Protagonizada por Scarlett Johansson y Channing Tatum, la película se ambienta en la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Caracas. Kelly Jones es una reconocida figura del mundo del mercadeo. Anda en las altas esferas de la industria automotriz, en la que hace y deshace cualquier narrativa con tal de lograr su cometido. Imponer el modelo de su marca para prevalecer en el negocio.
Se vale de cualquier artilugio verbal y una que otra puesta en escena para alcanzar sus objetivos en un mundo empresarial inclemente. Sus talentos, éticos y otros no tanto, llaman la atención del gobierno estadounidense. Ven en ella la reunión de talentos necesarios para mejorar la popularidad del programa espacial. Venido a menos por la catástrofe del Apolo 1, en el que murieron los tres tripulantes.
La otra cara de la luna es una película ambientada en los momentos de la carrera espacial entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. Con Scarlett Johansson en la batuta actoral, con un papel que se pasea por distintos conflictos internos, la cinta parece una simple historia romántica, pero en su desarrollo adentra a sus personajes en dilemas alrededor de la verdad.
Mundos distintos
Una vez Kelly Jones llega a la NASA para mejorar la imagen de la institución, conoce a Cole Davis (Channing Tatum), un ex piloto de guerra que ahora es jefe de lanzamiento del proyecto, encargado de hacer que Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins dejen la Tierra con dirección a la Luna.
Entonces se enfrentan dos mundos. Por un lado la rigurosidad del mundo militar e ingenieril, sin cabida a todo aquello que consideren distracción. Por el otro la estrategia discursiva de una ráfaga capaz de vender hielos a un esquimal.
Kelly Jones desarrolla toda una estrategia comunicacional. Esta incluye acuerdos con marcas de relojes, cereales y demás elementos de la dinámica consumista de la cultura pop occidental.
Su plan no cae bien en el riguroso Cole Davis, quien se atrinchera mucho más en sus convicciones cuando ve que la campaña se vale incluso de la mentira. Como poner a actores a declarar a los medios que creen realmente entrevistar a personal de la NASA.
Protagonistas en conflicto
Todo se intensifica cuando el espectador ve que Kelly Jones tiene un pasado bastante cuestionable. Y es la costura en la que se sostiene el agente del gobierno Moe Berkus (Woody Harrelson). Él la reclutó para la misión de reimpulsar la imagen del programa espacial, en peligro por el corto de presupuesto desde Washington.
Es así entonces como Kelly Jones enfila sus potencialidad para convencer a senadores de mantener y aumentar los desembolsos para que los astronautas pueden llegar a la luna.
Este conflicto es el que sumerge a los dos protagonistas, Kelly y Cole, en toda una discusión, tanto en verbo como en acción, sobre lo que las maneras de actuar alrededor de la verdad. Ella no tiene problemas en adulterar, mientras él es preciso en su posición sobre lo que es correcto, la claridad siempre ante todo.
La tensión amorosa entre ambos depende mucho de lo que se vaya descubriendo en la trama. Un contexto que empeora todavía más por las imposiciones gubernamentales de cara a un posible fracaso. Una artimaña que constituirá la mentira más grande en toda la historia de La otra cara de la luna.
Diálogos y actuaciones que destacan
El largometraje deja de ser sobre el encuentro de dos personajes diametralmente opuestos que se enamoran, para enarbolar todo un discurso alrededor del mercadeo, el riesgo de despilfarrar todo esfuerzo, las dinámicas políticas y especialmente la verdad en momentos de crispación.
Tampoco es que La otra cara de la luna es un tratado sobre imagen, política y opinión pública, pero la mundanidad de sus personajes, aunado a cómo se enfatiza en las causas del presente de ambas figuras, hace de la película una obra encomiable. Muchas personas no esperaban nada de esta propuesta, dirigida por Greg Berlanti. Tal vez ni sabían que se estrenaría en la cartelera.
Los diálogos están bien llevados, teniendo sus mejores momentos en la catarsis de Kelly ante Cole. También en la defensa de Cole ante un senador que esgrime que la ciencia es contraria a Dios. Es entonces cuando lo que parece anunciar una escena clásica de caricaturizar creencias, se convierte en un debate teológico alrededor de la ciencia que recuerda a aquellos científicos que buscaron a Dios a través de la ciencia.
La otra cara de la luna flaquea en detalles como el descuido a ciertos momentos en la puesta en escena, como esos lugares súper secretos presentados como si fueran una plaza. Sin embargo, la fortaleza de las actuaciones que entienden la complejidad en la que están sumergidos los personaje, hacen del largometraje una sorpresa de este año.
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