Las remesas, vitales para miles de familias venezolanas, enfrentan riesgos por la inestabilidad económica global y el auge de la inflación en países receptores. En 2024, representaron 3,7 % del PIB, pero la inflación y conflictos geopolíticos amenazan este flujo, crucial para el consumo interno y la estabilidad social, alertó el economista Leonardo Soto.
Caracas. Las remesas, ese hilo financiero que conecta a millones de familias venezolanas separadas por la migración, comienzan a tensarse. El convulso escenario económico internacional amenaza con debilitar un flujo de dinero que en 2024 representó 3,7 % del Producto Interno Bruto nacional, unos $3.800.000.000, según datos del Banco Mundial.
La inestabilidad financiera internacional, sumada a los crecientes costos de vida en los países de acogida, empieza a comprometer el flujo de remesas, que para miles de hogares representa una de sus principales fuentes de ingreso.
“El mundo está convulsionado”, advirtió Leonardo Soto, economista y presidente de Integral Consultores Group en entrevista con Crónica Uno, cuando se le consultó acerca de los factores que actualmente presionan el envío de remesas a Venezuela.
“Hay una afectación de la previsión de riesgo financiero que tienen los migrantes venezolanos. En primer lugar, para su manutención en el país receptor y, en segundo lugar, para poder enviar dinero al país de origen. Toda la situación mundial es inestable y eso afecta la posibilidad de que las remesas sigan siendo constantes”, alertó.
En medio de este escenario global incierto, los venezolanos que lograron establecerse en otros países enfrentan ahora una nueva preocupación: la capacidad de sostener económicamente a sus familias en Venezuela.

En los últimos 15 años, cerca de 8.800.000 venezolanos han salido del país. Es decir, 27 % de la población total, de acuerdo con cifras del Observatorio de la Diáspora Venezolana. Muchos de ellos priorizan el envío de remesas para aliviar las dificultades económicas de sus familiares.
Un estudio del Observatorio Venezolano de Finanzas reveló que 24 % de los hogares venezolanos recibe dinero desde el exterior, aunque los montos varían significativamente.
Envíos en riesgo
Las perspectivas para 2025, sin embargo, no son alentadoras. Factores como la inflación global, el aumento de aranceles y los conflictos geopolíticos afectan directamente la capacidad de los migrantes de mantener sus envíos de dinero a Venezuela.
Soto detalló que los riesgos financieros son múltiples: “Se debe entender cómo funcionan las estructuras económicas de cada país”.

Cada variación de precios en los países receptores puede reducir lo que finalmente llega a Venezuela.
“Un venezolano en el exterior tiene que pagar alquiler, forzosamente una póliza de seguros, debe asegurar la manutención del mes y cualquier incremento inflacionario en algún rubro que nuestros hermanos lejanos tengan que cubrir. Eso impactará en su presupuesto y en la posibilidad de enviar dinero hacia Venezuela”, expuso.
A esto se suma la limitada disponibilidad de divisas en el país. “De los más de 8.000.000 de venezolanos que hay en el exterior, aproximadamente 2.000.000 están 100 % legales en su país de destino, y ellos estaban enviando fijo y sin falta $60 mensuales. Este monto se convierte en $120.000.000 al mes, que representan más de 1.400.000.000 al año”, precisó Soto.
Estos recursos nutren directamente el consumo interno. “Cualquier disminución de estas remesas tendrá un impacto significativo en el comercio detal y, en buena parte, sobre la cadena de valor de la economía”, anticipó.

Escasez de divisas
El impacto social también podría profundizarse. La Encuesta Encovi de 2024 proyectó que 60 % de la población vive en pobreza relativa y cualquier caída de ingresos puede empujarlos hacia la pobreza extrema, añadió el experto.
“Apenas el 40 % de la población económicamente activa de Venezuela tendría acceso a un ingreso mensual promedio desde $200 mensuales que es muy poco en comparación con la canasta alimentaria, cualquier modificación por causa de las remesas, podría hacer estragos en la condición de vida de los venezolanos”, dijo.
Para el cierre de 2025, las previsiones son cautelosas. La salida de Chevron y las restricciones a nuevas exportaciones, producto de las sanciones, limitan las posibilidades de generar ingresos frescos.

“Con menos flujo de caja, con menos divisas en la economía, con menos dinero para invertir podría haber una contracción relativa. Todo va a depender de la dinámica del gasto público, del incentivo a las inversiones, de los negocios petroleros y gasíferos que pudiese hacer el gobierno, además de los rubros de exportación no tradicionales”, detalló.
Ante este escenario, Soto sugirió prudencia. “En el próximo semestre hay que ser cautelosos con los gastos, precisos con las inversiones y muy inteligentes con el manejo del dinero. Mucho o poco, pero hay que saber manejarlo”.
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