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Madre zuliana: “Migrar es un duelo, esto me ha dado un golpe muy duro”

Migrantes Marabinos

Padres marabinos salen de Venezuela a través del programa de parole humanitario a pesar de su suspensión. Dicen que vivieron horas de angustia ante la posibilidad de ser devueltos a Venezuela.

Maracaibo. Ana y Alberto decidieron hace tres años que se irían de Venezuela. La difícil situación económica prolongada en el país hizo que él le pidiera ayuda a su madre, que ya estaba radicada en Estados Unidos hace más de seis años, para que solicitara el programa humanitario.

Ana hace arreglos y decoración para fiestas, y Alberto es agente de ventas de seguros. Desde octubre de 2022 comenzaron los trámites y para enero de 2023, la solicitud del parole para ellos y su pequeño hijo de seis años ya estaba en proceso. Sin embargo, el tiempo pasaba y no les salía la aprobación.

Estuvimos mucho tiempo arrimados, después alquilados, a duras penas llegábamos a fin de mes. Solo teníamos un carrito que tuvimos que vender porque se dañó y justo ahí nos sale la oportunidad de comprar este apartamento a buen precio, así que no lo dudamos”, contó Ana sentada en su habitación mientras hacía maletas.

La pareja perdió las esperanzas de migrar, así que comenzaron a construir su futuro en Maracaibo. Este año después de tener casa propia pudieron comprar otro carro y mejoró el trabajo, pero la crisis de los servicios básicos, de salud y educación era una batalla.

“Estamos mucho más estables, ya habíamos perdido la esperanza, por eso la noticia de aprobación nos cayó de sorpresa”, dijo.

EE. UU. cierra la entrada

Para la primera semana de julio, Ana, Alberto y su hijo ya tenían aprobado los permisos de viaje. Comenzaron a hacer los trámites para prepararse y vendieron el carro que prácticamente acababan de comprar, para pagar los boletos que costaron 1200 dólares, pero cuando ya estaba todo listo, suspendieron los viajes.

migrantes zulianos
Ana cuenta que fue muy doloroso para ella dejar todos sus recuerdos en una casa vacía que no sabe cuando volverá a habitar/ Foto: José Ángel Núñez

El pasado 2 de agosto de 2024, cinco días después de celebrarse las elecciones presidenciales en Venezuela, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS) informó a través de un comunicado que el programa de parole humanitario entraría en una pausa.

“Por precaución, el DHS ha suspendido temporalmente la emisión de autorizaciones de viaje anticipadas para nuevos beneficiarios mientras lleva a cabo una revisión de las solicitudes de apoyo”, se lee en el comunicado.

La suspensión del programa se aplica a unos 360.000 migrantes de Haití, Venezuela, Nicaragua y Cuba que solicitan asilo o van a Norteamérica a trabajar anualmente. La razón que dio el gobierno de Joe Biden es la revisión e investigación ante posibles fraudes por parte de los patrocinantes financieros.

Hasta junio de 2024, unos 494.799 cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos habían entrado a Estados Unidos bajo este programa. El servicio de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense dejó de emitir autorizaciones de viaje a los venezolanos el 6 de julio y a cubanos, nicaragüenses y haitianos desde el 18 de julio pasado.

Perdieron todo

El plan de la pareja era salir de Venezuela los primeros días de septiembre, pero decidieron adelantar el viaje para que el niño pudiera comenzar la escuela el 12 de agosto.

“Compramos los boletos para salir el 11 de agosto, pasaron las elecciones y luego suspenden los permisos de viaje. El problema fue que suspendieron los vuelos a República Dominicana y nuestro vuelo tenía escala en ese país”, explicó.

Padres migrantes
Ana pasó sus últimos días en Venezuela preparándose, tratando de controlar sus emociones y durmiendo poco ante la incertidumbre/Foto: José Ángel Núñez

La aerolínea les dijo que los boletos no eran reembolsables ni transferibles, solo reprogramables hasta por un año, pero el tiempo se agotaba y más aun con las nuevas medidas.

“Nosotros no tenemos tiempo, así que decidimos comprar otros e irnos por Colombia”, cuenta.

El temor de la pareja era que a última hora les suspendieran la aprobación del permiso de viaje. Finalmente, después de comprar nuevos boletos en los que gastaron 1600 dólares, salieron la madrugada del 7 de agosto vía terrestre hacia Maicao. La ruta era Maracaibo-Cartagena-Orlando.

“Las peores horas de mi vida”

“Cuando llegamos a la frontera para sellar el pasaporte, nos dijeron que si íbamos por parole no estaban dejando pasar para abordar vuelos a Panamá. Eso nos preocupaba porque no teníamos más dinero. Alberto le dijo al hombre de migración Colombia que igual tomaríamos el riesgo y agarramos un bus hasta Cartagena durante 10 horas”, cuenta Ana por teléfono desde Florida.

Llegaron a Cartagena a las 7:00 p. m. Ahí los recibió una prima que les permitió bañarse y comer en su casa e inmediatamente se fueron al aeropuerto. Esperaron desde las 10:00 p. m. hasta las 6:00 a. m. que salía el vuelo. Ana confiesa que fueron las peores horas de su vida.

A las 3:00 de la madrugada comenzó a llegar el personal de la aerolínea para hacer el check-in porque el vuelo salía a las 6:42 de la mañana. Éramos de los primeros en la cola, pero cuando dijimos que viajábamos por parole nos dijeron que teníamos que enviar los recaudos a migración de Estados Unidos para que nos autorizaran a viajar”, cuenta.

El trámite que tarda unos 30 minutos se prolongó por tres horas. La joven madre cuenta que no podían estar tranquilos, tenían miedo y no daban respuesta.

“Fueron las tres horas más horribles de nuestras vidas, estábamos desesperados, pidiéndole a Dios que nos dejara salir, hasta que a las 6:10 a. m. nos dijeron que estábamos aprobados”, recuerda.

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Ana piensa en las ironías de la vida porque ahora cuando lo tuvieron todo, les tocó migrar. /Foto: José Ángel Núñez

Los tres abordaron el vuelo que tenía escala en Panamá casi a última hora. Llegaron a las 8:00 de la noche del jueves y esperaron 10 horas más para abordar su siguiente y último vuelo hacia Orlando, Florida. “En esa escala la pasamos mal”, recuerda con voz temblorosa.

Para el viernes a las 11:00 de la noche ya estaban en Estados Unidos. “Jamás olvidaré el miedo que sentí en Migración y las palabras del oficial cuando dijo: Tienen parole humanitario aprobado por dos años. Sentí un alivio muy grande”, admite.

Todo atrás

Dejar a su padre y a su abuela ha sido la decisión más difícil para Ana. Dice que siempre han sido una familia muy unida. La tristeza que ha sentido desde que comenzó los trámites no ha parado de crecer, el miedo tampoco.

“He llorado mucho porque me siento extraña, como si no encajara. Ahorita estamos con el proceso de los permisos de trabajo y de buscarle escuela al niño, pero me aterra porque él no tiene idea a lo que se va a enfrentar, sobre todo por el idioma. Tengo miedo, mucho miedo. Aunque estamos en casa de mi suegra, me preocupa que ya no tenemos ahorros y todo es muy caro”, cuenta.

“Es increíble que después de luchar tanto en Venezuela para tener lo que queríamos, una casa, un carro, estabilidad, no pudimos quedarnos porque la situación está muy lejos de mejorar. Lo que más nos preocupa es darle una mejor educación al niño. Es duro dejar a mi familia y más en estos tiempos”, reflexiona.

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Los padres reconocen que decidieron correr el riesgo de migrar para darle una mejor educación a su hijo/ Foto: José Ángel Núñez

Antes de colgar la llamada Ana dijo que no pierde la esperanza de volver, por eso dejaron la casa al cuido de su padre y solo confía en el proceso, pero no deja de repetir:

Esto me ha dado un golpe muy duro, estoy feliz por mi esposo porque después de tantos años pudo reunirse con su madre y sus hermanitas, pero yo no. Yo estoy pasando por una separación, migrar es un duelo”, concluyó.

 


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