eran ínfimos, entonces había muchísimo desempleo. Los sectores trabajadores estaban empobrecidos y disgustados. Además, había inseguridad jurídica y el sindicalismo oficial designado por la dictadura no representaba a los trabajadores. Algo parecido está sucediendo ahora, en el sentido de que tienes ciertos grupos del sector sindical que afirman que los bonos otorgados por el gobierno son buenísimos.
¿Qué lecciones le dejó el 23 de enero a los venezolanos? ¿Qué aprendizajes siguen vigentes hoy día?
Una de las lecciones que tenemos que sacar del 23 de enero es la sabiduría de los actores políticos de ese momento. No solamente por crear una plataforma unitaria como la Junta Patriótica Caracas, sino que además crearon la Junta Provisional de Gobierno que primero fue totalmente militar y a la que luego se incorporaron dos civiles. Observamos que a partir del año 1952 la situación era muy dura para los partidos políticos, pero ellos aprendieron la lección y se unieron para trabajar en la clandestinidad juntos. Entonces luego, cuando llegó la posibilidad con el 23 de enero, los partidos políticos ya tenían acuerdos con el sector empresarial, muchos vínculos con el sector trabajador sindical y también tenían un programa mínimo de gobierno. Es decir, sabían lo que querían y estaban de acuerdo en que querían que Venezuela fuese un país industrializado, un país occidental, un país capitalista. En eso estaban de acuerdo, URD, Copei y Acción Democrática
¿El 23 de enero se mantiene vigente en la memoria colectiva de los venezolanos?
Desconozco si realmente hay un conocimiento de ese esfuerzo colectivo que se hizo el 23 de enero, especialmente en las poblaciones más jóvenes. La situación con los jóvenes en este momento es incierta. Las encuestas indican que no se quieren ocupar de la política, que están desconectados, bombardeados por redes mediáticas que distorsionan la realidad del país y que son muy individualistas. Así afirman expertos y académicos. Y puede que haya algo de eso porque, mal que bien, el 23 de enero en realidad es una fecha de conmemoración de la única democracia que teníamos y que abarcó desde el año 1958 al 1998, y que después entró en esa situación que desemboca en el autoritarismo cerrado de Nicolás Maduro.
El oficialismo celebra sí, pero no efusivamente porque el 23 de enero es una fecha democrática sin lugar a dudas. En definitiva una celebración de la democracia occidental que para ellos no es la verdadera democracia.
¿Existen algunas imprecisiones históricas asociadas a esta fecha? ¿Cuáles son las que más se repiten?
Hay un discurso oficial y es el que siempre tuvo la extrema izquierda en Venezuela, sobre todo después de la revolución cubana. Consiste en afirmar que con el 23 de enero se desperdició un momento histórico porque no se hizo la revolución. Eso lo dice de manera explícita el discurso del partido de la revolución y algunos historiadores del Partido Comunista.
Todo eso seguramente lo vamos a ver este 23 de enero porque siempre hay una celebración por parte oficialismo del momento popular que para ellos se desbarató, que no se supo apreciar, que se botó. Y yo creo que eso es una imprecisión histórica porque la gente salió contenta porque se había ido Pérez Jiménez y querían una democracia. Yo creo que la mayoría de la población quería una democracia. Había un discurso de anhelo por una justicia social que no terminaba de llegar por el militarismo y autoritarismo que habíamos tenido.
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