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Río Amana anegó vivienda familiar y pone en alerta a casi 400 hogares al sur de Maturín

río Amana

Todos los años la comunidad de Amana del Tamarindo se ve afectada por la crecida del río. Protección Civil calcula que 390 hogares están en riesgo de inundación, de continuar los altos niveles del caudal.


Maturín. De brazos cruzados y sentada en el borde de la carretera, Rosa Herrera no tiene más alternativa que observar su casa y esperar con calma que baje el nivel del agua. El río Amana se metió por el fondo de la vivienda y comenzaba alcanzar sus enseres.

El caudal ubicado al sur de la ciudad de Maturín, en el estado Monagas, superó los niveles de desbordamiento el pasado lunes 8 de julio, en Amana del Tamarindo y Amana Abajo. Al menos seis casas se vieron afectadas.

Rosa vive con sus dos hijas y dos nietas, las cuales pudo sacar a tiempo de la casa. “Las niñas la llevamos a casa de un tío, donde tuvimos que pasar la noche”, relata.

Desde que sale el sol hasta el ocaso, la mujer hace guardia frente a su vivienda, una herencia de su madre, quien murió esperando ser reubicada por las autoridades.

Tengo que tumbar una pared o abrir un boquete para que el agua drene y luego sacar el charco. Mi casa huele mal”.

Aunque sabía de las alertas por la tragedia en Cumanacoa y los estragos del río Amana en la zona alta del municipio Cedeño, de donde proviene el cauce, decidió ir al trabajo sin imaginar que el afluente rebosaría la cota.

 “Ya estamos acostumbrados, cada año ocurre lo mismo y mi casa es la más afectada, incluso cuando llueve, en el patio se estanca el agua y se filtra por las paredes por lo deterioradas que están”, dice.

Cuenta que mientras cumplía con su jornada laboral, en una casa de familia, vecinos le avisaron que el agua comenzaba a meterse por los patios.

“En ese momento volvió la pesadilla. Cuando llegué el agua estaba alcanzando la nevera; con el apoyo de los vecinos pude subir las cosas a cajas de cervezas y mesas de madera”.

río amana
Rosa Herrera logró subir a cajas de cervezas y mesas, todos sus enseres. Foto: Crónica.Uno

Herrera recuerda que en épocas pasadas debían esperar hasta un mes para que el río retomara su nivel  y poder regresar a casa.

Sin atención

Rosa tiene más de 40 años viviendo en Amana del Tamarindo. En temporada de invierno se queda en la calle por la crecida del río. Autoridades desfilan por la comunidad haciendo cientos de promesas, pero pasadas las lluvias el tema deja de interesar.

“Mi madre y otra vecina murieron esperando que las autoridades cumplieran la promesa de reubicarlas en otro espacio. Ahora, supuestamente van hacer un levantamiento para darnos una solución. Desde niña escucho el cuento, ahora soy madre y abuela. Espero no morir estando acá porque tengo una hija enferma de los riñones y no quiero que sufra esta situación”.  describe.

Desde que se desbordó el río Amana la asistencia gubernamental es nula. “Solo vienen funcionarios de Protección Civil y de la Guardia del Pueblo a preguntar cómo estamos. Se toman fotos y ya”.

La solidaridad no se hace esperar, vecinos y allegados socorren a los afectados con alimentos y un lugar seco donde dormir. Habitantes aseguran desconocer la existencia de proyectos para la construcción de muros de contención o canales de aliviaderos para evitar las inundaciones a grandes escalas.

Rosa solo puede esperar que el río retome sus niveles para regresar a su casa. | Foto Crónica.Uno

Alertan que producto de las lluvias han proliferado los zancudos.

Aquí no han traído ninguna jornada de fumigación y se ha desatado un plaguero”, comenta.

Lennys Rodríguez, directora de Protección Civil municipal, destaca el monitoreo constante a los niveles del río Amana. Precisa que  390 familias de la comunidad están atentos ante cualquier contingencia que se pueda presentar.

Zona norte afectada

El coletazo por el paso del huracán Beryl, por el Caribe, el 2 de julio pasado, provocó fuertes lluvias que generaron daños en tres municipios de Monagas.

En el municipio Cedeño, el alcalde Daniel Monteverde informó que el río Amana afectó a 35 familias de la zona alta de esta localidad. En sectores como Maraquero, El Limón de Caicara, Guarapiche, El Guayabao, La Victoria, Quinta Corozal y La Chaguarama, se registraron inundaciones y familias damnificadas.

En los municipios limítrofes con Sucre, Acosta y Caripe, más de 200 personas intentan reponerse tras las inundaciones por el desbordamiento de ríos y quebradas.

En San Antonio de Capayacuar, capital de Acosta, habilitaron un refugio en las instalaciones de la Universidad Pedagógica para atender a familias que lo perdieron todo.

Sectores como Villa Coral, El Naranja, Los Naranjos, Tristé, Las Delicias, Río Cocollar, El Rincón, El Peñón y El Reencuentro, quedaron bajo las aguas.

Jesús Velásquez, alcalde, dijo que hubo pérdidas de cosechas. Más de  20 hectáreas de tomate, pimentón y maíz se perdieron por el desborde de los ríos Guarapiche, Colorado y Cocollar.

Mientras que en el Jardín de Oriente, La Frontera, Villa Dorada, San Isidro y San Juan, 74 casas resultaron afectadas.

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