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Para colaborar con la educación de niños y niñas de Petare hay que comprarle catalinas a Marlene

El proyecto Catalinas Ilustradas beneficia la educación de más de 300 niñas y niños, en nueve comunidades de la parroquia. Es una iniciativa de Zona de Descargas junto con 15 maestras  de la comunidad.

Caracas. La sala de la casa de Marlene Machado, en el barrio La Agricultura de Petare, no es común aunque tiene cuadros y adornos guindados en las paredes y un gran espejo, que son parte de la decoración. En el espacio no hay muebles ni una mesa de centro, al contrario tiene mesas plegables que sirven de pupitres para niños y niñas que reciben clases en su hogar.

Marlene es una maestra jubilada de 68 años de edad. En La Agricultura es conocida como la profe o mamá tita, apodos que le dieron sus alumnos desde hace 44 años cuando comenzó con las clases en su casa.

De lunes a viernes, de 2:00 a 5:00 p. m. Marlene tiene la sala llena de alumnos, quienes llegan con cuadernos, lápices y colores a ver clases. Entre los adornos de las paredes también hay láminas de papel bond y una pequeña pizarra en la que Marlene explica todo tipo de contenido, ya sea sobre Lenguaje o Matemáticas.

Los alumnos de Marlene le dicen cariñosamente “la profe” o “mamá tita”.| Foto: Tairy Gamboa

Mamá tita recibe a 35 niños y niñas en su sala. Espacio que a veces se queda corto y debe sentar a los alumnos en las escaleras. El comienzo del salón de Marlene fue durante los primeros años de su matrimonio, en esa época ella solía llegar por las tardes de su empleo y se sentaba en la mesa del comedor a acompañar a sus dos hijos a hacer las tareas.

Yo quité todos mis muebles, ahora están en el segundo piso, pero no me hacen falta, dice.

35 niños reciben clases en casa de Marlene, en La Agricultura.| Foto: Tairy Gamboa
Cómo empezó

La casa de Marlene está frente a unas escaleras. Cuando los vecinos pasaban la veían parada frente a una pequeña pizarra mientras explicaba las asignaturas a sus hijos. Hubo a quien le llamó la atención y se acercó a preguntar si daba clases. Y así, poco a poco, empezaron a llegar alumnos de la zona.

Otros estudiantes llegaron a la sala de Marlene porque los vio en la calle sin hacer nada. Se los lleva a regañadientes y les pide que vean al menos una clase. Después no quieren dejar de venir. Prefiero que estén aquí y no en la calle.

Con la venta de las catalinas compran artículos escolares para los niños y niñas de La Agricultura. Foto: Tairy Gamboa

Esas mismas clases, que también son de tareas dirigidas, dependen de cuántas catalinas venda Marlene al mes. Las catalinas son una especie de galleta tradicional venezolana, elaborada con papelón, mantequilla, especias y otros ingredientes.

Y aunque la maestra tita da clases desde hace 40 años en La Agricultura, hace cinco años su salón forma parte del proyecto Descargando el Futuro, de la organización Zona de Descarga (ZD).

Una de las iniciativas dentro del proyecto es vender catalinas para recaudar fondos y sustentar las clases que imparten 15 maestras, en nueve sectores de Petare, a más de 300 niños y niñas.

Jimmy y Jaimre Pérez, fundadores de Zona de Descarga, idearon la venta de las catalinas para autosustentar el proyecto que beneficia a los niños y niñas. Foto: Tairy Gamboa
Las Catalinas Ilustradas

En 2020 Jimmy y Jaime Pérez, los hermanos fundadores de ZD, conocieron a Marlene y le hicieron la propuesta. Ella aceptó y desde ese momento está involucrada en la venta de las Catalinas Ilustradas, como llamaron al proyecto.

¿Y si vendemos catalinas?, se preguntaron Jimmy y Jaime. Ambos querían ofrecer algún producto y con ese dinero autosustentar el proyecto que se enfoca en la educación de niños y niñas de Petare.

Los hermanos sabían de un amigo que produce este dulce en el estado Portuguesa. Y ahora es el proveedor que manda las catalinas una vez al mes a Caracas para la venta.

Los paquetes de catalinas cuestan entre $1,50 y $2. Lo que recolectan es para pagar una parte al proveedor y la otra la usan para comprar materiales escolares para las clases que ven todas las tardes de lunes a jueves.

Las familias de La Agricultura que pueden colaboran con $1 para las tareas dirigidas.| Foto: Tairy Gamboa
Quiénes compran las catalinas

Los que más compran son personas que viven fuera de Petare. A raíz de la pandemia (COVID-19) hubo esa idea brillante de vender las catalinas, porque la mayoría de estos niños son de escasos recursos, sus familias no tienen cómo comprar lápices y cuadernos, explica Marlene.

De los 35 niños y niñas que ven clases en La Agricultura solo 12 pueden colaborar con el aporte de $1 “o con lo que puedan”, es lo que pide Marlene mensualmente a las familias de sus alumnos.

Este pago no es obligatorio, quien no pueda pagar puede seguir asistiendo a las clases. Comprar unas catalinas no siempre es una opción para estas familias.

Los representantes me ayudan a venderlas, más que comprarlas, porque saben que igual es para los niños.

Ante la falta de clientes en el barrio, el método de venta que aplica Marlene son las cadenas de Whatsapp. Con un mensaje de varios párrafos, Marlene les explica a los potenciales compradores el costo de las catalinas y para qué es usado ese dinero. Además les ofrece llevar las catalinas a donde sea necesario, con tal de que compren y colaboren.

Marlene se ayuda con cadenas de whatsapp, para vender las catalinas. Foto: Tairy Gamboa
Los alumnos

Los alumnos de Marlene son niños y niñas de diversas edades. Mientras están en las mesas plegables, escribiendo o dibujando en sus cuadernos, se les nota la diferencia de estaturas. Así que sus contenidos son diferentes. Por estos días ven divisiones, propiedad asociativa y conmutativa y también las fases de la luna.

Escuche a los alumnos de Marlene aquí:

Cada alumno tiene una realidad diferente en casa. A las 4:00 p. m. llega la hora de la merienda. No todos tienen la posibilidad de llevar algo para merendar, pero quienes pueden deben compartir con sus compañeros.

Los alumnos que llevan merienda comparten con los compañeros que no pueden llevar nada a las tareas dirigidas. Foto: Tairy Gamboa

89 % de los hogares en Venezuela padece inseguridad alimentaria, por lo que la mitad no perciben ingresos suficientes para cubrir la canasta alimentaria, categorizando en situación de pobreza extrema, como parte de los datos de la Encovi 2023.

Lo más importante para Marlene es que sus alumnos aprendan. Estos últimos años recibe a adolescentes entre 12 y 14 años que no saben leer o están fuera del sistema educativo.

No hay nada mejor que la sonrisa de un niño o niña cuando aprende a leer. Eso es maravilloso y me siento orgullosa cuando veo que están terminando el libro Mi Jardín.

“No hay nada mejor que la sonrisa de un niño o niña cuando aprende a leer.”, dice Marelene. Foto: Tairy Gamboa

En Venezuela, Encovi habla de 10 % de la población, entre 7 a 11 años, con rezago escolar severo.

La población escolarizada en Venezuela es de 7.613.237, según Encovi. Este volumen de población se recuperó al nivel pre-pandemia, pero ese ritmo de crecimiento fue inferior al de la demanda potencial (11.597.754) y el nivel de cobertura, aunque mejora, es inferior a la tasa de 2020 (7.696.716).

Marlene no extraña una sala convencional con muebles y un comedor y cuando llega diciembre igual decora su hogar de Navidad. Lo hace en compañía de los niños y niñas.

Si ellos (sus alumnos) no están aquí me siento sola. Para mí ahora lo más importante son los niños. Yo confío mucho en las catalinas y en que la gente nos va a ayudar.

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