Jeferson Medina, de 16 años de edad, sube al menos 25 escaleras con tres botellones porque el agua demora un mes sin llegar en su casa, en La Dolorita. Se ha quedado dormido en clases por el esfuerzo que hace para ayudar a su familia.
Caracas. Jeferson Medina, de 16 años de edad, sube alrededor de 25 escaleras y carga de tres a siete botellones diarios, lo que se traduce en siete viajes al día, para que su familia pueda cocinar y bañarse.
El suministro de agua en el sector El chorrito 2 de La Dolorita, donde vive, tarda más de un mes en llegar.
El adolescente busca el agua en casa de Francis, una vecina que vive a 15 minutos de su hogar y vende las recargas, porque su casa tiene un manantial. Personas de comundidades cercanas también van a comprarle a Francis.
“Yo soy el encargado de subir el agua a mi casa porque mi mamá no puede. Siempre me duelen los brazos y las piernas me tiemblan cuando subo las escaleras”, dijo Jeferson.
Jeferson estudia cuarto año de bachillerato en el colegio Francisco Isnardi y algunas veces falta a clases por cargar agua. “Una vez me quedé dormido en clase, lo que pasa es que uno se cansa”.
Mientras que Alejandra*, tiene 12 años y debe caminar 30 minutos tres veces a la semana porque en el sector de Santa Isabel, Filas de Mariche, tampoco llega el agua por tubería desde hace siete meses.
“Camino hasta la entrada de Apolo cada dos días para poder tener agua. No falto a clase, pero siempre estoy cansada. Hay veces que me toca buscar agua de noche”.
Angeyimar Gil, defensora de derechos de la niñez y la adolescencia en la Red por los Derechos Humanos de los NNA (Redhnna), explicó que la fallas en los servicios públicos, como el agua, genera en los niños y adolescentes un desgaste físico y emocional. Afecta su rendimiento académico y sus horas de sueño que terminan poniendo a los niños en riesgos.
“En el caso de los niños, niñas y adolescentes los afecta de manera diferenciada, ya que no permite que los niños tengan un buen desarrollo porque deben preocuparse y ocuparse de asuntos que no le corresponde”.
Gil destacó el mal servicio les impide el ejercicio de sus derechos como: educación, recreación, salud, entre otros. “Debemos saber que los derechos se interrelacionan, no se puede tener unos y otros no. Los niños necesitan todos los derechos para garantizar su desarrollo y el vivir bien”.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) el acceso suficiente y continuo al agua potable es un derecho humano esencial. Pero, a pesar de ser fundamental, es un problema que en el caso de Venezuela se profundizó con los años.
Fallas en colegios
Beiker tiene dos niñas, de cinco y nueve años de edad. Ambas estudian en el Colegio Mariscal de Sucre, en La Dolorita. Asisten a clases dos veces por semana bajo el horario mosaico.
“Una está en primer grado y la otra está en segundo. Hay semanas que no tienen clases porque el colegio se queda sin agua y los profesores están realizando otras actividades”.
El informe publicado por Red de Observadores Escolares de la Asociación Civil Con La escuela, arrojó que 30,37% de las escuelas suspenden actividades por falta de agua.
Carlos Trapani, coordinador general de la organización Cecodap, explica que la ausencia de servicios públicos compromete la calidad del proceso educativo de los niños, niñas y adolescentes en Venezuela.
“Una escuela sin electricidad, transporte público, agua, sin servicio de gas e internet, evidentemente es una escuela que no puede funcionar, lo que representa una vulneración al principio de prioridad absoluta reconocido en la ley”.
Trapani indicó que los servicios públicos tienen un impacto determinante en la dinámica escolar, familiar, comunitaria de las personas, y más cuando se trata de niños.
“Los servicios tienen un impacto determinante en la vida de los niños, porque afecta desde su desarrollo hasta la educación o ambiente sano”.
Agua en mal estado
Aunque el agua llegue a la comunidad, los vecinos igual buscan el agua en casa de Francis porque esta llega con muy mal olor y de color marrón.
Beiker todos los días realiza tres viajes para llenar el pipote de 150 litros que tiene en la cocina de su casa.
“Todos aquí compramos agua. En mi casa el agua que compro solo la utilizo para cocinar y lavar el uniforme a las niñas para que no se dañen. El agua que llega aquí es inutilizable”.
Unicef manifiesta que no contar con un acceso adecuado de agua incrementa la posibilidad de contraer enfermedades con amenaza mortal. “Con acceso al agua, estamos asegurando la supervivencia de la niñez”.
Responsabilidad del Estado
Trapani aseguró que los servicios públicos son una obligación de garantías del Estado, es decir, todas las autoridades gubernamentales deben prestar servicios de calidad a la ciudadanía.
“Esta función del Estado implica la planificación, la inversión, la promoción de los servicios que permita la universalidad en el acceso al servicio público y que todo esté pensado en el principio superior del niño, niña y adolescentes”.
Indicó que los niños, niñas y adolescentes deben ser los primeros en el diseño de las políticas públicas e inversión del Estado.
Artículo 7: Prioridad Absoluta. El Estado, la familia y la sociedad deben asegurar, con prioridad, todos los derechos y garantías de los niños y adolescentes. La prioridad absoluta es imperativa para todos y comprende la precedencia de los niños y adolescentes en el acceso y la atención a los servicios públicos.
Según el abogado el Estado debe garantizar los servicios públicos para crear todas las condiciones necesarias para que todos los niños y nilas alcancen al máximo su potencial y desarrollo.
La recreación es primordial
Gil advirtió que la niñez y la adolescencia no deberían preocuparse porque se fue la luz, no hay internet o que el transporte no funciona por falta de combustible, ya que son asuntos que no le corresponden.
“La infancia debe recrearse, disfrutar, hacer arte y tener oportunidad de desarrollo, pero todo esto se ve afectado por los niveles de salario, la ausencia de servicios públicos y la falta de políticas públicas orientadas a la niñez. Por ende la recreación es prioridad”.
(*) Se modificó el nombre por medidas de protección a la fuente.
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