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Disponible en Amazon Prime, la película sueca trata sobre las dinámicas de poder en un crucero de millonarios que viven un cambio radical en sus vidas.

Caracas. El triángulo de la tristeza alude a esa zona del rostro en la que empiezan a salir arrugas en el rostro con los años. Entonces, algunos, en este caso en el mundo de los modelos, quieren ocultar. Vivir de una apariencia que busca eludir el paso del tiempo. Como si fuera un elemento lejano a la existencia.

Ahora bien, El triángulo de la tristeza es también una película del sueco Ruben Östlund, quien nos presenta a unos personajes pintorescos, exacerbados, pero no por eso irreales. 

La exageración tan solo busca subrayar aquellos elementos propios de una existencia humana sobre el uso del poder, convenciones sociales, prejuicios, expectativas hacia el otro y el vínculo con el mundo.

En el primer acto vemos un casting de modelos, un momento en el que un periodista entusiasta por el brillo de la farándula establece esquemas. Apunta a rostros solemnes cuando simula fotografías para Balenciaga y un rostro sonriente para H y M. Un lado de la moneda que busca el respeto mientras que el otro la aspiración por lo momentáneo, pues la felicidad es temporal.

El triángulo de la tristeza
La película recuerda a obras como El discreto encanto de la burguesía de Luis Buñuel

Luego vemos a una pareja que discute por quién debe pagar la comida en un restaurante caro. El modelo se cansa de tener que ser él. Apunta a que su novia, una influencer reconocida había prometido que ella pagaría la próxima comida. Además, ella gana más que él. Sale a relucir en la discusión uno de los momentos más tensos de este largometraje.  

Después, aparece esta pareja en un crucero diminuto, de lujo. Nada con los barcos gigantes a los que muchos de clase media aspiran. En la embarcación viaja un grupo de millonarios, unos más que otros. 

La igualdad caótica

Pasan días de relajo, pero también de parcelas bien definidas. Cada uno en su mundo mira el del otro. En ese barco la dinámica es la de ostentar, pero también la condescendencia, como la mujer que en nombre de la igualdad pide a los empleados del barco que naden, que disfruten también como ellos, aunque sea en contra de la voluntad.

El triángulo de la tristeza
Uno de los momentos más hilarantes en El triángulo de la tristeza es la discusión entre el capitán comunista y un empresario ruso capitalista

Con la intención de afianzar su mensaje, hay un momento cumbre de ese acto que es la cena. La sensación es de que a los pasajeros nada les importa, el mundo les resbala, hasta que el mundo, el verdadero mundo -ese que existe antes que el humano y su poder- reaparece para mover todo equilibro. Entonces entre vientos y olas, se van cayendo las imposturas. Y ahí, en el caos, todos empiezan a ser iguales. Entre vómitos y delirios. 

Mientras, un capitán estadounidense y marxista debate con un ruso capitalista. Ahí, frente al micrófono para que la disertación quede clara vociferan sus posiciones y citan a sus respectivos autores de cabecera. Así, como encadenados. Hacen mea culpa y ostentan también. 

El capitán, también desde su poder, lleva a los otros al desbarrancadero. Mucha igualdad y lucha de clases, pero al final son las trabajadoras filipinas las que terminan limpiando el desastre. A él no le importa. Solo quiere demostrar su superioridad moral, y a la vez sus miserias.

Poder y aspiraciones

Muchas reseñas sobre El triángulo de la tristeza aseguran que es una obra sobre el capitalismo. Incluso, algunas líneas suman el epíteto de salvaje. Y bueno, es una película occidental hecha y vista en sociedades en las que las jerarquías y diferencias están vinculadas con sistemas con mayor o menor medida al libre mercado, por  tanto, los cuestionamientos siempre estarán dirigidos al sistema imperante.

El triángulo de la tristeza
El triángulo de la tristeza lleva a la escatología para resaltar la humanidad de los viajeros

Porque más allá de eso, este largometraje es una película sobre el poder y las aspiraciones a un estatus  independientemente de modelos políticos e ideologías. Los pasajeros del barco pueden ser la élite sueca, pero también la nomenclatura de la era soviética, el gabinete de un Estado socialista del siglo XXI, la directiva de este siglo o simplemente la crema cultural de los circuitos de festivales de cine, como Cannes, donde el director con este largometraje ganó la Palma de Oro, galardón que obtuvo también en 2017 por The Square. El triángulo de la tristeza además recibió en 2023 tres nominaciones al Oscar. 

Roles cambiados

Disponible en Amazon Prime, ya en su tercer acto, los viajeros llegan a un momento en el que los roles se caen. Los cargos y títulos duran mientras el entorno los mantiene. Y otra vez la realidad hace alarde de su poder como un taladro. Sube al trono aquel que maneja mejor la realidad, aquella, en este caso, que arriesga más, y que en el contexto anterior estaba en el nivel más bajo de la pirámide de las jerarquías establecidas. 

Si en la tranquilidad es el empresario que apuesta su patrimonio, en la equidistancia de la nueva realidad, es la mujer de limpieza la que arriesga más. Y ese modelo que se quejaba porque la novia no pagaba la comida, ahora dice te amo por una comida que el dinero no puede comprar. 

Al final, los que acarician el poder tienen miedo a perderlo en esa pequeña sociedad de viajeros de un crucero. Aquellos que nunca lo aspiraron, pero por circunstancias lo obtuvieron. Saborean las mieles que no están dispuestos a abandonar. La película cierra con la pregunta de lo que puede hacerse o no para no volver a lo que se era antes. 

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