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Guaireños reviven temores del deslave por falta de mantenimiento de ríos y quebradas

deslave | río El Cojo

Lo ocurrido en Cumanacoa renueva la angustia de quienes habitan en las márgenes de los principales ríos y quebradas. Hay escepticismo en relación con los planes preventivos de la Gobernación de La Guaira y la Alcaldía del municipio Vargas.

La Guaira. El nivel de sedimentación y desechos sólidos que se observan en los principales cauces de ríos y quebradas en La Guaira mantiene en vilo a muchos habitantes del Litoral Central. Muchos se preguntan si la tragedia de Cumanacoa, en el estado Sucre, a causa del desbordamiento del río Manzanares, pudiera replicarse.

Ese presagio se sustenta en el antecedente del deslave de Vargas, acaecido entre el 15 y 16 de diciembre de 1999.

“Cada vez que llueve seguido, hay alarma y hasta hemos tenido que abandonar nuestras casas”, admitió Linda Lobo, quien habita en las márgenes del río Piedra Azul, en Maiquetía, al oeste del Litoral Central.

La joven de 22 años de edad, que vive con sus dos hijos pequeños, comparte la preocupación de sus vecinos de Las Perlas, El Rincón y Piedra Azul, comunidades que conocen el sonido de las rocas en la parte alta del río.

Con ese huracán Beryl, aquí las lluvias fueron moderadas, pero no dejamos de tener mucho miedo, sobre todo porque en la gobernación y la alcaldía se hicieron los locos y, a lo mejor, no se enteraron de lo que pasó en Cumanacoa”, precisó Lobo, quien labora como empleada doméstica.

El huracán Beryl dejó aproximadamente 31.000 damnificados y ocasionó la muerte de seis habitantes del municipio Montes de Sucre, mientras otras dos personas están desaparecidas.

¿Plan preventivo?

Piedra Azul es uno de los 23 ríos principales de la entidad federal. También hay 60 quebradas y otros torrentes acuíferos, provenientes de las cadenas montañosas del Parque Nacional El Ávila.

Tal dato ofrece pocas dudas en torno a que se trata de un estado “de alto riesgo”.

Ingenieros del Instituto de Mecánica de Fluidos de la Universidad Central de Venezuela han cuestionado que la mitigación de riesgos humanos, a través del mantenimiento de los canales fluviales, sea aún una materia pendiente del gobierno nacional.

En uno de sus más recientes informes, se asegura que el plan preventivo no se aplicó después de la tragedia de 1999 y las vaguadas tropicales de 2005 y 2011. Tampoco se ejecutó debidamente con el plan Vargas de 2009.

Entre los años 2002 y 2008, la Corporación para el Rescate y Desarrollo Social del estado Vargas (Corpovargas) hizo énfasis en la construcción de muros de gaviones, que eran presas de retención de sólidos (compuestas por piedras y mallas metálicas) en los cauces. Sin embargo, ello no estuvo exento de críticas técnicas.

Con esos gaviones, que ya casi no quedan, mitigaron fue la falacia; nos sentimos muy inseguros y más con lo que sucedió en Cumanacoa”, aseveró Omarela Liendo, residente de la urbanización Los Corales.

 

En esa urbanización todavía se aprecian los vestigios de un cuarto de siglo atrás, cuando el río San Julián se llevó todo a su paso.

En el río Piedra Azul hay maleza, basura y sedimentos. | Foto Mirna Montemayor
Basura, arbustos y piedras

Así como Piedra Azul y San Julián, otras cuencas también se notan desbordadas de basura, con rocas inmensas y acumulación de maleza, aguas servidas y distintos sedimentos.

Un ejemplo de lo anterior es el río El Cojo, que el 28 de octubre de 2022 abandonó su cauce y “escupió” piedras inmensas que casi llegaron a la avenida Intercomunal de Macuto. Además, la fuerza de sus aguas derribó el muro perimetral de tres edificios de la zona.

Hoy, su cauce está minado de arbustos, sedimentos y rocas de distinto tamaño. Las autoridades de la región no escuchan a los vecinos.

Con el deslave de 1999 aprendimos que todas las obstrucciones a los cauces, ya sea de la naturaleza o de la basura aceleran el desbordamiento de los ríos”, afirmó Blanca Velásquez, quien vive cerca del río El Cojo.

En las zonas elevadas de los ríos Galipán y La Llanada, se ha denunciado también la presencia de arbustos y piedras, los cuales se extendieron “aguas abajo” por la inacción gubernamental.

Río subterráneo

En tanto, en Carmen de Uria, una localidad que fue arrasada en el deslave de 1999, no canalizan el río desde el año 2009.

“Vivimos con un río subterráneo, pero no nos confiamos para nada”, comentó un lugareño que pidió la reserva de su identidad a Crónica.Uno.

Ese poblado de la parroquia Naiguatá, junto a Cerro Grande y Los Corales, de la parroquia Caraballeda, fueron los sitios de más devastación durante el deslave de fin de siglo XX. En ellos, se presume que hubo la mayor cantidad de fallecidos de la tragedia de 1999.

La Cruz Roja Internacional calculó que 20.000 personas murieron en el deslave de Vargas, si bien tuvo un origen natural, terminó facilitado por la obstrucción de los cauces de los ríos y las quebradas.

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