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En Barinas un sensei enseña a niñas, niños y adolescentes a usar el kárate como herramienta para vencer obstáculos

kárate

César Rivas, representante de Budo-Deshi de Venezuela, ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza de esa disciplina a cientos de niñas, niños y adolescentes en la ciudad de Barinas.

Barinas. “El que se porte mal le doy chocolate”, advierte el sensei César Rivas, mientras sus alumnos cumplen con alguna actividad o ejercicio físico, como parte de su formación en el kárate.

El “chocolate”, al que hace referencia cada tanto durante sus lecciones, es una varita de bambú empleada para mantener el orden en el kárate, una vieja tradición en este arte marcial.

En el kárate, anteriormente, era chinai, eso sí dolía bastante, dice Claudio Colmenares, exalumno que ahora tiene sus discípulos. “Les voy a dar chocolate, si no se portan bien”, repite el sensei Rivas.

Para quienes han pasado por su dojo, es una frase que siempre recordarán. Para aquellos que iniciaron de niños y actualmente adultos, mucho más.

Su padre, José Gregorio Rivas, fue uno de los primeros alumnos del sensei Gustavo Keusch, quien trajo esta disciplina al estado Barinas. Luego, con los años, formaría Budo-Deshi de Venezuela, en el que permaneció por 27 años, hasta que sus hijos continuaron el legado.

César se inició hace 47 años, de los cuales 35 los ha dedicados a la educación. Empezó como instructor de esta disciplina deportiva cuando tenía 18 años.

De mis hijos, ninguno practica kárate. No van a seguir el legado, lo harán mis nietos, contó.

 Orientando al atleta

El sensei detalla que son cientos las niñas, niños y adolescentes a quienes ha formado, cada uno con una personalidad distinta, algunos muy tímidos, otros muy extrovertidos.

Uno, además de karateca, es psicólogo, fisioterapeuta y tiene que saber cómo orientarlos, cómo educarlos para que sean mejores personas. Enseñarles la disciplina, uno los va llevando para que sientan la presión, confiesa.

Laura Sofía, quien en la actualidad tiene 15 años de edad, presentó algunos problemas por adelanto en el parto, como una deficiencia en su talón de Aquiles, cuenta su madre, Julieta Niño. Varios fueron los médicos que la atendieron desde que tenía tres años para que lograra superar su timidez extrema y miedo a relacionarse con las demás personas.

Luego de muchos intentos por mejorar sus habilidades sociales, la psicopedagoga del colegio le sugirió inscribirla en alguna disciplina deportiva. Laurita, como la llaman por cariño, inició a los cuatro años de edad en kárate. Era la más pequeña del Dojo, permaneció allí durante cuatro años.

Con mucho cariño y respeto él le exigía. Le enseñó disciplina, el respeto, a ser independiente. Yo no tengo cómo pagar este trabajo con mi hija, agrega.

Hay alumnos que están en el dojo desde hace más de 20 años y ahora traen a sus hijos y continúan en entrenamiento para aprender más sobre el valor de este arte, asegura el profesor.

Ángelo Rivas inició a los cinco años de edad. Al hablar de sus vivencias recuerda los días de entrenamiento y todo lo que aprendió.

El kárate me enseñó que no debo meterme con las personas, que así pierda una vez me puedo recuperar, que el fracaso es parte del conocimiento de la victoria. Si no obtienes el valor de una pérdida, nunca vas a tener la alegría de una victoria.

Añade que no solo recibió los consejos propios de la disciplina deportiva, sino cómo tomar las mejores decisiones. Para Rivas, el sensei fue más que un instructor, un padre.

Ellos han formado a las personas con un alto nivel de sensibilidad. Al final, yo era una persona que sufría de hiperactividad, me inscribieron para que drenara, allí duré toda la vida. Él sabía que era de bajos recursos y que iba a llegar a ser parte de la selección, nunca pagué un uniforme, una careta, un cambio de cinta, puntualiza.

Una familia

El sensei cuenta que varios de sus exalumnos lo apoyaron con el tratamiento de quimioterapia para su esposa Yoleida. “Pasamos un mensaje diciendo que necesitábamos y de inmediato muchos empezaron a enviar su colaboración. Sin ellos no hubiésemos tenido la atención adecuada para ella”, relata Rivas.

El profesor insiste en la calidad humana de sus pupilos, al enumerar la cantidad de karatecas que han pasado por el Budo-Deshi y han figurado en campeonatos nacionales e internacionales, a pesar de lo difícil que resulta contar con algún patrocinio público o privado.

“Hay gente que tiene y no les interesa apoyar a estos jóvenes que están cumpliendo un sueño”, lamenta el profesor de kárate.

Asimismo, menciona a algunos de los que han representado a Barinas o al país en torneos internacionales. José Antonio Pérez y Alexander Arellano; Raúl González, quien ahora es sensei; Robert Valero, campeón infantil nacional y subcampeón centroamericano del Caribe.

Ni el Instituto Regional de Deportes, ni la gobernación, ni la alcaldía le aportaron recursos para ir al campeonato de kárate, reprocha.

Entre los atletas internacionales sobresalen Jesús Toro, quien participó en los Panamericanos; Freddy Valera, participante en mundiales y torneos centroamericanos; Alejandro Sepúlveda, delegado en Centroamericanos, Suramericano y Panamericano, y Claudio Colmenares, atleta que actualmente es parte de la selección de Uruguay.

“Es un talento que se ha perdido, cuando lo vieron le hicieron firmar un documento asegurando que solo va a representar a ese país”, revela.

El sensei también cita a Kenny Montilla, con buena actuación en un torneo panamericano en Canadá; Kimberly Montilla, hermana de Kenny, integrante de la selección nacional; Jennifer Torrealba, quien participó en un torneo panamericano adulto en Uruguay .

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