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La nueva película de la franquicia presenta a personajes que darán continuidad a la saga. Dos figuras de especies distintas que deben entenderse y a la vez desconfiar.

Caracas. César murió. Sus restos son quemados con la solemnidad que merece un líder incólume. En las tres películas anteriores, esa saga que comenzó en 2011, el simio fue entendiendo el mundo en sus contradicciones, de observador a protagonista en un viaje en el que tuvo que dejar atrás el apego para asumir lo que debía hacer.

La inevitable consecuencia del liderazgo, y no solo en la ambivalencia del enfrentamiento entre especies, sino también en la disyuntiva que surgía entre iguales, desconfiados en la nueva realidad en un mundo que siempre los vio como inferiores.

Ahora, siete años después, reaparece la franquicia con El planeta de los simios: nuevo reino. De César solo queda su recuerdo, y la apropiación de su mensaje por nuevos caudillos, quienes enarbolan su figura entre vientos de manipulación.

Ya han pasado tres siglos. Los simios se han desperdigado, tanto así que hay clanes que ni siquiera han oído hablar de César. Uno de ellos es Noa, un joven chimpancé que vive en un asentamiento bastante básico en comparación a otros grupos con mejor desarrollo tecnológico.

El planeta de los simios: nuevo reino
El uso de la bestia como elemento de avance y superioridad es clave en El planeta de los simios: nuevo reino

Una noche es testigo de cómo un clan rebelde ataca su hogar y secuestra a decenas de los suyos. Los malhechores responden a las órdenes de  Proximus Caesar, un tirano que busca afianzar su dominio en un mundo en el que los humanos están disminuidos, casi inexistentes, y sus obras retomadas por la naturaleza que siempre sigue su curso, indiferente.

El planeta de los simios: nuevo reino es dirigida por Wes Ball, un experto en efectos visuales que empezó a tener vuelo en la realización con la saga Maze Runner.

El guion está firmado por Josh Friedman, Rick Jaffa y Amanda Silver, estos dos últimos, el matrimonio de guionistas que también estuvo involucrado en las tres películas previas de la saga, así como de otros largometrajes como En el corazón del mar (2015), Jurassic World (2015) y la versión en acción real de Mulán (2020). 

Después del ataque, Noa afianza su contacto con una persona que hasta los momentos solo era como un destello inquietante en la oscuridad: Mae (Freya Allan), una adolescente humana aparentemente carroñera. Harapienta y temerosa, poco a poco se va ganando la confianza de Noa, quien a su vez descubre la incertidumbre que genera todo extraño en momentos de emergencia y desasosiego.

Por un lado, ella tiene unos objetivos que no manifiesta explícitamente desde el principio, por lo que esa carga evolutiva de supervivencia, la llevan a ocultarle información a Noa, quien paulatinamente empieza a dudar, a la vez que se da cuenta de cómo vivían los simios antes de la caída de la humanidad. Al final Noa es un ser ingenuo, alejando de todo intríngulis de conflicto. 

El planeta de los simios: nuevo reino
Proximus Caesar se erige entre imágenes cliché para presentar su pesada autoridad mesiánica

Los efectos visuales son una fortaleza para el fin. No en vano, es un aspecto muy bien cuidado en la franquicia. Por eso El planeta de los simios: confrontación (2024), obtuvo nominaciones al Oscar, Bafta y resultó ganadora en los premios Annie, el certamen más importante para las películas animadas. 

Noa es el personaje mejor desarrollado del largometraje, ya disponible en la cartelera venezolana. Su proceso desde la ingenuidad hasta la complejidad y crueldad del mundo que lo rodea está muy bien llevado. Sin dudas, en la obviedad de las grandes producciones, se perfila como el nuevo César de la era que le tocó.

Por el contrario, Mae no experimenta grandes cambios. Como ocurre en Mulán, es un personaje que lo sabe todo desde un principio, por lo que el error no parece tener cabida en su proceder. 

Las escenas de acción corresponden a las expectativas que genera la saga, enfrentamientos bien exhibidos y, aunque dosificada, una violencia pertinente al mundo en el que se desarrolla la trama. Un lugar de continuo descubrimiento, de pasiones desbordadas por la devastación y la separación.

El planeta de los simios: nuevo reino
Los restos de civilización esconden un secreto que promete la dominación

El planeta de los simios: nuevo reino es un buen comienzo para una saga que ha mantenido el nivel desde 2011, cuando se le dio un nuevo contexto al universo del clásico de los sesenta. El afán por salvar a un ser querido de una enfermedad atroz, generó una evolución insospechada en los monos que eran objeto de experimentos en el laboratorio. 

Ahora, muchos años después esta nueva entrega propone una narrativa con distintas lecturas. Los humanos diezmados por no saber cómo contrarrestar su indefensión; y al frente, el ascenso de una especie que se debate entre nuevas maneras de liderazgo o la seguridad aparente de arrasar para evitar ser dominados nuevamente. Líderes que se aprovechan de la memoria de quienes no están para subvertir los valores con intereses personalistas de dominación. 

Un detalle no menos importante es el dominio de la bestia en esta entrega. Son los simios quienes doman al caballo, mientras que los humanos deambulan como roedores. Lectura de civilización y posibilidad de avance. 

El planeta de los simios: nuevo reino
Surgen amistades para el contraste entre ingenuidad y sabiduría, una dinámica común en este tipo de obras 

Un aspecto interesante de Noa y Mae es que ambos reconocen los temores e ímpetus del otro, pero también deben responder al arraigo por sus respectivas especies. No son posiciones sencillas, y por lo tanto, deben optar por lo que consideran más idóneo en el momento. 

La ventaja de Mae es que no solo viene de lo más bajo, sino que lleva una carga genética e histórica dispuesta a la supervivencia y a la superioridad. Mientras, Noa apenas abre los ojos a un mundo en el que solo responde a sus instintos más básicos.

Ese es el dilema que plantea El planeta de los simios: nuevo reino para lo que viene. La posibilidad del resurgimiento en entre las ruinas para la humanidad y el afianzamiento de una especie que alcanzó lo que nunca buscaron. Por eso, humanos y simios ven hacia el cielo. La búsqueda de la trascendencia. Unos ya la conocían, otros empiezan a descifrar. 

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